Acabo de enterarme del reto Momo y, aunque dudé en escribir al respecto, sí quiero hacerlo porque me gustaría crear consciencia en los padres y en las madres, para que entiendan que aunque en ciertos momentos es útil, la tecnología no es el mejor juguete que puede tener un niño o una niña. Si a esto le añadimos la falta de tiempo y atención que los pequeños a veces reciben, es inevitable que terminen viendo o haciendo cosas que comprometen su bienestar físico y psicológico.
Momo es un reto viral de WhatsApp que busca aterrorizar a quienes se presten para el juego. Comenzó en un grupo de Facebook, donde se retaba a los integrantes a entablar comunicación con un número desconocido, a pesar de venir acompañado de una advertencia (al estilo de la película El aro). Para jugar los usuarios agregan a sus contactos un número de teléfono que empieza en +81 (Japón); también hay dos números latinoamericanos +52 (México) y +57 (Colombia). En ese momento aparece la imagen de Momo en WhatsApp, una mujer de ojos saltones y una boca extraña, al estilo de los personajes del director de cine Tim Burton. Quienes han entablado una conversación, afirman que recibieron mensajes con imágenes violentas y fueron amenazados de recibir una supuesta maldición o compartir información personal, en caso de no hacer lo que se les ordena. Y ese es el gran problema, entablar una conversación con un desconocido nos expone a acosos, extorsiones y estafas.
El juego busca aislar a los niños progresivamente del mundo para poder controlarlos, alentándolos a realizar acciones que ellos mismos consideran erróneas, como lastimarse o intentar suicidarse. El caso más sonado fue el de una niña argentina de 12 años que se quitó la vida colgándose de un árbol. Tras hallar evidencias relacionadas con el reto viral, las autoridades consideraron que realizó este terrible acto como una prueba extrema del juego de Momo. También existen otros casos, la fiscalía Belga informó que en noviembre del 2018 un niño de 13 años fue víctima del desafío, también murió ahorcado. Hace unos días en Edimburgo, hubo un nuevo caso de intento de suicidio. Un niño de 8 años fue inducido a clavarse un cuchillo en el cuello, pero gracias al control parental no llegó a realizarlo.
Las autoridades de países latinoamericanos ya están tomando cartas en el asunto. En México ya están circulando boletines informativos en los que advierten de los peligros del desafío: “El riesgo de este reto entre los jóvenes y menores de edad, es que los delincuentes pueden hacer uso de este juego para sacar o robar información personal; incitar al suicidio o a la violencia; acosar, extorsionar; generar trastornos físicos y psicológicos como ansiedad, depresión e insomnio.”
La imagen de Momo fue creada por la firma japonesa de efectos especiales Link Factory. La escultura de la mujer-pájaro fue vista por primera vez en el distrito de Ginza, Tokio, en el museo Vanilla Gallery, en el año 2016. Los creadores aseguran que no están involucrados en el reto Momo, y las autoridades creen que son diversos individuos que podrían no estar conectados entre sí, como fue en el caso de la Ballena Azul, que constaba de 50 pruebas que los participantes tenían que superar. Comenzaba con cuestiones sencillas, como hacer el dibujo de una ballena azul, después les ordenaban ver películas de terror por todo un día, y subía de tono hasta pedirle a los participantes que se quitaran la vida.
Entendamos que la evolución del mundo digital significa una afluencia constante de nuevas aplicaciones y juegos, lo que hace que un seguimiento sea difícil para los padres. Por eso es importante que los padres tengan una comunicación constante con sus hijos sobre estas aplicaciones y juegos, y los riegos a los que están expuestos.