Su apariencia física es relativamente atractiva, aunque no necesariamente encaja en los estereotipos comunes de belleza masculina. Su sonrisa, algo tímida, genera confianza. Atiende su vestimenta con esmero y su manera de expresarse es agradable y pulcra. Tiene un no sé qué, que qué se yo, magnético. Y es detallista. Muy atento. Tanto, que en la bio de su perfil de Twitter, dice: “Si te sientes solx o triste, no dudes en buscarme a cualquier hora”.
Si uno estudia con detalle sus interacciones con otros usuarios de esa red social, se dará cuenta que casi con obstinación, localiza a personas que se notan deprimidas y con notables tendencias suicidas, y él les alienta con lindas palabras, les calma con saludos amables, les manda imágenes, algunas graciosas y otras tantas con mensajes espirituales de consuelo, les invita a interactuar por mensaje directo y a veces hasta ofrece ayuda gratuita para “curar o acompañar la melancolía” por chat o videollamada.
Es innegable que, en un momento de tanta confrontación en línea, de sobrados pleitos e insultos, de necias e infructuosas querellas; en una etapa tan complicada para la humanidad, mucha gente agradece que alguien como él, se salga de la cotidiana inercia y use la red de la información, no para debatir ni discutir, sino para preocuparse por los demás, para servir como quitapesares y brindar humor sano, consolación y desahogo.
Lo que nadie sabe hasta ahora, es que después de que se gana la confianza de sus interlocutoras femeninas, si están muy interesadas en el suicidio, les pide reunirse en persona, a veces argumentando ayudarse mutuamente y después, con unos tragos encima, les droga y les viola por cuantas veces y orificios le de la gana. Luego, les asesina para liberarles de su miseria. O eso dice.
Métodos, ha probado varios, pero su favorito, es tomar a las víctimas desprevenidas y despertando, para rápidamente, ponerles una soga en el cuello y tirar de ella hasta que se produce la asfixia mecánica y sus consecuentes movimientos convulsos, que ocasionan en ellas, una eyaculación femenina que le excita enormemente y que le invita a tener relaciones sexuales de nuevo, ahora con sus cadáveres. Posteriormente, les descuartiza y la verdad es que ya no le toma mucho tiempo ni le cuesta demasiado trabajo hacerlo.
Poco a poco, va desechando los órganos en la basura separada orgánica, y va tirando partes en ríos, enterrando otras en baldíos inaccesibles y conservando cabezas y huesos en un refrigerador, pues siempre había querido formar una colección (y de paso le sirve porque bien a bien, no sabe qué hacer con ellas). En el momento de su aprehensión, tendrá los restos de nueve jóvenes en su apartamento.
El neurólogo psiquiatra confirmará el diagnóstico de la tomografía PET: su cerebro presenta mínima actividad en ciertas áreas de los lóbulos frontal y temporal, lo que junto con la presencia del gen MAO-A, biológica y físicamente, lo manifiestan como asesino serial; un psicópata que dirá no estar arrepentido más que de ser haber sido descubierto.
El asesino de Twitter le llamarán los medios y ésta #RealidadNovelada es apenas una de tantas otras historias de nuestros lóbregos tiempos modernos. Tal y como puede estar pasándole a alguien más, justo en este momento. Y tú, ¿sabes bien y a ciencia cierta con quien interactúas en tus redes sociales?