Nuestro país ha entrado en una espiral de degradación política que tiene como epicentro al propio partido en el poder.
Sin mesura, responsabilidad ni visión, lleva al límite la vida institucional y democrática del país. Su propósito no es “quitar la corrupción”, sino servirse y ganar ventaja.
Ya sea el Poder Judicial, COFECE, INAI, INEGI, ONU, empresarios y ahora la UNAM, ataca sistemáticamente todo y a todos. Pareciera que no quiere dejar ladrillo sobre ladrillo en aras de ganar la mayoría de los votos el próximo 6 de junio, aunque ello signifique deshacer al país.
La UNAM, que ha sido ejemplar en la continuidad de sus labores en plena pandemia, ahora es objeto de acoso e inestabilidad por grupos ajenos a su comunidad y muy cercanos a quienes hoy están en los círculos del poder. Cierran instalaciones, agreden a directivos y sacrifican a las y los estudiantes en aras de conseguir lo que quieren: más poder.
No hay pero que valga, todo se justifica con frases como “antes era peor”, “en el periodo neoliberal se sirvieron con la cuchara grande”, “están descontentos porque estamos acabando con vicios”, “nuestros adversarios están con los neoliberales” y una lista muy amplia de frases inverosímiles con las que se busca encubrir el deterioro acelerado de las instituciones y de los servicios públicos.
Las recientes decisiones del Instituto Nacional Electoral (INE), que constituyen verdaderos baluartes de la equidad en la distribución de diputaciones plurinominales, ha encendido aún más los ánimos del partido en el poder.
Para asignar las diputaciones plurinominales, el INE habrá de llevar a cabo los siguientes pasos después de obtener los resultados de mayoría relativa:
1.- Se identifican los partidos políticos que no obtuvieron el mínimo del 3% de la votación emitida y se eliminan del total de votos.
2.- Se suman los sufragios de aquellos partidos que rebasaron el umbral del 3%, restándose los votos nulos y los de los candidatos no registrados.
3.- La cantidad resultante se divide entre el número total de diputaciones de representación proporcional a distribuir entre los partidos (200 curules).
4.- El resultado es el cociente natural que se aplica a la votación de cada partido para determinar el número de diputaciones plurinominales que les corresponden. Si después de realizar esta operación aún quedan diputados por repartir se aplica el criterio de resto mayor.
5.- Se verifica que ningún partido haya incurrido en los límites de sobrerrepresentación (8%) contemplados en el artículo 54, fracción V, constitucional, en caso de que algún partido lo haga, el método de asignación para los otros partidosse modifica, restando a la Votación Efectiva los votos recibidos por el partido que está rebasando el topo de sobrerrepresentación, así como el número de curules que le fueron asignadas en cada de las circunscripciones.
Como puede darse cuenta amable lector, el procedimiento está basado en la Constitución y en nuestra ley, y lo único que está haciendo el INE mediante el acuerdo aprobado por mayoría calificada de los integrantes de su Consejo General, es determinar claramente la filiación partidista de las y los candidatos ganadores por mayoría, para evitar una sobreasignación de legisladores plurinominales a determinado partido. No más.
Ni está tendiendo trampas ni yendo en contra de partido político alguno. Sin embargo, el partido en el poder ya ha dicho que está en contra, justamente porque quiere volver a abusar de ese reparto, tal y como sucedió en 2018, y dicho que controvertirá el acuerdo ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Como lo ha dicho el PAN, hay aspectos que pueden mejorarse en ese acuerdo, pero lo cierto es que su naturaleza va de acuerdo con la norma constitucional y el espíritu democrático que debe privar en la siguiente Cámara de Diputados, cuyo papel es crucial para detener la destrucción del régimen democrático en México y recuperar derechos y libertades que hoy hemos perdido.
Lo que sí es seguro amable lectora y lector, es que tras el 6 de junio de 2021 tendrá lugar un arduo proceso jurisdiccional postelectoral, que requerirá que los partidos de oposición se preparen para defender hasta el último voto que el partido en el poder quiera menospreciar.
@jlcamachov