Esto es México, güey

19 de Mayo de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Esto es México, güey

Pocas expresiones resumen con tal contundencia, en forma tan clara como grotesca, el alcance de la impunidad en México, como la justificación a la que recurre el llamado “Lord Audi” cuando se confronta en la calle con un policía auxiliar. “Esto es México güey, capta”, máxima que encapsula una concepción de vida pública, de los derechos y las obligaciones ciudadanas, centrada en la prepotencia y la reivindicación de un espacio de impunidad personal.

La actitud de “Lord Audi” el día del incidente evidencia todo un proceso de disonancia cognitiva. El sujeto no alcanza a comprender por qué se le cuestiona aún después de invadir un carril confinado, golpear con su vehículo a un ciclista en movimiento, agredir verbal y físicamente a un policía y a un grupo de ciudadanos para posteriormente darse a la fuga. Al parecer algo en el interior de su cabeza le dice que quienes están mal son todos los demás, aquellos que cuestionan sus actos u osan reclamar las consecuencias de su conducta.

“Lord Audi” entiende el agandalle como su derecho inalienable. Está convencido que puede pasar por encima de los derechos y dignidad de los otros y, lo que es peor, asume que nadie puede reclamarle porque “esto es México”. Lo que nos dice a todos los mexicanos, “capten”, es que las reglas del juego social equivalen a la Ley de Herodes y, por tanto, quienes exigen respeto a leyes o reglamentos en realidad no entienden cómo funcionan las cosas. Simplemente afirma a la impunidad como la base de nuestra vida pública.

Avishai Margalit sostiene que una sociedad decente es aquella en donde las instituciones no humillan a las personas, mientras que en una sociedad civilizada las personas no se humillan entre sí. El problema de la impunidad estructural, de casos en los que ocurre como práctica generalizada, consiste en que transforma a la sociedad en una comunidad indecente e incivilizada: las instituciones humillan sistemáticamente a las personas y las personas multiplican los procesos de humillación, y con ello de doble victimización, en sus relaciones cotidianas.

La impunidad ha causado un daño profundo a nuestro país porque multiplica los efectos de la violencia, la inseguridad o la corrupción y porque ha erosionado los cimientos de nuestras instituciones y el cemento de nuestra sociedad. El caso de “Lord Audi” y sus equivalentes, son sólo un reflejo de la impunidad generalizada que nos corroe y que es incompatible con la aspiración a una sociedad más justa y democrática. Combatir la impunidad debe estar en el centro de la agenda pública, debemos erradicar la concepción arraigada de que las instituciones pueden humillar a las personas o que algunas personas pueden humillar a otras sin consecuencias. Captemos, esto no puede seguir siendo México.

*Profesor de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, UDLAP. Director del Centro de Estudios sobre Impunidad y Justicia, CESIJ. Coautor del Índice Global de Impunidad. Twitter: ja_leclercq

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