Un demonio santificado en las iglesias llamado diabetes

19 de Abril de 2024

Oscar Moha
Oscar Moha

Un demonio santificado en las iglesias llamado diabetes

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Al pastor estadounidense Steve Willis, de la Iglesia Bautista ubicada en el Estado de Virginia, lo apodan “El Apóstol de la Salud”. Es un activista que ha emprendido demandas judiciales en contra de empresas que venden comida chatarra y bebidas con alto contenido de azúcar. Y es que la comunidad de Huntington -donde tuvo su congregación- estaba catalogada como “el centro de la epidemia de obesidad” a nivel nacional, panorama similar al que presenta el Estado de Chiapas, donde 1 de cada 4 menores de edad padece obesidad, desnutrición y diabetes.

El reverendo Willis se dio cuenta de que el sobrepeso y otras enfermedades letales estaban cobrando más vidas dentro de su feligresía que la violencia y el crimen organizado, por lo que decidió concientizar a sus congregantes para que llevaran a cabo una sana alimentación, un programa de actividades deportivas y proponer leyes que obligaran a las empresas que producían alimentos “chatarra” a etiquetarlos para que los consumidores no fueran engañados.

Hay otro pastor bautista en Meryland llamado Delman L. Coates. Él y los más de 12 miembros de su congregación han llevado a cabo marchas y manifestaciones en la Unión Americana también en contra de esas empresas que utilizan grandes cantidades de azúcar y sodio para elaborar golosinas y bebidas. Es fundador de la Iglesia Central Negra para la Justicia y la Igualdad (BCC, por sus siglas en inglés). En julio de 2017, el pastor Delman y otro de sus colegas de la Iglesia Metodista, William Lamar, demandaron a Coca Cola Company por daños a la salud en la población consumidora. Su activismo es reconocido a nivel mundial.

En México, estos líderes religiosos evangélicos no tienen contraparte. Es decir, no existe un solo Ministro de Culto –no al menos en la comunidad cristiana, donde hay unos 70 mi pastores- que se dediquen a concientizar de manera sistemática a su congregación, o que impulsen propuestas que beneficien la salud pública como la que se acaba de autorizar en Oaxaca, donde el Congreso local aprobó una ley que prohíbe la venta de bebidas y alimentos con escaso valor nutricional a menores de edad.

Los pastores mexicanos están más preocupados por la salud moral de la sociedad que por evitar o prevenir las 40 mil muertes que cada año registra el Instituto Nacional de Salud Pública, atribuidas al consumo de refrescos en el país. También les tiene sin cuidado que el 90% de los más de 70 mil muertos por coronavirus padecían de diabetes, hipertensión y obesidad. Hasta un 7% de ellos, eran miembros de Iglesias Cristianas, incluyendo pastores que carecen de hábitos alimenticios adecuados y casi nunca realizan actividades deportivas ni las fomentan en su gremio.

Una de las enfermedades que predomina en las congregaciones evangélicas es precisamente la diabetes. Aunado al fomento de ingesta de comida chatarra que incluso se vende en los templos, así como el consumo de refrescos que ya es parte esencial de la convivencia posterior a los servicios religiosos.

Más del 80% de los Ministros de Culto protestantes en México carecen de servicios médicos, es decir sus denominaciones no tienen la capacidad de incorporarlos al IMSS o pagarles gastos médicos pues tampoco están registrados como empleados. Por ende la pandemia de diabetes, sobrepeso e hipertensión se extiende con mayor rapidez en las congregaciones.

Según un estudio del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (CIMSUR) la entidad gobernada por Rutilio Escandón Cárdenas “es la región del mundo donde más se consume Coca Cola. En promedio cada persona de la entidad bebe 821.25 litros por año”. El estudio realizado por el antropólogo Jaime Page Pliego indica que el aumento de consumo de refrescos fue ocasionado en parte “por una modificación de la vida social y religiosa de sus habitantes”, ya que los líderes tradicionales sustituyeron el alto consumo de bebidas alcohólicas por gaseosas a partir de 1980.

Como se recordará, Chiapas es uno de los Estados con mayor crecimiento de comunidades evangélicas a nivel nacional, precisamente a partir de la década de los 80’s cuando la intolerancia religiosa cobraba vidas y expulsiones. Hoy las enfermedades derivadas del consumo de bebidas que contienen sodio y azúcar en cantidades demoniacas son una nueva forma de suicidio colectivo aprobado por las Iglesias y sus líderes.

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