Censo y realidad

19 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Censo y realidad

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1.

Los datos del censo de población y vivienda 2020 publicados por el Inegi, muestran que hoy somos menos de los que creíamos, pues se estimaba una población en el orden de 130 millones de personas, siendo en concreto 126 millones 14 mil 24 habitantes. ¿Es esto bueno o malo? ¿Qué puede implicar?

2.

Para atisbar un poco, se requiere alguna referencia. Existe un índice, el de Desarrollo Humano (IDH), utilizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para evaluar de mejor manera el grado de bienestar de una nación, considerando los datos del ingreso por habitante, la escolaridad y la esperanza de vida, bajo el supuesto de que cuanto estos son más altos, lo es también el desarrollo humano. Si además, se pondera este índice con el de Gini, que mide la distribución del ingreso (en México, para 2008, estimado con la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares era de 0.458; en 2020, la misma estimación es de 0.48, es decir, se incrementó la desigualdad resultante), se obtiene una mejor aproximación, pues sólo el dato del ingreso per cápita en países con tan grande desigualdad como el nuestro suele llevar a falacias como el compararnos con Italia o España cuando en realidad estamos al nivel del Perú o Panamá en la calidad de vida de la mayoría de la población. Con este referente, si el índice de desarrollo humano de nuestro país, estimado por el PNUD, fue de 0.767 para 2020, habiendo crecido el índice de Gini a 0.48 como resultado de la mayor desigualdad prevaleciente, en realidad estaríamos hablando de un índice ponderado del 0.4, equiparable con Colombia o Argentina pero bastante lejos de Estados Unidos, Suecia o Canadá.

3.

Lo interesante al realizar un viaje a través de los censos es atestiguar la manera en que nuestra sociedad ha evolucionado y ha pasado de ser una mayoría pasiva y silenciosa, a una bulliciosa sociedad urbana, interactuante, demandante e informada que cada vez más presiona a las instituciones, las leyes y el gobierno.

Atisbemos, por ende, a los datos para conocer cuál es el estado del desarrollo humano en nuestro país y a qué atribuirlo. Tan sólo en términos de población, hoy somos un país tres y media veces más grande que el que éramos en 1960. Había 34 millones 923 mil mexicanos en la época de Adolfo López Mateos. Hoy somos 126 millones 14 mil 24. La esperanza de vida ha pasado de 60 a 75.2 años en ese lapso, el ingreso per cápita ha pasado de tres mil a nueve mil 946 dólares y la escolaridad promedio, de cuatro a 9.7 años, poco más del nivel de secundaria. No es difícil ver qué implicación tiene esto en servicios, infraestructura, inversión, empleos que se tuvieron que generar desde entonces hasta ahora.

4.

Otro factor asociado a la población es su distribución en el territorio nacional. En 1970, 41.3% de la población se ubicaba en el medio rural, contra 58.7% que se asentaba en las urbes, que ya empezaban a ser gigantescas, sobre todo si se recuerda que en 1921 el censo revelaría que 75% de la población era rural y sólo 25% urbano. Para 2000, 25.4% de la población vivía en el campo, en tanto que el 74.6% lo hacía en las ciudades.

Según el censo de 2010, 22.2% de los habitantes fue rural, frente al 77.85 urbano. Ahora, en 2020, llegamos a la relación 20/80, 20% rural; 80% urbano. La tendencia es la migración del campo a la ciudad, siendo claro que la sociedad actual es preponderantemente urbana y se asienta en un sistema de unas 400 ciudades, todas con necesidades disímbolas.

5.

Si nos comparamos con unos u otros veremos que hemos transitado buena parte del camino, pero aún tenemos mucho por andar. Lo observable a través de los censos es, sobre todo, la épica de una sociedad emergente esforzándose por superar los obstáculos en un Estado siempre paternal para constituirse en un actor que asume las cosas de manera diferente.