11S, 20 años después

20 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

11S, 20 años después

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1.

Veinte años después, el presidente Joe Biden habrá de concurrir al Memorial de los atentados terroristas del 11 de septiembre en un entorno de percepciones encontradas. El mundo no es mejor desde entonces, pues con anterioridad se vivía en un ambiente de sociedades abiertas, de tránsito confiable y seguridad interior asequible. Los atentados recordaron la vulnerabilidad inherente en una sociedad abierta, cuyos enemigos suelen encontrarse dentro de ella misma por las libertades pregonadas, pues los comandos suicidas que actuaron entonces vivían en Estados Unidos desde hacía varios meses y años, laborando con normalidad e infiltrándose en los confiados sistemas de seguridad prevalecientes.

2.

El golpe a varios objetivos en Estados Unidos utilizando aviones civiles secuestrados como misiles humanos costó miles de vidas y llevó la guerra y la persecución a Afganistán y otras regiones del mundo, pues la organización terrorista Al Qaeda tenía y tiene redes en varias naciones islámicas, desde Arabia Saudita, Siria, Irak, Jordania, Egipto, Libia, Somalia y desde luego, Afganistán, en donde se encontraba un régimen propiciatorio como el talibán, cuyo líder, el mulá Mohamed Omar, compartía con Osama Bin Laden el territorio y la jerarquía. Finalmente, Bin Laden fue ultimado en mayo de 2011 por fuerzas especiales estadounidenses en Abottabad, Pakistán, en donde contaba al menos con la aquiesencia de este singular aliado. Podría decirse entonces que la misión había concluido, se combatió a los terroristas, derrocó al régimen comparsa y fue ejecutado el principal instigador de los ataques.

3.

Sin embargo, la muerte de Bin Laden no significó el final de la yihad islámica, la “guerra santa” convocada en contra de los enemigos del Islam. Convertido en un mártir, Osama Bin Laden continuó desafiando a la coalición occidental e inspirando las luchas de muchos otros combatientes musulmanes y “lobos solitarios”, desde los propios talibanes, replegados en zonas remotas de Afganistán y Pakistán, hasta el poderío alcanzado por ISIS, el Estado Islámico, así como los Squd iraníes y el Hizbollá y Hamas en Líbano y la franja de Gaza. El resultado es que veinte años de guerra contra el terrorismo no han concluido con las amenazas contra las libertades, la economía y la seguridad en el mundo libre.

4.

El intento de implantar una democracia occidental en una sociedad tribal islámica fue un rotundo fracaso. No fue como en las experiencias que funcionaron en países ocupados tras la Segunda Guerra Mundial, como Alemania, Japón y Corea del Sur, en donde 75 años después siguen estacionadas fuerzas internacionales en respaldo al diseño constitucional; en el caso de la República de Turquía, proviene de la disolución del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial y requirió además de una élite modernizadora y nacionalista, capaz de diferenciar la religión de la política, además de su incorporación a las alianzas occidentales, siendo un singular miembro islámico en la OTAN.

5.

Desgastados, el presidente Joe Biden decidió abandonar el rol de policía global y aplicar el proceso pactado por Donald Trump hace un año en Qatar con el régimen neotalibán. Deberá pagar el costo político de un retiro desordenado y golpeado por los extremistas de Isis, que podría reflejarse en las urnas en las elecciones intermedias de 2022, con un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara Baja por renovarse. Empero, las encuestas en Estados Unidos muestran que en realidad no había otra opción, la vuelta a casa de las tropas siempre trae algo de respaldo –el 60% considera, según USA Today, que la salida era lo único posible—si bien la gran mayoría reprueba el manejo de la retirada. Ahora, no será cuestión sólo de recordar a los caídos o evitar un nuevo régimen extremista en Afganistán, sino sobre todo, de construir la paz en una realidad geopolítica multipolar.

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