¿Y dónde jugarán los niños?

25 de Abril de 2024

Gabriela Sotomayor

¿Y dónde jugarán los niños?

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En conflictos armados, campos de refugiados, zonas de desastre, lo que devuelve la sensación de normalidad en las vidas de los niños es ir a la escuela. Es su cielo seguro, el lugar para reír lejos de los horrores de la vida cotidiana.

Pero el gobierno de México condenó a la niñez a mirar una TV. ¿Van a aprender? ¿Dónde jugarán los niños en tiempos de pandemia?

Las gloriosas clases están destinadas al fracaso pues deberían tener una mega producción para captar la atención de los niños. Ahora todo es inmediato y colosal. Basta ver un videojuego para tener una idea.

Cuando la maestra pida abrir el libro de texto, los niños estarán muy lejos de ahí, añorando su hora de recreo.

Con el colapso del sistema de educación pública, la falta de internet y computadoras, la 4T prefirió el camino fácil en lugar de buscar fórmulas para que los niños vuelvan a pisar la escuela y recuperen un poco de su alegría.

Se concedieron vacaciones extra a miles de maestros, se ofreció el negocio a las grandes cadenas televisoras, a los comercios que venderán aparatos de TV al por mayor y se redujo la vida de los niños a un sofá.

En ciudades de Europa, se dividieron los grupos, los días de asistencia, se escalonan los horarios, los maestros más sanos están listos para dar clases, con medidas de aseo, distancia, mascarillas, en fin, se hará el esfuerzo.

En México no es posible. La creatividad que se requiere ante la pandemia ha sido opacada por el mal manejo de la misma a nivel nacional. Si no se hacen pruebas, no se rastrean los casos, no se sabe cuántos muertos hay, si la epidemia está fuera de control, volver a la escuela sería un golpe a ciegas.

Las clases por TV están para llorar. En un programa “la maestra’’ pide a los niños mandar sus fotos por Facebook. No se enteró que muchos no tienen internet. Otro “maestro’’ se equivoca con un problema de aritmética y así por el estilo. Es de terror.

La jefa de educación de Unicef en México Astrid Hollander, me explica que la calidad educativa “ha sido muy difícil de mantener con los recursos disponibles en casa”.

“Esto exacerbará las brechas de aprendizaje de una población que a lo largo de su trayectoria ha acumulado deficiencias académicas, que pueden aumentar el riesgo del abandono escolar”, advierte.

Previo a la pandemia, casi el 80% de la niñez no alcanzaba el nivel esperado en las áreas de lectura y matemáticas. Observa que la educación a distancia no puede reemplazar la experiencia en el aula, se reduce el contacto entre amigos, las posibilidades de jugar. El encierro aumenta la ansiedad, depresión, lo que también ha afectado la capacidad de aprender.

“Dado el impacto negativo que conlleva el cierre de las escuelas en el aprendizaje y el bienestar de la niñez, es importante priorizar su reapertura cuando el contexto y las condiciones lo permiten”.

Para un regreso seguro se deben reforzar medidas de higiene que garanticen ambiente saludables en las escuelas.

El acceso a servicios de agua y saneamiento es esencial para reducir la transmisión del Covid-19. No obstante, en México el 15% de las escuelas carece de acceso al agua y el 17% no tiene lavamanos con agua y jabón.

Por ello, invertir en la infraestructura en las escuelas “será fundamental para su reapertura en condiciones seguras y para la educación de los niños durante la situación actual que vivimos y más allá del coronavirus”, remarca Unicef.

Ante el caos pandémico que impera en el país, volver a la escuela parece suicida. La 4T se lava las manos y da por resuelta su obligación de garantizar el derecho a la educación arriesgando a la niñez mexicana a hundirse en una mediocridad escolar fuera de serie. Los niños son los perdedores. Es una pena.