China y la guerra de Putin

25 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

China y la guerra de Putin

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1.

Contrario a lo que se pensara al concluir la bipolar guerra fría del siglo XX, la historia no concluyó en el triunfo del capitalismo y la democracia sino que pareciera estar tornando hacia las viejas políticas del siglo XIX, cuando varias potencias disputaban la hegemonía en lo que los académicos llaman la “vieja política” de los balances de poder, en los cuales tan pronto una cuestión se resolvía surgían otros desequilibrios.

2.

Actualmente, China desarrolla una versión del marxismo “con características propias”, también conocido como maoísmo en su versión capitalista, pues si bien China propone una vía distinta al desarrollo, ha gestado una especie de capitalismo de Estado en donde el régimen político es vertical y férreamente controlado por un partido único, el Partido Comunista Chino ya con 100 años de existencia, en una ruta alterna para construir una sociedad próspera

centralmente planificada y la cooperación de los particulares en una, hasta el momento, eficaz sociedad público-privada. Desde esta perspectiva, el régimen de Xi Jingping ha propalado el fin de la pobreza y se propone en los próximos treinta años llegar a ser una sociedad medianamente acomodada, es decir, una sociedad de clases medias. Para ello, disponen de una estrategia global denominada la “franja” y otra comercial conocida como la “nueva ruta de la seda”, buscando caminos a la influencia y los productos de una sociedad opulenta pero colectiva.

3.

Esta situación podría acelerarse de involucrarse China en la guerra de Putin. El desafío de China al mundo es el de un totalitarismo eficaz con un proyecto social profundo, por lo que si Rusia busca la ayuda del coloso chino, hay ya poca coincidencia en términos ideológicos entre ambos totalitarismos no obstante el propósito común de retar la hegemonía occidental.

4.

En el caso de Rusia, cuyo antecedente comunista, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fracasó en la reestructuración planteada por Mijail Gorvachov en los años 80 (la Perestroika) cuando el notoriamente corrupto régimen político resistió la pretensión de apertura y transparencia conocida como “Glasnost”, dejando ver el agotamiento de un modelo de ocupación y control en que se había convertido la idea del buen socialismo. A diferencia de la China actual, la sociedad ideal nunca se materializó en la URSS, la cual se desintegró tras un golpe de Estado en 1991, liberándose la Europa del Este en las revoluciones de terciopelo y creándose la Comunidad de Estados Independientes alrededor de la Federación Rusa. No sin problemas los países bálticos y del Este se integraron a la Unión Europea y Alemania logró la reunificación, entretanto otros como Bielorrusia y Ucrania en el solar europeo, y Georgia, Azerbaiyán, Kazajastán, Turkmenistán y Uzbekistán en el centro de Asia resultaron atrapados en un viejo cinturón de seguridad de una Rusia que ya no era comunista sino una cleptocracia.

5.

¿Cuál es su interés estratégico de Rusia? ¿Prevalecer? Puede lograrlo negociando, pero al prolongar la guerra pareciera únicamente defender esa cleptocracia; el régimen de Vladimir Putin no es el antiguo régimen comunista sino uno surgido de la peor parte; la KGB, responsable del espionaje y el control interno; la nomenklatura corrupta y la ortodoxia religiosa que antaño diera legitimidad a los zares en esa unión de Estado, poder y religión de la antigua Rusia. La guerra de Putin no ofrece nada, absolutamente nada, a los ucranianos como no sea la corrupción de la nueva oligarquía rusa frente a la promesa de desarrollo con bienestar de la Unión Europea. No en vano The Economist le refiere como un Stalin del Siglo XXI, un tirano que trae de vuelta la mentira, la violencia y la represión. Queda esperar que Ucrania prevalezca y China eluda el gambito y se ubique en el lado correcto de la Historia, donde no hay, no puede haber lugar para otro Stalin.

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