Considero que nadie pondría en duda que el país que recibió el actual gobierno ya tenía dificultades, en algunos casos graves, que debieron haber sido informadas a la administración entrante.
Sin embargo, lo que ha sucedido de diciembre de 2018 a la fecha ha sido un ahondamiento en la estructura de la República, acentuado por la terrible pandemia, lo cual está provocando un inmenso desasosiego en muchos sectores de la sociedad.
El gobierno recibió este país con una república ya de por si fracturada, comenzando con las zonas liberadas al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en donde sus decisiones no tienen la menor participación. Adicionalmente, y de una manera creciente y preocupante, existen muchas zonas en el país que están dejadas al control de los cárteles de la droga y, una vez más, sin la menor o mayor participación de los gobiernos, léase federal, estatales o municipales.
El mejor ejemplo de ello son las muertes diarias que ocurren como resultado de la acción de estos grupos criminales, ante los cuales la autoridad ha sido rebasada, por más Guardia Nacional que hayan creado.
En materia política y de gobierno, recientemente hemos visto que el esquema de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), al parecer ya dio todo lo que tenía de interesante y ha sido público el rechazo hacia ella de los gobernadores del Partido Acción Nacional (PAN) y otros.
La pandemia ha sido también otro elemento de fractura de este país pues, por alguna razón todavía no informada, las decisiones federales que se han tomado no son aceptadas por muchos gobiernos estatales. No solo no las toman en cuenta, sino que, tal como hemos visto, de plano las rechazan. En este tema es muy preocupante no poder entender por qué el Consejo de Salubridad General quien, de acuerdo con la ley, es el órgano colegiado que depende directamente del presidente de la República que tiene el carácter de autoridad sanitaria y cuyas disposiciones son de carácter general y obligatorias en todo el país, no ha emitido dichas disposiciones, dejándolas en manos de un subsecretario de la Secretaría de Salud, al cual cada día ignoran más en los estados. Esto es grave, ya que el cumplimiento de las indicaciones sería obligatorio para todos los gobiernos y habitantes del país si fueran formuladas por el Consejo y no por el subsecretario.
La población está en una situación desesperada, sobre todo las personas que viven de su salario, muchas de las cuales han perdido la totalidad o gran parte de sus emolumentos, en varios casos sin recibir algún apoyo de este gobierno, a diferencia de muchos otros en el mundo que han destinado recursos adicionales para favorecer a millones de familias que lo requieren urgentemente en estos momentos. Incluso, los países de Europa han decidido, a través de la Comisión Europea, suspender temporalmente el llamado Pacto de Estabilidad, permitiendo a los Estados nacionales elevar el gasto público, rompiendo el mantra del déficit para prevenir la extensión de la pandemia y paliar sus consecuencias.
Y para que la fractura del país se ahonde más, está el asunto de la corrupción, que este mes de agosto ha producido declaraciones, denuncias, videos, menciones en las redes, etc., involucrando a personajes del pasado y del presente de todos los partidos políticos que actúan hoy en México.
Es tal el espectáculo que están dando los políticos, que se les podría aplicar la frase de los argentinos en sus épocas más oscuras: “que se vayan todos.” Pero como esto no va a ocurrir, ni ocurrió allá, lo que sí se podría pedir es que hubiera altura de miras y ya se dieran cuenta que lo que está en juego es la supervivencia democrática del país, porque si siguen así, no desaparecerá México, pero sí vendrán tiempos siniestros, difíciles y, por supuesto, autoritarios.