Los culpables I

25 de Abril de 2024

Gabriela Sotomayor

Los culpables I

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¿Ahora resulta que las personas con obesidad o sobrepeso son culpables de morir o contagiarse de Covid-19 por consumir bebidas azucaradas o alimentos con alto nivel calórico? ¿La culpa es de los que tienen malos hábitos alimenticios? ¿De los enfermos de diabetes ? ¿Entonces la culpa la tiene Coca-Cola? ¿Perdón?

Parece que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ya perdió el piso o intenta huir de sus responsabilidades con más de 40 mil muertes y en momentos en que la pandemia se ha salido de control fuera de los hospitales.

Desde que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia, la 4T tuvo meses invaluables para prepararse, pero dejó ir una ventana de oportunidad única para planear una estrategia efectiva contra el virus porque estaba clarísimo que las personas con alto riesgo eran las que padecían obesidad, hipertensión, enfermedades cardiacas o tabaquismo.

Cuando se analizaron los datos de la epidemia de la Covid19 en China y en Europa se esperaría que el presidente Andrés Manuel López Obrador, el holograma del Secretario de Salud Jorge Alcocer y un epidemiólogo como López-Gatell, hubieran considerado un plan urgente, masivo y más agresivo porque sabían que el 75 % de la población sufre obesidad o sobrepeso. Era obvio que ante ese panorama a México le pegaría muy fuerte.

Una cosa es aconsejar una dieta sana o ejercicio y otra muy distinta es culpar a los fabricantes y a los consumidores de dichos productos por los efectos devastadores de la pandemia.

El responsable de la estrategia para contener y frenar el virus es el gobierno. Que quede claro.

El 28 de febrero, con dos casos importados en el país, ¡sí dos!, López-Gatell dijo en la mañanera de AMLO que el virus “no se puede contener”.

“No es una enfermedad grave. En su mayoría estamos hablando de más de 90% de casos leves cuyos síntomas son los de un catarro”, se atrevió a decir.

Y tuvo el descaro de afirmar sin evidencia alguna que el clima sería un factor importante: “Cuando venga el calor la posibilidad y la eficiencia con que se transmite va a ser considerablemente menor”.

Ese día le pregunté a Michael Ryan, encargado de Emergencias de la OMS y remarcó que contener un brote tiene por objetivo “romper la cadena de transmisión y que el virus no viaje de una persona a otra”.

Además sostuvo que en brotes de epidemias “el peor error es no moverse rápido y tomar medidas inmediatas para salvar vidas porque el virus no perdona a nadie. La rapidez derrota la perfección”.

El 23 de marzo con 500 casos, ¡sí con 500!, el rockstar del coronavirus afirmó: “Irremediablemente conforme aumente el número de casos se vuelve crecientemente difícil hasta llegar a ser imposible el rastrear cada cadena de transmisión. Pero además cuando ese número de casos empieza a aumentar se vuelve muy poco útil el intentar rastrear a cada uno de los contactos”.

Y el director de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus remarcó: “Pedirle a la gente que se quede en casa y otras medidas de distanciamiento físico son una forma importante de frenar la propagación del virus y ganar tiempo, pero son medidas defensivas”.

“Para ganar necesitamos atacar el virus con tácticas agresivas y específicas: probar cada caso sospechoso, aislar y cuidar cada caso confirmado, rastrear y poner en cuarentena cada contacto cercano’’, nos dijo Tedros.

Reparten culpas olvidando la pésima calidad del servicio de agua potable.

En países como Suiza se toma el agua de la llave, en México tener ese derecho sería una utopía.

La 4T da patadas de ahogado cuando se hunde en el pantano de los errores cruciales que cometió y en la falta de medidas de contención al inicio del brote en un país con epidemia de obesidad y de diabetes. Sálvese quien pueda.