#ZonaCero | Sólo exige respeto

19 de Abril de 2024

#ZonaCero | Sólo exige respeto

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Alejandra debió ocultar su identidad para no ser agredida en el
 transporte público; y cuando cayó enferma, procuró no asomarse a la
ventana para evitar sospechas entre los vecinos de su cuadra

La duda y el temor se hicieron parte del día a día de Alejandra, además del creciente número de enfermos que atendía, las agresiones contra el personal de salud se hicieron tristemente comunes.

La presencia de elementos de la Guardia Nacional en el hospital era una imagen que desencajaba con todo lo que Ale conocía sobre su trabajo, y aunque nunca fue agredida, varias de sus compañeras sí, lo que la convenció de no portar su uniforme en la calle.

Tener que ocultar quién era le hacía sentir como una persona indeseable o no grata para la sociedad, incluso un poco triste, y aunque Ale reconoce que no estudió para salvar vidas, porque no es una heroína con superpoderes, sí lo hizo para proteger y acompañar a las personas durante la enfermedad.

Nunca pidió un monumento o gratitud por lo que ella describe como su trabajo, pero sí respeto a una profesión que se enfoca principalmente en ayudar a quien está sufriendo por un padecimiento.

Lo que más le molestaba era que las personas pudieran creer que ella había estudiado tantos años para infringir dolor, especialmente cuando el centro de su profesión se encuentra en el cuidado a otros.

Ese mismo temor fue el que la obligó a ser más reservada en sus trayectos diarios, los choferes de la ruta la conocían y en más de una ocasión recibió alguna mirada incómoda cuando pagaba su pasaje.

Nada cambió cuando se enfermó, incluso prefería no asomarse por la ventana para que sus vecinos no supieran que estaba en casa en lugar de trabajando y comenzaran a sospechar. Así pasó dos semanas completas, entre la soledad y la ansiedad de ser descubierta, como si eso último fuera peor que el dolor que el Covid-19 le provocaba.

Su cumpleaños marcó el fin de su enfermedad, pero no de su batalla contra el nuevo coronavirus. Al día siguiente y con su uniforme en la mochila, Alejandra se preparó para acompañar a sus pacientes en un camino que ella acababa de recorrer.