Emergencia climática, última llamada

24 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Emergencia climática, última llamada

juan antonio leclercq

Desde finales de 2021 y durante este 2022 se han presentado los tres principales reportes que componen el sexto ciclo de evaluación del IPCC sobre la situación del cambio climático (AR6). El reporte sobre ciencia climática básica, presentado en agosto de 2021, advirtió que las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por actividades humanas mantenían su ritmo de crecimiento y que, ante esa tendencia, el escenario más plausible era enfrentar aumentos de 2.7º C por encima de la temperatura promedio del planeta. Lo cual implica escenarios de alteraciones drástica y aceleradas en los ciclos vitales del planeta con efectos impredecibles.

En febrero se presentó el segundo reporte parte del AR6, centrado en riesgos, impactos y los retos para la adaptación, y este identificaba que los daños ya observables y los riesgos potenciales derivados de incrementos en la temperatura tienen un alcance y magnitud más grave que lo previamente reportado. Con lo cual se proyecta que al menos la mitad de la población mundial se encuentra en situación de alta vulnerabilidad ante desastres naturales más agresivos o frecuentes.

Esta semana el IPCC presenta el tercer reporte del AR6, ahora sobre mitigación de GEI, y el mensaje es contundente: las emisiones globales deben estabilizarse en 2025 y a partir de ahí decrecer en forma acelerada si no queremos enfrentar el riesgo de escenarios catastróficos y ciclos de retroalimentación irreversibles en el sistema climático. Estas conclusiones no representan una sorpresa, pues estos reportes resumen los resultados de investigaciones científicas realizadas durante el último lustro y han emitido la misma advertencia en forma reiterada: el margen para actuar y contener las consecuencias de la emergencia climática se reduce dramáticamente y los compromisos nacionales que los países han puesto sobre la mesa son insuficientes para evitar escenarios de riesgo catastrófico.

Al revisar los tres reportes que componen el AR6, me parece que tres mensajes marcarán el debate climático durante lo que queda de esta década. En primer lugar, los países requieren asumir un compromiso más ambicioso para reducir sus emisiones en forma drástica si queremos contener el aumento en la temperatura global dentro del umbral de seguridad del 1.5ºC. En segundo lugar, el análisis de riesgos, daños y grados de vulnerabilidad debe partir de un enfoque que integre principios de justicia distributiva, procesal y de reconocimiento a la cultura de pueblos indígenas y pequeñas comunidades. Finalmente, los patrones de producción, distribución y consumo deben desacoplarse de la explotación y uso de combustibles fósiles. En otras palabras, si la humanidad quiere evitar riesgos catastróficos, reducir la vulnerabilidad potencial para la mitad de la población mundial y contener la destrucción de ecosistemas y especies, entonces llegó el momento de abandonar la era de los hidrocarburos.

El tiempo se ha agotado. La humanidad no puede seguir procastinando el tomar decisiones que son cada vez más urgentes. La amenaza de riesgos catastróficos y la alteración irreversible en los ciclos del planeta no es un escenario propio de un futuro lejano, es aquí y ahora. Se han perdido tres décadas en acciones superficiales o de fachada, cuando pudo haberse implementado una transición gradual hacia formas de desarrollo más sostenibles. La tiranía de la agenda política del presente y el pretexto de los intereses nacionales nos han llevado a una situación límite, ecosistemas y especies enfrentan el riesgo de extinción y más de la mitad de la población humana, la misma que enfrenta condiciones de pobreza y marginación, es ahora también más vulnerable a los efectos de los desastres naturales.

Ya no hay mucho margen para que la comunidad internacional siga evitando el bulto. Se acabó el tiempo de los resultados a cuentagotas en las cumbres climáticas. No más blablablá de promesas climáticas. La ciencia ha puesto la evidencia sobre la mesa, ahora la comunidad debe actuar finalmente con seriedad o el futuro estará marcado por la catástrofe y la incertidumbre.

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