Zona Cero | Curas villeros, la ayuda en los barrios de Buenos Aires

25 de Abril de 2024

Zona Cero | Curas villeros, la ayuda en los barrios de Buenos Aires

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Los representantes religiosos de las zonas más marginales de la capital de Argentina demuestran que es posible dar a quien menos tiene

Acompañan en el dolor, resuelven urgencias, escuchan quejas, reúnen donaciones, organizan la ayuda. Afincados en los barrios marginados de Buenos Aires, los curas villeros son verdaderos directores de orquesta de la solidaridad y su rol creció tanto como las carencias en medio de la pandemia.

“Para ser cura villero una de las claves es vivir en el mismo barrio en el cual trabajamos. Somos vecinos, y eso le da una envergadura a nuestra misión”, comenta a la agencia AFP Lorenzo de Vedia, llamado cariñosamente padre Toto.

Desde 2011, este cura futbolero y peronista es el párroco de la capilla de la Virgen de Caacupé de la Villa 21 que, junto con la Zavaleta, forman una extensa barriada popular en el sur de la capital. Allí viven unas 80 mil personas, y de ellas dos mil 500 se contagiaron de coronavirus.

“La cuarentena y la pandemia ponen de manifiesto realidades de siempre que se profundizan. Se visibiliza la injusticia estructural, los problemas de infraestructura, pero al mismo tiempo crece la solidaridad, cosa que está en el ADN de los villeros”, asegura el padre Toto.

Unas 163 mil personas viven en las villas de emergencia de Buenos Aires, poco más del 5% de su población, según el censo de 2010. Y en estos lugares algunas jornadas son más duras. Al regreso de acompañar a una familia al cementerio, lo espera una mujer joven a quien le entrega las cenizas del esposo que acaba de morir mientras ella estaba internada por Covid-19.

Pobreza. La cuarentena y la pandemia ponen de manifiesto realidades de siempre que se profundizan.

El cura no tiene respiro. “La parroquia es un poco la intendencia del barrio: lo mío es atender un montón de complejidades, gente que no tiene para pagar el alquiler, que se le acabó la garrafa de gas, que se le incendió la casa, que se le inundó la calle. Algunos que antes no pedían y ahora sí”, detalla a la agencia de noticias.

Como todos los mediodías desde que cerraron los comedores comunitarios, los vecinos forman fila frente a la capilla, con barbijo y respetando la distancia, a la espera de las viandas.

Al lado, el jardín de niños se transformó en un centro de acopio y entrega de alimentos para otras 700 familias. La alcaldía de la ciudad manda comida no perecedera, pero el padre Toto se las ingenia para agregar a la dieta carne y verduras.

Al principio del confinamiento, el pasado 20 de marzo en Argentina, el padre Toto fue uno de los curas villeros recibidos por el presidente Alberto Fernández. “Nos sentimos escuchados”, afirma.

Su manera de protegerse, relata a AFP, es el sentido del humor y la amistad. “De la villa, trasciende la droga, la violencia, la pobreza, lo árido, pero acá también está a flor de piel una carga de calidez y de afectuosidad”, sostiene.