Para el gobierno de México, la relación de seguridad con Estados Unidos mejorará, en lo inmediato, si se tienen resultados en el combate al narcotráfico, y por eso los esfuerzos se concentran, por ahora, en Guerrero.
Desde la visión estadounidense, el territorio guerrerense se ha convertido en uno de los centros de producción y distribución de drogas sintéticas, y desde allí grupos locales sirven a organizaciones con capacidad de distribuir en el territorio del norte este tipo de productos, pero especialmente que contienen fentanilo, que ha producido la gran crisis de salud que va en aumento.
Por la ubicación y geografía, Guerrero permite la instalación de laboratorios clandestinos y el trasiego de los productos que llegan de China, para producir drogas ilegalmente. Incluso hay información, obtenida por las agencias estadounidenses, de que en esa zona se están probando diferentes componentes químicos y métodos de producción de estos productos para llevarlos a Estados Unidos.
Así, la montaña y la zona de Tierra Caliente, por sus condiciones geográficas y de marginación social, además del abandono del Estado, permite que los grupos criminales cuenten con un territorio controlado y en el que todo puede esconderse.
Por el lado mexicano, el presidente Andrés Manuel López Obrador considera, de acuerdo a sus propias oficinas de seguridad, que si logra demostrarles que su estrategia contra la violencia y grupos criminales tiene éxito en Guerrero, entonces podrá influir en el gobierno estadounidense para invertir en programas sociales similares a los suyos en Centroamérica y México.
Por eso, las visitas del presidente a esa entidad hay que observarlas con esa otra dimensión, porque incluso internamente dice que tiene prisa porque funcione, de allí que gran parte del gabinete tenga que estar presente en sus giras, porque quiere mostrar que sus programas de prevención, atención y combate, en ese orden, funcionan, y que todo su equipo lo sepa.
Así que tampoco es algo que se deba pasar por alto, el que López Obrador presentara su Plan de Apoyo a Guerrero con el que dijo que reforzará más los programas sociales y la seguridad de la entidad. Y en el mismo viaje el fin de semana pasado, le “leyera” la cartilla a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda en varios puntos de su discurso, como cuando se refirió a la construcción de caminos en la zona de la montaña y donde dijo que se invertirán dos mil 100 millones de pesos, para que no se contraten empresas “vinculadas con funcionarios, a los que ayudaron en la campaña, a los familiares o amigos de los funcionarios”.
Los ojos de López Obrador están puestos en la hija del senador Salgado Macedonio en quien no confía del todo.
Por lo pronto la mandataria tuvo que nombrar un miembro de la Marina como secretario de seguridad pública, algo que subrayó también el presidente:
“Por eso es muy importante que se sepa que Evelyn pidió al Gabinete de Seguridad federal una opinión y una recomendación de quién podía ocupar el cargo de secretario de Seguridad Pública. Y hubo un acuerdo en el Gabinete de Seguridad, participó la Secretaría de la Defensa, participó la Secretaría de Marina, la Guardia Nacional y se hizo esa recomendación para que el secretario de Seguridad sea un agente de la Armada de México, un marino, siguiendo ese ejemplo también en Acapulco, es un marino el secretario de Seguridad”.
Así que el viaje de López Obrador y la confirmación, por parte del secretario de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval, de que se desplegarán más de 10 mil elementos del Ejército y de la Guardia Nacional, así como seis mil uniformados de las policías estatales y municipales; y tener antes de 2023, 15 cuarteles de la Guardia Nacional, que se sumarán a las cuatro instalaciones concluidas y las cinco que están en proceso, fue un mensaje para Estados Unidos y sus exigencias.