Pandemia para rato

19 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Pandemia para rato

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1.

Lo que se temía que sucediera está sucediendo; quizá como nunca antes los médicos y científicos se enfrentaron a una pandemia con celeridad, conteniendo el impacto devastador y proveyendo tratamientos y vacunas suficientes para reducir los efectos que han sido ya cuantiosos, cercanos a 2.5 millones de personas muertas y más de 100 millones de afectados, sólo por hablar de los aspectos en la salud.

2.

Empero, el acceso a los tratamientos y a las vacunas no es suficiente ni equitativo, pues quienes más tienen están acaparando el remedio, dejando para después a todos los demás. En una carta abierta publicada en The Lancet, la prestigiosa revista de investigaciones médicas, varios expertos señalaron que las vacunas contra la Covid-19 pueden poner fin a la pandemia, pero sólo si todos los países reciben dosis de forma rápida y justa, sobre todo sin aplazamientos. De lo contrario, lo que se logre en un primer momento en algunos países podría ser rebasado al seguir proliferando millones de infecciones y mutaciones cada vez más agresivas, como la variedad inglesa, sudafricana o brasileña, mucho más resistentes a los anticuerpos y las vacunas.

3.

Es decir, la acumulación de dosis de vacunas en los países más ricos implica el riesgo de prolongar la crisis, algo que ha costado ya unos 38 billones de dólares a todos los países afectados por mermas en la producción, el consumo y otras actividades como la educación o la alimentación. Ya la Organización Mundial de la Salud ha advertido que la sola existencia de las vacunas no supone la erradicación de la pandemia, pues para esto se tendrían que haber generado anticuerpos en el 70% de la población mundial, algo que deberá alcanzarse dentro de varios años. Si a este comportamiento epidemiológico se agrega el nacionalismo de vacunas, el resultado de una primera ola de vacunación llevaría a otra oleada de mutaciones incontroladas del virus cada vez peores. Por el momento, los 20 países más ricos con un 16% de la población mundial han acaparado el 70% de las dosis en el mercado. No obstante, será imposible amurallar o aislar sus fronteras para evitar el contacto o la interacción económica y comercial con los demás.

4.

En este sentido, el mecanismo COVAX de la Organización de las Naciones Unidas

para proveer las vacunas resulta insuficiente para financiarlas, acopiarlas y distribuirlas, pues a pesar de los esfuerzos públicos y privados en su desarrollo y suministro, el COVAX requiere de 6 mil 800 millones de dólares más para poder entregar las dosis a 92 países en vías de desarrollo y con la

mayor vulnerabilidad. De ahí que los esquemas manejados por las farmacéuticas con orientación de mercado como Pfizer, Moderna o AstraZeneca, deberán competir con otras más asequibles y de menor costo, que guste o no, son las desarrolladas por los laboratorios rusos o chinos, con formulaciones como la Sputnik, Cansino o Sinovac, quizá con menor mercadotecnia pero que están demostrando eficacia para contener el virus y erradicar los contagios. De lo contrario, como señala Mark Ryan, director de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud, lo más probable es que la enfermedad siga presente por mucho tiempo. De quedar algún grupo fuera de la vacunación, como los adultos jóvenes y quizá los niños, habría siempre una latencia o portación del virus que impediría erradicar la enfermedad.

5.

Ideal sería que la filantropía se impusiera y los laboratorios produjeran las vacunas sin ánimos de lucro, impulsados por el amor a la humanidad y financiados por el esfuerzo y las aportaciones internacionales de quienes más tienen para asegurar que las vacunas y los tratamientos estén disponibles para todos. Cada país podrá seguir haciendo lo que puede, pero de no tener claro que nos enfrentamos a un virus global, como en el caso del cambio climático, lo que ganen unos al final habremos de perderlo todos.