Evaluarnos ante la crisis

25 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Evaluarnos ante la crisis

Le Clercq

En su más reciente trabajo Crisis: Cómo reaccionan los países en los momentos decisivos, Jared Diamond identifica los factores más relevantes para entender la forma en que un país asume y enfrenta situaciones críticas, pero también para evaluar la efectividad de las políticas instrumentadas considerando la especificidad y magnitud de la crisis.

El autor identifica 12 factores de los que puede depender la resolución de una crisis:

reconocimiento de la crisis, responsabilidad de actuar, definición de los problemas, cooperación internacional, análisis de modelos internacionales equivalentes, identidad nacional, autoevaluación nacional, experiencia de crisis anteriores, manejo del fracaso, flexibilidad ante diversas situaciones, valores nacionales centrales y libertad frente a constreñimientos internacionales. Factores que se complementan con un análisis sobre fortaleza institucional, calidad del liderazgo, grados de conflicto político, niveles de violencia involucrados, así como factores externos o internos que contribuyen a provocar la crisis.

Estos elementos resultan útiles para entender las características de la crisis que enfrenta nuestro país. En el primer caso, parece claro que a nivel nacional se reconoce que enfrentamos una crisis profunda desde hace más de una década, que involucra altos grados de violencia e inseguridad crecientes, muy altos niveles de impunidad y un crecimiento económico mediocre y excluyente. También tiende a haber consenso en que esto se relaciona con baja calidad del liderazgo político y erosión de capacidades institucionales. La pandemia, una crisis coyuntural que retroalimenta y agudiza la crisis nacional que enfrentamos, pone además en el centro del debate el deterioro en la dotación de bienes públicos, las consecuencias sociales de la marginación y los riesgos de precarización económica que enfrentan las clases medias y la población en situación de pobreza.

Nuestra crisis ha sido diagnosticada y sobre diagnosticada por los actores políticos mismos, al igual que por organizaciones de la sociedad civil, universidades, especialistas y agencias internacionales. Sin embargo, estar de acuerdo en que hay una crisis profunda, no necesariamente implica que los líderes políticos y sus partidos, quienes toman las decisiones políticas nacionales, hayan realizado una evaluación honesta y objetiva al respecto de la dimensión de la crisis, sus elementos detonadores y, en especial, el asumir errores pasados para identificar lo que no ha funcionado. Tampoco significa que los líderes políticos hayan asumido realmente su responsabilidad política para construir acuerdos, actuar en forma coordinada y definir alternativas para activar procesos de cambio. No ha existido una coordinación efectiva ante la espiral de la violencia y no está ocurriendo durante la pandemia.

Tres factores fundamentales, y que en muchos sentidos se vinculan, tienen que ver con la capacidad de aprender del pasado, asumir una posición flexible y crítica ante las alternativas e identificar ámbitos específicos para intervenir y maximizar recursos. México había demostrado una capacidad para aprender de las crisis económicas del pasado, sin embargo, no puede decirse lo mismo con lo que ha ocurrido con la estrategia de seguridad desde la década pasada o la permisibilidad que prevalece ante la impunidad. Estamos entrampados reproduciendo estrategias que no funcionan y repitiendo los errores del pasado a pesar de que la evidencia en contra se acumula. En estos casos, de nada sirve asumir que estamos enfrentando una crisis cuando no hay voluntad para autoevaluar los resultados alcanzados y aprender del pasado reciente, y por lo mismo tampoco hay flexibilidad para analizar alternativas, redefinir objetivos prioritarios e identificar las áreas donde se tendría que intervenir para maximizar los recursos disponibles.

Las consecuencias de la emergencia sanitaria y el sufrimiento humano que nos dejará la pandemia, tendrían que convertirse en una oportunidad para evaluar la forma en que hemos manejado nuestra crisis nacional y para replantear el camino andado. De otra forma, el conflicto violento, el deterioro institucional y la decadencia económica se nos impondrán indefinidamente como única vía.