TAG, o cuando la ficción no supera a la realidad

25 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

TAG, o cuando la ficción no supera a la realidad

alejandro aleman

En un pequeño artículo publicado en enero de 2013 en The Wall Street Journal, el periodista Russell Adams daba cuenta de cómo un grupo de nueve amigos llevan jugando 23 años una partida de Tag, el equivalente estadounidense a lo que en México conocemos como “los quemados” o “tu las trais” (o al menos así se llamaba en mi niñez, ignoro si hoy en día tenga otro nombre). Se trata de un grupo de cuarentones que en su momento fueron a la misma escuela y que hoy en día son hombres adultos, algunos de ellos casados, pero que siempre en febrero, regresan a la niñez para seguir jugando, sólo que ahora lo hacen en un área mucho más amplia de lo que era el patio de la escuela. La obsesión infantiloide por parte de estos individuos no parece conocer límites. A pesar de que algunos de ellos se han mudado a otros estados, sus compañeros vuelan sin previo aviso para sorprenderlos de las más variadas formas: en la regadera del gimnasio, haciéndose pasar por una abuelita que pide ayuda para cruzar la calle o escondidos en el maletero del auto. Si el calendario marca febrero, la cordura y la adultez se van al carajo. A jugar se ha dicho. Al director (con amplia experiencia en televisión), Jeff Tomsic, se le ocurrió que este reportaje era el material ideal para su ópera prima, TAG (¡Te atrapé!, por su título en español). Lo cierto es que estamos ante un extraño caso en el que la ficción no es más interesante que la realidad. Y es que Tomsic, junto con los guionistas Rob McKittrick y Mark Steilen, hacen de una historia interesante, un relato inocuo, políticamente correcto (agregan a un personaje afroamericano y a una mujer en el grupo, como para quedar bien con todos) vulgar por momentos, pero sin caer en lo soez. Una versión familiar de The Hangover (2009) que pide a gritos más grasa y menos asepsia. Ni el star power que compone la película —Isla Fisher, Jon Hamm, Jeremy Renner (¿cómo lograron que se prestaran a esto?)— salvan a esta cinta que es una mala celebración a la adultez negada y al gozo perenne de la adolescencia infinita. Si bien no cae en los excesos idiotas de un Adam Sandler (Grown Ups, 2010), tampoco llega a un 40 Year Old Virgin (Apatow, 2005), conformándose con ser una comedia mediocre con grandes actores que hacen poco y una anécdota que se disfruta más leyéndola que viéndola en cine. En todo caso, mejor que hagan el documental.