Se termina un año con demasiadas cosas negativas en muchos países del mundo, sobre todo en aquellos que están sometidos a conflictos armados, lo que se ha vuelto el gran negocio de empresas dedicadas a la fabricación de todo tipo de materiales de guerra, sin que haya la menor fiscalización sobre ellos, no solo monetaria sino tampoco humanitaria.
Pero hay un tema que poco a poco está cobrando importancia y al cual hay que prestarle mucha atención porque de él depende, a mi juicio, que muchos conflictos puedan evitarse. Me refiero concretamente a la terrible desigualdad que crece día a día en todas partes y que ya es imposible ocultarla y, mucho menos, no hacer algo frente a ella.
La última edición del World Inequality Report, que ha sido publicado este mes y en la cual participaron más de 200 investigadores afiliados al cada día más prestigiado Laboratorio Mundial de la Desigualdad, da una profusión de datos con una verdad y es que aunque el mundo hoy, gracias a la productividad de millones de seres humanos en su conjunto, es más rico, resulta que es más desigual.
Es conveniente conocer algunos de los datos que reflejan lo que está ocurriendo: así, el reporte menciona que solo el 10% de los 8,300 millones de habitantes del planeta obtienen la tercera parte de la riqueza global. Asimismo, solo el 1% de la población del mundo tiene más riqueza que el 90% más pobre.
Estosy otros datos sirven para hacer un análisis serio sobre la globalización y el neoliberalismo, sin la ridícula carga ideológica que varios utilizan en nuestro país, porque sin duda, casi a finales del siglo pasado hubo en los noventa un incremento de la riqueza en muchas partes del mundo, pero ésta se distribuyó de una manera muy desigual.
Por eso es que varios lideres políticos que gobiernan algunos países con una orientación de izquierda han insistido en la necesidad de crear un impuesto del 2% al patrimonio de los multimillonarios, propuesta original de un economista francés, Gabriel Zuckman, que aunque falló su introducción en Francia ante la negativa del Senado poniéndose del lado del 1% de población, es decir de los ricos, situación que por lo visto existe en muchos países, incluyendo al nuestro, donde la burguesía multimillonaria tiene un peso exacerbado frente a las necesidades del país.
La propuesta de Zuckman fue presentada este año en la reunión del G-20 cuando era presidida por el presidente Lula de Brasil y varios países la apoyaron, no el nuestro, sin saber cuál es la razón para no apoyar que las grandes fortunas paguen cada año al menos el 2% de su patrimonio.
En una interesante entrevista que le hizo el periódico español el PAÍS al relator especial de la extrema pobreza y derechos humanos de la ONU, el Sr.Oliver de Schutter, indica que “un impuesto del 2% a los multimillonarios proporcionaría protección social a 820 millones de personas en países de bajos ingresos”.
Según el relator, son 26 países que viven con menos de 2.15 dólares al día, y permitiría darles al menos un suelo básico, agregando que lo terrible es que el dinero está ahí, solo falta la voluntad política, y que sería la mejor inversión que se pudiera hacer.
Creo que en varios países, incluyendo al nuestro que se dice de izquierda, el tema del gravamen a los superricos no puede soslayarse, porque han sido los grandes beneficiados año tras año y encuentran la forma de pagar menos impuestos y se sienten tan tranquilos.
Como lo hemos mencionado en otros artículos, en esta época de la 4T, tan amante de las consultas públicas a mano alzada o por medio de votación, ¿por qué no se somete el tema y se pregunta simple y sencillamente al pueblo si está dispuesto que los ricos paguen 2% más de impuesto sobre su patrimonio? Además, supongo que reducir la desigualdad es uno de sus postulados.
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