Siria: la respuesta que viene

19 de Abril de 2024

Siria: la respuesta que viene

26 JUAN PABLO 96

Donald Trump podría estar dispuesto a cometer actos de guerra si le ayudan a construir un mensaje de fuerza y valor para sus electores. Quiere ganar votos a cualquier costo

Llama la atención que luego de más de 400 días de presidencia, de un momento a otro, el presidente Donald Trump haya decidido condenar duramente el presunto ataque químico en Siria.

El presidente estadounidense prometió que Bashar al-Asad y Rusia pagarían un “gran precio” por su papel en la crisis. En lo que ha constituido su primera y más fuerte crítica a Rusia, Trump acusó al presidente, Vladimir Putin, de apoyar a Asad. Desde 2011, el gobierno de Asad ha estado encerrado en un conflicto mortal y prolongado con los combatientes de la resistencia y elementos del Estado Islámico, siempre respaldado por fuerzas rusas.

Por primera vez, Trump utilizó Twitter para criticar a Asad y Putin por su papel en la violencia en Siria. Llamó a Asad un “animal” y también arremetió contra Putin por apoyar al líder asediado. Los comentarios de Trump no son menores. Putin fue hasta hace días, uno de los pocos líderes mundiales que el presidente estadounidense se había abstenido de criticar públicamente. Ahora, su posición ha cambiado y parece haber, por primera vez, un rompimiento con el gobierno de Putin que siempre quiso a Trump en la Casa Blanca por encima de la demócrata Hillary Clinton.

El cambio de posición de Trump es todavía más notorio e intenso con respecto a Vladimir Putin en el entendido de que tiene varios temas de política exterior a punto de reventar, sin mencionar los problemas políticos internos que lo tienen sumido en una crisis permanente. El cambio referente a Rusia y las posibles acciones militares contra el régimen de Bashar al-Asad llega al momento en el que Trump sigue preocupado por una investigación sobre Rusia; cuando aumenta su enojo con el círculo cada vez más amplio de sus asesores y confidentes atrapados en la red de Robert Mueller. El último fue su abogado privado Michael Cohen, cuya oficina y habitación de hotel fueron allanadas por el FBI el lunes. El otro, la renuncia de un asesor de seguridad más: Thomas Bossert, quien seguramente no pudo seguir en el puesto ante la llegada de John Bolton y otros personajes que suman a la inestabilidad política de Trump hacia afuera y hacia adentro.

La presencia de Trump en la Cumbre de Las Américas fue suspendida ante el inminente ataque militar que Estados Unidos conducirá contra Siria y el gobierno de Bashar al-Asad. La cancelación de Trump en ese sentido se produce un año después de que ordenó un ataque con misiles contra Siria por un ataque similar. En abril de 2017, las fuerzas estadounidenses lanzaron decenas de misiles Tomahawk sobre una base siria, luego de que decenas de civiles murieran en un ataque químico. Ahora, este tono más fuerte del presidente puede reflejar la influencia de Bolton, un halcón de defensa declarado que ha discutido abiertamente sobre tomar medidas militares contra Siria.

›Históricamente, una nación militarista como Estados Unidos cierra filas con sus gobernantes cuando éstos declaran la guerra o se involucran en algún conflicto armado. Por el poderío que demuestra el ejército estadounidense, por el sentido patriótico de sus habitantes y por la bonanza económica que genera una guerra para el que gana, y por otras razones, Estados Unidos siempre está llamado a tomar parte en las intervenciones militares.

Por ejemplo, una presidencia tan destroza como la de George W. Bush, que terminó con dos guerras inconclusas y la peor crisis económica en la historia moderna de Estados Unidos, tuvo su mejor momento luego de los ataques del 11 de septiembre, tras declarar la guerra a Irak y Afganistán.

El llamado a las armas del presidente George W. Bush en un discurso nacional suscitó un amplio apoyo público para una guerra contra el terrorismo, así como la mayor calificación de aprobación presidencial medida por la empresa Gallup, desde que comenzó a pedir al público su evaluación de presidentes hace más de seis décadas. Según la encuesta de CNN / USA Today / Gallup, realizada del 21 al 22 de septiembre de 2001, 90% de los estadounidenses aprobó la forma en la que Bush manejó su trabajo como presidente, cuando tuvo que responder a una amenaza luego de los ataques a las Torres Gemelas.

Trump no tiene ese escenario, pero cuenta con los conflictos geopolíticos suficientes para posicionarse con una base electoral que no le importa lo que pase en el mundo, siempre y cuando no amenace la estabilidad y prosperidad de Estados Unidos. Suficiente peligro se corre con la presidencia de Trump como está, como para sumar la posibilidad de ataques militares en diferentes partes del mundo. De Irán a Rusia, de Venezuela a Siria, de Corea del Norte a México, Trump tiene en su mano la agenda internacional entendiendo que podrá ofrecer muy pocos resultados locales a sus electores. Un hombre que está dispuesto a sacrificar la política exterior entregado por completo a la necesidad de ganar votos electorales a cualquier costo. Incluso el de la paz y estabilidad que de cierta forma se aplicó durante los ocho años de Obama, en los que tuvo que reposicionar a Estados Unidos ante el mundo tras las guerras de Irak y Afganistán.

cambio de planes. La primera visita de Donald Trump a América Latina como presidente de Estados Unidos fue cancelada de forma sorpresiva el pasado martes. El magnate tenía planeado viajar a Perú a la Cumbre de las Américas.

Trump se encuentra esquinado con la investigación de Robert Mueller y la injerencia rusa en las elecciones estadounidense de 2016. Para distraer, para cambiar la agenda, Trump podría estar dispuesto a cometer actos de guerra si le ayudan a construir un mensaje de fuerza y valor para sus electores que, si bien son ignorantes en muchos casos de la geopolítica que reina en el planeta, no son ajenos al poderío militar que Estados Unidos tiene y ellos, como Trump, están dispuestos a mostrar ese músculo al mundo.

Siria en ese sentido le representa a Trump esa oportunidad de reivindicarse de cierta forma con su electorado, pero con el peligro de la repuesta rusa con Vladimir Putin, un hombre que posiblemente llevo a Donald Trump al poder con su intervención, pero quien ahora tiene que vivir con la incertidumbre que representa el mismo presidente estadounidense, que ha prometido una respuesta militar en las próximas horas.

La lección para ambos mandatarios, puede ser, que tengan cuidado con lo que desean. Putin, un presidente maleable y chantajeable como lo es Trump. Y Trump, un presidente dispuesto a valerse de cualquier recuerdo para sumar puntos políticos, y que a unas semanas de retirarse de territorio sirio, podría estar más metido y sumido que nunca, sin posibilidad de triunfo cercano, como ya ocurrió en otras ocasiones como Vietnam, Irak, Afganistán y ahora, ¿Siria?