La marca libertad de expresión

19 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

La marca libertad de expresión

maria idalia gomez

En el año 2001, el primer ataque a un periodista del primer gobierno de oposición ocurrió en Ojinaga, Chihuahua. Su nombre era José Luis Ortega Mata, y era director del Semanario Ojinaga.

, incluso ha vivido casos de película en la persecución de narcotraficantes e historias de cómo pasa la droga y las armas por allí.

Pero su caso se mantiene impune después de 21 años. Hay varias razones, pero la principal es que también era director de Comunicación Social del Municipio Coyame, y esta fue la puerta falsa para considerar que habría otras razones para su asesinato. Los testimonios y la poca información que existe sobre lo que publicaba establecen que sí fue asesinado por razones de su trabajo periodístico, porque era el único que iba documentando, a través de varias notas, la presencia de grupos criminales y su poder corruptor de autoridades. Publicar en los lugares de alto riesgo cualquier nota sobre estos grupos es peligroso. Pocos recuerdan su nombre. No existe una calle que lo recuerde, ni el nombre de algún premio o beca que refleje su heroico trabajo.

Después de este crimen se acumularon muchos, demasiados asesinatos y desapariciones en muy poco tiempo, porque precisamente el caso de José Luis fue el prólogo de lo que vendría poco después: el accionar criminal para acallar y controlar zonas enteras del territorio, muchas veces vinculado con los poderes políticos o económicos de la región.

De cubrir notas relacionadas con robos de autos, accidentes automovilísticos u homicidios; las y los reporteros saltamos a la cobertura de asesinatos y desapariciones masivas, formas dramáticas de asesinatos muchas veces exhibidas, y también a accidentes de auto, pero cuyos protagonistas eran familiares o los propios líderes regionales de cárteles. Así que, hasta cubrir un choque de auto se volvió de alto riesgo en esos lugares.

Todavía recuerdo hace menos de 10 años cuando algún grupo de reporteras decía que no se había metido en temas de ataques a periodistas porque su temática no era lo policiaco, lo de seguridad. También recuerdo cuando compañeros de Durango se sentían seguros a pesar de que se habían registrado ataques en todos los estados de alrededor. Y pronto ocurrirían dos asesinatos seguidos, en 2009, el de Carlos Ortega Samper y Eliseo Barrón Hernández.

Sí, era desesperante que no tuviera conciencia el gremio, especialmente reporteros y reporteras de la Ciudad de México. Y luego ver que se convirtiera en bandera, aún sin conciencia.

Pero los ejemplos internacionales como Colombia muestran que se trataba de un proceso, en el que se tendrían que hacer muchos esfuerzos hasta que se fueran amalgamando las voluntades y las conciencias; hasta que nos diéramos cuenta que hay muchas vías para transitar por este camino de la libertad de expresión, y que todos debemos crear un conjunto, pero con fuerzas propias y separadas, porque hay mucho que hacer.

Es precisamente la historia colombiana la que nos dice que fue en el momento en que los medios de comunicación se unieron, cuando hubo un antes y un después, que la impunidad comenzó a retroceder y que los ataques ya no fueron tan cotidianos. Luego vino la suma de esfuerzos de todo el gremio, y entonces la sociedad se apropió de la causa, defender el estar informados en total libertad y seguridad. La Alianza de Medios es un hecho inédito que nace con gran voluntad y para sumar, documentar y construir.

Nadie posee la marca de libertad de expresión, ese es un derecho de la sociedad, pero hay que comenzar frenar la impunidad y hacerlo junto con los ciudadanos.