Ya basta de tonterías

16 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Ya basta de tonterías

js zolliker

Como muchos otros mexicanos, está desesperado buscando trabajo y lo único que se le ocurre hacer es visitar a sus conocidos para pedirles apoyo, ya sea por si tienen una vacante o llegan a saber de alguien dando empleo. Les ruega que le avisen de inmediato. Sabe que podría mejor llamar, pero quiere que lo vean en persona, bromear un poco, platicar unos minutos a la distancia y recordar momentos juntos. Piensa que así lo tendrán en mente mucho más que si solo les echa un telefonazo, porque desde que cerró el restaurante donde trabajó por una década, él y su familia han estado sobreviviendo de préstamos y empeños.

Suben unos jóvenes al camión. Le molesta cuando la gente no usa cubrebocas. Ya sé que todos estamos pasando necesidades y que no siempre hay dinero para comprar uno, pero se pueden conseguir gratis o se pueden hacer de ropa o hasta de trapos viejos. Chamacos pendejos. Se sienten invulnerables, pero no saben si este virus puede crear secuelas más tarde, así como con la varicela y la culebrilla, que te sale años después.

Aquellos que son eje de su molestia, se sientan juntos y comienzan a ver un video en el celular del más grande de ellos. Alcanza a ver que se trata de AMLO, viajando en avión comercial, portando cubrebocas.

–Así como él, debieran traer su mascarilla –les dice, señalando el móvil.

–Nunca lo usa, mai –le responde el del teléfono.

–Salvo ahora, que va a los Estados Unidos de Norteamérica. Allá sí se cuadra.

–Pues sí, no es idiota, mai –justifica el otro.

–Por eso estamos jodidos –les responde– nomás cumplimos las reglas en otros lados, pero aquí, le vale gorro contagiar mexicanos y hasta anda mordiendo los cachetes de una niñita, pero para ir allá, hasta se hace la prueba y parece que le importa mucho no contagiar güeritos… típico de quien orina fuera de la taza del escusado en la casa de su mamá, pero cuida de no salpicar ni una gotita en casa de la novia.

En respuesta, los jóvenes chasquean la lengua con desdén. Eso lo irrita más. Porque mira además, que tienen un mejor celular que él. Sabe que ellos sí reciben un apoyo mensual del gobierno por no hacer nada, para que voten por el mismo partido por años, mientras él, su familia y su fuente de empleo, se están yendo al carajo por la pandemia y la falta de apoyo del gobierno. Aquellos, gastan el dinero en entretenimiento, en películas, en piedra y cervezas, mientras él tiene que cuidarse de asaltos y de asesinatos mientras lo andan persiguiendo el de la renta, lo amenazan con cortarle la luz, y le huye al del crédito con el que compró un boiler para tener agua caliente.

–¿Si vieron que está prestándose a la humillación para que gane Trump a cambio de que él pueda seguir destrozando a México? –les inquiere. Mismo tronido de lengua contra el paladar y se miran entre ellos, en ademán de sorna. –¿Saben que Trump fue a tomarse ayer unas fotos al muro en Arizona? –les pregunta. Ellos, siguen viendo el celular, ahora memes y chistes, mientras él intenta explicarles, sin que muestren ningún interés, que eso es un insulto tan grande como lo sería ir a tomarse fotos con Luis Echeverría, previo a la celebración del dos de octubre. –¿Qué es el 2 de octubre? –pregunta el del teléfono a su compañero, en voz baja. El otro, levanta los hombros.

–¡Válgame! –dice él mientras se levanta de su lugar –Es el colmo que ustedes puedan votar.

–¡Ya siéntese señor! –le replica uno de ellos con cierta ironía.

–No –les responde en seco–, ya basta de tonterías. Yo, aquí me bajo.