Y ahora, ¿quién podrá detener a Vladimir Putin?

18 de Abril de 2024

Y ahora, ¿quién podrá detener a Vladimir Putin?

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El presidente de Rusia llega al fin de su gobierno con el momento geopolítico de su lado, una Europa en crisis y países en desarrollo amenazados por la injerencia rusa

Hace un par de semanas, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, presentó su mensaje anual sobre el estado de la nación. A diferencia de otros años en los que el mensaje ha sido más local que global, Putin decidió presentar su músculo militar y nuclear al mundo. Tras la recomposición del balance global y de fuerzas tras la retracción de Donald Trump del concierto global, Rusia con Vladimir Putin, y China con Xi Jinping están ganando la partida internacional y logran avanzar agendas totalitarias, pero con una estabilidad de la que están careciendo las democracias occidentales. Mientras Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña y ahora Italia, sufren de polarización, migración, inestabilidad económica y complicaciones políticas, Putin y Xi Jinping consolidan su poder y preparan la expansión de sus gobiernos más allá de sus fronteras.

Durante el mensaje de Putin, una enorme pantalla azul fungía como escenario y pizarrón al mismo tiempo. Con la más alta tecnología dio cátedra de comunicación política al mundo, en especial a Donald Trump. El poderío militar y político ruso se conjuntó con la tecnología para presentar un informe sobre el estado de la nación que terminó siendo una amenaza contra Estados Unidos y su presidente. Con una oratoria magistral, Putin anunció al mundo la capacidad de lanzar ojivas nucleares desde su país hasta cualquier parte del mundo sin que ningún escudo antiaéreo pueda hacer algo al respecto, pues sus misiles viajan por el espacio al límite de la tierra con la capacidad para reingresar a la atmósfera cuando el momento del ataque llegue. Lo cierto es que Putin, conociendo a la perfección al personaje que vive en la Casa Blanca, inició una especie de Guerra Fría moderna que, sin ideologías capitalistas o comunistas, impulsa en una carrera armamentista que puede tener resultados catastróficos.

El próximo 18 de marzo, más de 110 millones de rusos tendrán una opinión sobre quién será el próximo presidente, algo que nadie duda donde la oposición política es apabullada y hay una prensa sin libertad.

›A pesar de que son ocho los candidatos, incluyendo al presidente Putin, no existe una real contienda democrática que permita el cuestionamiento del actual régimen. Será el cuarto término de elección para el actual líder ruso, quien fue elegido por primera vez en 2000, después de la entrega del poder de Boris Yeltsin.

Aunque la Guerra Fría oficialmente terminó hace tiempo, la inteligencia rusa se ha hecho presente especialmente en los últimos años en las democracias occidentales y otras partes del mundo. Son ya bien conocidas y documentadas las acusaciones hacia Rusia por intervenir en diferentes elecciones de democracias occidentales: Estados Unidos, Brexit, Cataluña y Francia, sólo por mencionar algunas. El hackeo a la central de correos electrónicos del Partido Demócrata y la participación en otras formas de subversión cibernética impulsaron la carrera en favor del ahora presidente Trump. A pesar de que han rastreado directamente el origen de las campañas políticas a Rusia y el asesor especial Robert Mueller está investigando a diferentes miembros del gobierno y de la campaña de Trump por supuestamente haberse coludido con Rusia, el presidente ruso, Vladimir Putin, siempre ha negado el involucramiento de su país en una guerra cibernética con Estados Unidos.

Putin ha expresado su orgullo por la “gente única“ de la comunidad de inteligencia rusa. Su punto débil son precisamente los espías, y eso no es ninguna sorpresa: su formación fue como un elemento de la KGB. Formado durante los años de la Unión Soviética, Putin siempre ha soñado con un regreso a la antigua Unión que representaba el mayor poder mundial con su territorio, cultura y poder. La intervención rusa en las elecciones internacionales o asuntos como Crimea y Siria por mencionar algunos, demuestran esa intención expansionista en diferentes modos de influencia. Ahora Putin llega con todas las de ganar a una elección presidencial que no le representa ninguna dificultad en cuestión política. Por el contrario, la segura reelección de Putin se da cuando más alcance e injerencia tiene a nivel internacional ante el vacío de poder y liderazgo que ha dejado la presidencia de Donald Trump.

El reciente episodio del ataque a un espía británico por parte del gobierno de Putin lo ha dejado en una posición incómoda con el gobierno inglés de Theresa May, quien como primera ministra amenazó con represalias de su gobierno contra Rusia por el ataque contra un miembro de su comunidad de inteligencia.

Lo que históricamente se ha considerado como una relación de aliados —Estados Unidos y Reino Unido— se encuentra en uno de los puntos más bajos de los tiempos modernos. Ante tal distanciamiento y la negativa de Trump de meterse con Rusia, la indiferencia ha prevalecido; el presidente de Estados Unidos no se ha pronunciado sobre el ataque, dejando sola a Theresa May frente a Putin y con amenazas de por medio.

Incluso, hay quien dice que la salida de Rex Tillerson del Departamento de Estado estadounidense tiene que ver con la posición antirrusa que manejó durante su administración, contradictoria a las ideas de Trump. El periódico Washington Post informó que 13 horas antes de ser despedido como secretario de Estado, Rex Tillerson emitió quizá sus comentarios más duros, hasta la fecha, sobre Rusia. Dijo que el agente nervioso utilizado contra el exespía ruso en Gran Bretaña la semana pasada claramente vino de Rusia. También llamó a Rusia “una fuerza irresponsable de inestabilidad en el mundo, actuando con desprecio general por la soberanía de otros estados y la vida de sus ciudadanos“.

HEGEMONÍA. Vladimir Putin nunca ha ocultado su objetivo de devolver a Rusia el peso que tuvo cuando era referente de una de las dos superpotencias mundiales.

Quizá fue su último gran acto como secretario de Estado. ¿Pero fue la razón de su despido o incluso la última gota que se derramó? La Casa Blanca insiste en que la decisión de despedir a Tillerson se tomó antes de sus comentarios el lunes por la noche, que fue enterado de ésta las primeras horas de la mañana del sábado. Pero una declaración de un importante vocero del Departamento de Estado indicó el martes que Tillerson no tenía una advertencia previa de su finalización más allá de un aviso de que Trump podría tuitear algo. Los demócratas rápidamente emitieron declaraciones que alegan que el ahora exsecretario de Estado fue despedido por ser demasiado duro con Vladimir Putin.

Putin enfrenta la elección del domingo con un mundo amenazado por la influencia, injerencia, expansionismo y desestabilización que viene de su país. Donald Trump genera cada vez más dudas sobre su verdadera relación con Rusia y Putin, y la razón por la que se ha negado a enfrentarlos directamente como lo hizo Barack Obama, aunque de poco o mucho haya servido. Putin llega a un término más de su gobierno con el momento geopolítico de su lado, con un presidente estadounidense encerrado en sus propias ideas, una Europa rota, en crisis, y países en desarrollo amenazados por la injerencia de la alguna vez soviética nación. Con la intención de recuperar la formación y el estado de la antigua Unión Soviética, la gran pregunta a nivel internacional es y ahora, ¿quién podrá detener a Vladimir Putin?