Detroit o el miedo que paraliza

24 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Detroit o el miedo que paraliza

alejandro aleman

Recuerdo la escena a la perfección. Al final de Rojo Amanecer (Fons, 89) —aquel clásico sobre el 2 de octubre mexicano— el público estaba devastado. La gente lloraba angustiosamente en sus butacas, algunos abandonaron la sala antes de acabado el filme, pero se quedaban en los pasillos del ya desaparecido Cine Latino, llorando inconsolables. Lo que acababan de ver era infernal. Había en el aire una mezcla de coraje, indignación y miedo, mucho miedo.

El miedo paraliza. Así, Rojo Amanecer siempre me ha parecido una película contraproducente: en lugar de llamar a la acción, el primer impacto era de un shock que te impedía pensar y te llenaba de temor. Mejor no meterse nunca más con el gobierno o ya sabíamos lo que podía pasar. Era la época del salinato, no me parece casual que durante ese sexenio la película fuera desenlatadora.

Algo similar sucede con la nueva cinta de Kathryn Bigelow, Detroit (USA, 2017). La directora ganadora del Oscar retoma el terrible episodio que inició la noche del 25 de julio de 1967, cuando la policía detuvo a un numeroso grupo de afroamericanos en una fiesta clandestina. Los vecinos del lugar se reunieron y comenzaron a protestar por la acción de la policía. Los ánimos se caldearon: alguien tomó una piedra para romper el cristal de un comercio; así de simple inició el pandemónium que se extendió por días.

La puesta en imágenes de Bigelow es rigurosa e implacable. Sin concesión, la cineasta sitúa al público en primera fila de la brutalidad policiaca. Y es que, racistas y mal entrenados, la policía fue enviada a poner orden y lo que hicieron fue atizar el fuego. Así sucedió en el infame Motel Algiers, donde en la búsqueda de un supuesto francotirador, la policía llegó a matar a mansalva. Al fin y al cabo eran negros. Ellos se lo buscaron.

La larga secuencia del hotel es indignante y brutal. No hay justificación alguna a las acciones dementes de esos policías. El público, como aquella vez en Rojo Amanecer, se indigna, entra en shock y el miedo surge otra vez.

En la extraordinaria Get Out (2017), el director Jonathan Peele filmó un desenlace donde Chris (el protagonista) era atrapado por un policía blanco y lo encarcelaban. Aunque probablemente era el final lógico, Peele decidió que era tiempo de que los afroamericanos ganaran y cambió la escena por la que todos conocemos. Bigelow no podía tomarse esa licencia, pero al menos debió sembrar una gota de esperanza a su cinta porque, aunque impecablemente filmada y actuada, Detroit se siente más como un producto para causar shock e indignación, mas no para incitar al movimiento y las ideas.

Ingeniero, locutor y crítico de cine con más de 10 años de experiencia profesional.