El tema era salud, pero fue al que menos se le dedicó espacio. Las casi dos horas de la mañanera de este martes fueron utilizadas por decenas de temas sin relación, sin continuidad, o de poco interés.
El primer cuestionamiento fue sobre las parteras y médicos tradicionales, sobre el pago que reciben o qué tipo de apoyo se les da. El presidente Andrés Manuel López Obrador resaltó su gran labor y apoyo, pero reconoció que, así como se está contratando médicos cubanos y extranjeros, poco a poco se integrarán al sistema médico de primer nivel que, prometió, estará instaurado en su totalidad a mitad del próximo año.
En un cambio abrupto del tema, otro reportero preguntó sobre la conferencia dada por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) sobre el caso Ayotzinapa, donde dejaron en duda la credibilidad sobre las pruebas presentadas en el informa de la Comisión para la Verdad y la Justicia, que encabeza el subsecretario Alejandro Encinas.
El mandatario inició con la defensa de su funcionario, el respaldo total al informe y a las pruebas que en él se integraron. Mientras mostraba su respaldo acusó una especie de rebelión al interior de la Fiscalía General de la República, pero no aclaró si se hablaba de Alejandro Gertz Manero, o del exfiscal especial para el caso, Omar Gómez Trejo.
Y continuó. Seguía narrando que las investigaciones continuarían, que era un trabajo completo, incluso habló de la separación del GIEI, como si de una ruptura se tratara.
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Pero luego, como acostumbra a hacerlo, inició señalamientos contra la prensa mexicana. “Los medios de información, seguramente no hay nada de que triunfó Lula, pero de esto que me estás preguntando debe estar llena la prensa mexicana”, criticó.
Y luego, contra los opositores. Aseguró que, “en el fondo, es el deseo ferviente del conservadurismo de que no cumplamos con el compromiso que tenemos con los padres de Ayotzinapa”. Pero ni bien terminó la frase cuando se enfrascó en otro de sus temas preferidos: el periodo “neoliberal” y la historia.
El saqueo de recursos en la época de la Colonia, los recursos que se dedicaban a los medios de información. Luego, las críticas a su visita a Badiraguato y su comparativo con otras ciudades, sus viajes por carretera o en vuelos, y luego, ante la insistencia del reportero, regresó al tema.
Pero no duró un minuto, cuando volvió a salirse de la conversación y recordó cuando visitó Bloomberg en Nueva York, y aprovechó para acusar a El Financiero de no portarse bien y pidió que hicieran un análisis de la falta de profesionalismo en el diario mexicano. Y volvió a regresar al tema Badiraguato. Hasta retó a que presenten pruebas de su presunta reunión con el Cártel de Sinaloa. De hacerlo, dijo, renunciaría a la Presidencia de México.
Y otra vez, el reportero le hizo regresar al tema. Reconoció la labor del GIEI para tumbar la “Verdad Histórica”, pero nuevamente volvió a desviarse. Tocó el tema de la Iglesia, sobre su pronunciamiento acerca de la Reforma Electoral, pero se enfocó en resaltar al papa Francisco, que ha sido el mejor representante de la Iglesia Católica, “un verdadero cristiano que trabaja en favor de los desposeídos”.
Una vez más el tema cambió. Ahora fue Lula da Silva, con quien sostuvo una llamada luego de su triunfo en las elecciones presidenciales de Brasil. Pero ahora fue distinto, y hasta compartió un video grabado durante su plática telefónica.
Lo cuestionaron sobre extorsiones a comerciantes, pero de eso dijo desconocer el tema, sobre todo en el estado de México, ya que sólo tenía conocimiento de que sucedía en Guerrero. Pero luego se enfrascó en una batalla contra el escritor Juan Villoro, a quien acusó de defender a grupos de poder y navegar con bandera de independiente.
Y una vez más, la historia, la transformación, Zedillo, Salinas, Calderón, el fraude electoral de 2006, para terminar con la limpia de la corrupción en el ISSSTE.
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