1.
Impresionante, simplemente impresionante. Ante la Covid y la incertidumbre, más de 100 millones de electores en Estados Unidos decidieron hacer valer su voto enviándolo por correo, mucho más de la mitad de los votos emitidos durante la jornada electoral, mismos que aún están siendo contados en las diferentes circunscripciones para concluir el cómputo y determinar en definitiva legal a los ganadores. En la jornada, los votantes estadounidenses eligieron al Presidente en la modalidad de 534 electores mandatados, a la totalidad de integrantes de la Cámara de Representantes, a 34 Senadores y a 11 gobernadores, es decir, toda una elección general para determinar el rumbo de Estados Unidos en los próximos años. Era previsible entonces que al concluir la jornada, los diferentes conteos rápidos y encuestas de salida pudieran ofrecer sólo aproximaciones de los resultados en las diferentes modalidades. En esta situación de incertidumbre, propia de una democracia realmente existente, tres escenarios eran previsibles: una “barredora” azul; un gobierno dividido con una sola Cámara en el Congreso, o bien, un gobierno polarizado, donde un partido lograra ganar la Presidencia pero el otro obtuviera el Congreso.
2.
En el primer caso, el más factible, Joe Biden gana la presidencia de Estados Unidos y el partido demócrata conserva la mayoría en la Cámara de Representantes y conquista la del Senado. Este escenario resultaba el más plausible para los mercados y conforme a las encuestas, que le dieron siempre a Biden una amplia ventaja en el voto popular. Si los demócratas logran consolidar el “carro completo”, les corresponderá enfrentar una difícil transición de gobierno, ante la escasa disposición para cooperar de una administración desfalleciente
para aprobar el paquete de estímulos económicos empantanado en el Senado e integrar en el presupuesto un aumento de impuestos a las empresas para financiar el rescate. Biden declaró la intención de aumentar la tasa impositiva corporativa del 21% al 28% (más de la mitad del recorte fiscal de Trump), con una tasa impositiva mínima del 15%, y aumentar los impuestos sobre los ingresos al extranjero.
3.
En el segundo escenario, de haber ganado Trump o Biden pero los republicanos lograran retener la mayoría en el Senado y los demócratas siguieran controlando la Cámara de Representantes, habría significado cuatro años de combate político en donde el estancamiento político continuaría. Si Biden hubiera ganado la presidencia, con los republicanos manteniendo la mayoría en el Senado, era previsible el bloqueo de los mayores planes de gasto de los demócratas, con negociaciones fiscales más complicadas para elevar los ingresos públicos.
4.
Si por el contrario, conforme al tercer escenario, Trump hubiera logrado imponerse como presidente por cuatro años más y
los demócratas arrasaran en el Congreso, se tendría un gobierno prácticamente paralizado y una sociedad polarizada. El control del Senado y la Cámara daría a los demócratas la capacidad de bloquear las políticas y establecer una situación de estancamiento y vetos, obligando al Ejecutivo a gobernar mediante órdenes ejecutivas y controversias jurídicas a dirimir en una Suprema Corte más conservadora como la constituida con la designación de la juez Amy Barret.
5.
La enorme votación masiva, históricamente la más elevada, hicieron de la jornada electoral una lección de rendición de cuentas ante los ciudadanos. Trump y los republicanos perdieron. Viene una nueva era para Estados Unidos y el mundo, en la cual la agenda internacional tendrá que revisarse y reordenarse, porque los desafíos aún están ahí: la inmensa crisis sanitaria y la pandemia; el cambio climático; la violencia, el narcotráfico, el combate al terrorismo y la ciberseguridad; la migración y el comercio salvaje, todo inmerso en un escenario internacional en el cual las reglas fueron dinamitadas por la administración Trump.