La Región Salvaje: madurez autoral

20 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

La Región Salvaje: madurez autoral

alejandro aleman

Un autor alcanza la madurez cuando es capaz de sacrificar tropos que se pensaban inalienables de su estilo para tratar los mismos temas, pero desde otra perspectiva. Spielberg ya no necesita alienígenas amistosos para transmitir la orfandad de sus personajes. Cronenberg ya no necesita humanos mutantes o sexo entre metales torcidos para transmitir el desazón de la naturaleza humana.

Para su cuarto largometraje, el mexicano Amat Escalante (Heli, 2013) demuestra un ejercicio similar de crecimiento autoral, cambiando de género cinematográfico, aunque sin abandonar su particular estilo.

Sorprendentemente, La Región Salvaje es una cinta de ciencia ficción ambientada en un paraje rural mexicano. Verónica (Simone Bucio) es una adolescente que acude religiosamente con una pareja de hippies, ya ancianos, que viven en una casita en medio de la nada. Con ellos habita una especie de ente alienígena que, mediante una serie de tentáculos, da placer sexual a la persona que se acerque. La criatura es una mezcla del clásico de H.R. Giger (Alien, 1979) con las pinturas eróticas de Katsushika Hokusai.

Lastimada en el último encuentro sexual con el pulpo alienígena, Verónica acude al hospital donde la atiende Fabián (Edén Villavicencio) un enfermero gay, quien resulta estar inmiscuido en un triángulo amoroso con su cuñado, el homófobo Ángel (Jesús Meza), quien a su vez está casado con Ale (Ruth Ramos), la hermana del primero. Eventualmente estos personajes tendrán su encontronazo con el erótico ente alienígena, revelándose toda la serie de infidelidades.

Contado así, la cosa parece ser lo más ridículo que puede haber; el gran mérito de Escalante es justo lograr que la historia no se le salga de las manos, que no caiga en el humor involuntario, y que además se vuelve auténticamente interesante, atrapando la atención del público.

En su exploración del dolor y el placer, de las relaciones y la traición, Amat no esconde la influencia de Posesión (Zulawski, 1981) compartiendo temas y criaturas, pero en un contexto mexicano que no renuncia a mostrar las taras sexuales tan arraigadas como la homofobia, el machismo e incluso (aunque sea de pasadita) la creciente violencia en México.

Merecida ganadora al premio por mejor dirección en el Festival de Venecia 2016, Amat Escalante presenta la mejor película de su carrera, aquella en que pone a prueba su estilo para demostrar, absolutamente, su madurez autoral.

Ingeniero, locutor y crítico de cine con más de 10 años de experiencia profesional.

@elsalonrojo