Nosotros los López

20 de Abril de 2024

Gabriela Sotomayor

Nosotros los López

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México navega las crisis económica y la pandémica bajo el mando de Andrés Manuel López Obrador, presidente del país y de Hugo López- Gatell, subsecretario de Salud. Uno con sus mezquindades, el otro con sus opacidades.

Buena mancuerna.

Los dos le dan a México las peores de las noticias con cierta frescura : Viene lo peor, hospitales saturados, alta tasa de mortalidad, desempleo, miles de personas orilladas a la pobreza. Pero “todo está bien, ánimo, desde hace meses nos estamos preparando, lo advertimos’’ y bla, bla, bla.

López O desde el inicio negó la situación, pero como político con colmillo que es, entendió que la emergencia le venía “como anillo al dedo’’ y con “la cabeza fría“, como suele decir, hizo sus cálculos.

Ahora lo tiene más claro. El objetivo, quizá, es ahorcar a la iniciativa privada, debilitarla, resquebrajarla, a excepción de sus cuates que le van a entrar al Tren Maya y a los que apoyan sus proyectos en el banco de la ilusión.

AMLO prefiere que los empresarios, los “ricos’’, los odiados, los conservadores, neo-liberales, hagan lo que puedan y sin aval para salvar a sus trabajadores, en fin que se encarguen de darle oxígeno al país a costa de su propia desventura.

Les tocó la de perder.

También pierden miles de trabajadores del gobierno, firman su carta y ya está, les descuentan 25% de su sueldo más aguinaldos, para hacerle el paro a la 4T. En tiempos de emergencia no solamente es mezquino, es ruin.

Y además descarta un seguro de cobertura universal para todos y se niega a inyectarle presupuesto al sector salud en lugar de las carretadas de dinero destinadas para Pemex que va nadando de muertito.

Como bien lo dice AMLO, “esto ya cambió’’. Sí ya cambió y queda claro, ahora la jodidez se sube a rango constitucional. Ahora todos pobres y los pobres aún más. El progreso es inmoral.

Mientras tanto el otro López, el zar del coronavirus, experto en el manejo de un sofisticado cantinfleo, aunque no es el actor principal, tiene trato preferencial y maneja a su conveniencia el ritmo de la pandemia.

Arropado por su fama, nos va contando la historia del Covid con cifras escogidas a discreción, se cura en salud entre justificaciones y explicaciones de que la epidemia avanza tal como sus científicos lo advirtieron.

“Por eso decimos con toda evidencia en la mano que vamos bien en el control de la epidemia’’, afirmó.

López G, obedece órdenes, se defiende de cualquier crítica con argumentos hechos a-posteriori de acciones que debieron tomarse a-priori.

Con casos que se multiplican por ocho o por treinta, suceden las peores irregularidades, el personal de salud es obligado a trabajar sin equipo, los enfermos esperan por su oxígeno, su ventilador, por lo que no debe haber queja, es un escenario que ya se anunció.

López G como buen sabio todo lo sabe.

Además de la falta de compra de equipo cuando empezaba la pandemia, la ausencia de pruebas para Covid-19, la saturación de hospitales, también la SSalud hace firmar cartas tenebrosas y “voluntarias’’ a quienes les entregan cenizas de familiares sin previa autorización, piden no compartirlo con la prensa, esconden muertos, pregonan vivos.

Loa dos atacan a medios y periodistas, frontalmente y sin reparo.

“La libertad de prensa que cada quien la ejerce con el plan que tenga, la agenda que tenga“, dijo López G y se le fue a la yugular a la periodista que preguntaba, imitando a su maestro.

López O defiende al subse: “Es incapaz de distorsionar la realidad (…) imagínense la bajeza y falta de escrúpulos de una prensa así (la que lo cuestiona), es temporada de zopilotes’’.

Los López se defienden mutuamente, son su propia tapadera.

Ahora por decreto todos a caer en la pobreza y esperar con felicidad las migajas que lleguen desde Palacio Nacional que serán anunciadas en cadena nacional.

Así juntos los López, acaparando el discurso y manipulando la realidad, van llevando al país despacito y con la sonrisa en los labios a que se hunda en sus pobredades, en la miseria, en la enfermedad, el desempleo, sin compasión, directo al despeñadero.

Eran más ricos los pobres a los que le cantaba Pedro Infante.