El agente Fonseca y Lima XVI

8 de Mayo de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

El agente Fonseca y Lima XVI

js zolliker

Reporta el agente infiltrado Pedro Fonseca y Lima, acostumbrado a investigar escabrosos delitos, que en su larga y sinuosa carrera policial, nunca había vomitado —hasta ahora— tras visitar la escena de un crimen.

Reporta el agente Fonseca y Lima que por su preciada e inexplicable intuición detectivesca, decidió, a pesar de su enorme carga de trabajo, tomar un caso en apariencia muy menor y que todos los compañeros de la fuerza habían despreciado: atender el reporte de algunos locatarios de establecimientos comerciales de la zona centro de la ciudad que acusaban de la incómoda presencia de una muda mujer indigente, quien además de espantarles la clientela, algunas veces les perpetraba robos hormiga; sustracciones de poca monta, tales como yakults, vasos de unicel o galletas.

Reporta el agente Fonseca y Lima, que después de algunas averiguaciones y pesquisas con los agraviados en la calle Artículo 123, comprendió que la sospechosa no padecía de mudez, sino que hablaba de una forma que los denunciantes no distinguían, motivo por el cual sospechó de inmediato que pudiese tratarse de una extranjera.

Reporta el agente Fonseca y Lima que estaba por sentarse en una banca con un café y un periódico recién comprado para hacerla de vigía, cuando divisó a la susodicha, demacrada, harapienta y sucia y en evidente situación de calle, recogiendo latas y botellas de plástico de entre algunos botes de basura públicos, mismas que acumulaba en un anaranjado y chorreante costal de arpilla. Antes de acercarse a ella, reporta Fonseca y Lima, alcanzó a escuchar que la mujer murmuraba en inglés, incesantemente, la mística plegaria de La Coraza de San Patricio: “Cristo conmigo, Cristo delante mí, Cristo detrás de mí, Cristo dentro de mí, Cristo en los ojos quien me ve, Cristo en los oídos de quien me escuchan”.

Reporta el agente Fonseca y Lima, que cuando le dijo con su oxidado inglés que él, la veía y la escuchaba (el idioma lo había estudiado en la academia en un diplomado para atención de turistas), la mujer le arrojó todo lo que encontró a su mano, no sin antes proferirle sendas palabrotas, y luego echarse a correr con toda la velocidad que su flacucho cuerpo le permitió.

Reporta el agente Fonseca y Lima, que la siguió por algunas cuadras y estaba a punto de abandonar tan trabajosa y poco remunerada misión, cuando observó que la susodicha se introdujo por un respiradero del sistema colectivo subterráneo del metro. Encendiendo pues, la linterna de su teléfono móvil, Fonseca y Lima reporta haberse embutido en aquel glutinoso túnel, que varios pasos más adelante, lo llevó al patio interior de una enorme y fantasmal vecindad.

Reporta el agente Fonseca y Lima, que un mal presentimiento le sorprendió en cuanto miró lo sucia que se le había puesto la ropa. No era normal, el total silencio que se percibía en una edificación que antaño, fuese digna de un gran esplendor, poder y riqueza, pensó el agente Fonseca y Lima, quien sabía de sobra que lugares así de amplios, en pleno centro de la ciudad, abandonados, pueden sólo pertenecer a peligrosos grupos delincuenciales.

Continuará…

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