¿Comunidad o competencia?

9 de Mayo de 2024

Diana Loyola

¿Comunidad o competencia?

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Descubrí un hilo negro que se movía casi imperceptible hacia el bote de basura orgánica, al acercarme descubrí que se trataba de hormigas negras, pequeñas, solidarias, organizadas y con un sentido de comunidad impresionante. Me hizo cuestionarme con toda honestidad si el hombre está programado para hacer comunidad o para la competencia. ¿Será real la ley del más fuerte? ¿Será más feliz?

Muy pronto en mi búsqueda encontré respuestas científicas y espirituales que no tienen objeción: el hombre está programado para la comunidad, para la democracia, para la solidaridad y la colaboración. La competencia es un invento de la civilización que les ha servido a bien pocos. Y en ese contexto, ¿por qué las escuelas, los deportes, los empleos, las redes sociales y demás inventos posmodernos se empeñan en fomentar la competencia?, comprobado está que funciona mejor el trabajo en equipo para obtener mejores resultados y sentir mayor bienestar personal.

En el documental “Happy” (yo lo encontré en Netflix), me encantó la manera en la que abordan el tema de la felicidad. Señalan que hay dos conjuntos de factores principales que afectan el nivel de felicidad de las personas: los intrínsecos y los extrínsecos. Siendo los primeros motivaciones internas, relaciones afectivas, metas personales, contacto con la naturaleza, la familia y los amigos, dar lo que uno está capacitado para dar, etc. Los factores extrínsecos son los que dependen del exterior, como la apariencia, la capacidad adquisitiva, la posesión, la imagen, el halago, etc. Las personas cuyos factores intrínsecos son prioritarios, tienden a ser más felices, a tener mayor sentido de comunidad y a ser más solidarios. Contrariamente a las personas que dan mayor importancia a los factores extrínsecos, cuya tendencia a la felicidad y la plenitud es menor, y las necesidades parecen nunca quedar satisfechas, uno entra en la llamada “rueda del hedonismo” donde te adaptas a cualquier nivel de riqueza y después quieres más. Vacíos, que les llaman.

Mi experiencia al hacer voluntariado fue maravillosa, esa sensación de ser capaz de aportar algo, de compartir algo, de ser útil, es una sensación incomparable, te hace sentir humilde y agradecido, contento y motivado. El apoyo siempre es importante, el contar con la gente y que la gente cuente contigo es significativo y trascendental, mejora la vida, las relaciones con los demás y con uno mismo. Ojalá nos diéramos el tiempo de pensar qué está en nuestras manos hacer por el otro, por quien sea, cuando sea. En estos días me he dado a la tarea de buscar voluntariados en los cuáles colaborar, no sólo yo, mi idea es involucrar a mis hijos y hacerles conscientes del valor del trabajo comunitario. Me motiva la idea de que aprendan a ayudar a otros, sin mayor interés que ser útil; que se sientan satisfechos con ellos mismos; que valoren lo que tienen; que descubran que estamos programados para trabajar en grupo y que hacerlo da alegría y bienestar. Quiero que sientan dentro de ellos lo que es verdaderamente importante.

Curiosamente mis hijos son extraordinarios alumnos, el desempeño de ambos ha sido muy bueno a lo largo de su escolaridad (no, no lo digo por presumir. Bueno, tal vez un poco), sin embargo, para mi ha sido básico que sepan que la competencia es con ellos mismos, si han de superar un promedio es el del trimestre pasado, las notas no son nada si no hay verdadero aprendizaje detrás, si algún compañero les pide ayuda apoyarlo… en fin, no aislarlos ni meterles en la cabeza que tienen que ser mejor que los demás. Cada individuo es diferente y como tal, se le respeta y se le apoya si es necesario. Uno nunca sabe cuándo seremos nosotros los que vamos a necesitar ayuda. Somos compañeros de trayecto, somos seres sociales, somos juntos.

Hagamos comunidad, hagamos voluntariado, hagamos algo que nos dé sentido de pertenencia. La recompensa es bellísima, se los prometo.

¡Hasta la próxima!

@didiloyola

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