El trastorno disocial como factor detonante de la violencia en las escuelas

25 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

El trastorno disocial como factor detonante de la violencia en las escuelas

simon vargas

“La justicia social no puede ser conseguida por la violencia. La violencia mata lo que intenta crear.”

Juan Pablo II

La violencia surge como una arista de la cultura, los conflictos familiares, sociales, económicos y políticos; lo afirmó el filósofo suizo Rousseau: “El hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe.” Nuestra época nos ha dado un revés difícil de pasar por alto, sino es más violenta por lo menos es igual que las anteriores, con un inconveniente grave, ahora es más fácil conseguir instrumentos para agredir y causar daño, e incluso el dolor es exponencial en la medida en que las redes sociales y los medios masivos de comunicación muestran el sufrimiento a los miles de espectadores; ahora se pasa del conflicto al crimen con gran facilidad. La violencia ha alcanzado al segmento de la sociedad con mayor vulnerabilidad transformándolos incluso en agresores; según un estudio realizado por la OCDE, en México 7 de cada 10 niños sufren violencia en los centros escolares la cual es ejercida por sus propios compañeros y las consecuencias derivan desde un bajo rendimiento académico, deserción, hasta suicidio; esté último en incremento considerable sobre todo en niños de 5 a 13 años ya que además de la escuela, los menores son maltratados y la humillación repetida por redes sociales y medios de comunicación. https://bit.ly/2v1xBks Pero ¿Qué es lo que estamos pasando por alto? debemos poner atención en las niñas, niños y adolescentes, porque en muchas de las ocasiones lo que se considera “maldad infantil” o “rebeldía adolescente” puede ser un síntoma de trastorno disocial que ha sido opacado (incluso intencionalmente por familiares) por el miedo a ser estigmatizado; según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV) el Trastorno disocial es definido como: un patrón de comportamiento persistente y repetitivo en el que se violan los derechos básicos de los otros o importantes normas sociales adecuadas a la edad del sujeto; estos comportamientos se dividen en cuatro grupos: comportamiento agresivo que causa daño físico o amenaza con él a otras personas o animales; comportamiento no agresivo que causa pérdidas o daños a la propiedad; fraudes o robos y violaciones graves de las normas. https://bit.ly/2DPGRJJ La adolescencia es un periodo de transición, donde el entorno del joven juega un papel crucial y generalmente es en esta etapa cuando los adultos dejamos de prestar atención; se asume la suposición de que los cambios son normales y se pierde de vista que la sociedad y el ambiente pueden influir en el comportamiento; corriendo el riesgo de que algunos puedan convertirse en delincuentes juveniles que buscan infringir dolor en las esferas más cercanas de su vida cotidiana: la escuela y la familia Según el Informe Especial “Adolescentes: Vulnerabilidad y Violencia” de la CNDH, el 38% de los adolescentes recluidos en cárceles afirman haber cometido delitos por conflictos interpersonales, lo que nos lleva a considerar que una agresión cometida en la escuela puede ser el detonante para la conversión en un delincuente a futuro cercano; es por esto que en cuanto se detecten patrones de conducta agresivos deben evaluarse todas las esferas, psicológica, emocional, familiar y personal, para así presentar soluciones concretas que ayuden al agresor y al agredido. No se trata de eximir de la responsabilidad a las y los adolescentes o niñas y niños que cometen agresiones, se trata de ver más allá de la violencia, entender los patrones y romper las cadenas; no sólo se es agresivo por llamar la atención, o establecer supremacía, sino incluso como una revelación dolorosa de un déficit, muchos pacientes disociales tienen menos probabilidades que los demás de acreditar con éxito exámenes y muchos ven el colegio como un mero trámite. En la violencia ejercida por el sujeto disocial no sólo influyen factores genéticos, psicológicos, sociales, familiares o incluso alteraciones cerebrales, es el conjunto de todo lo que hace a este trastorno tan difícil de entender y canalizar, por lo que generalmente suele confundirse como una reacción ante el entorno. Se debe prestar atención a cada muestra de agresión porque ésta no es natural; atacar, golpear, humillar o infligir temor no son actitudes normales en la adolescencia y pueden representar un ejemplo de una sociopatía en proceso en donde poco a poco se irán perdiendo nociones de normas, leyes o derechos individuales, creando segmentos de seres humanos con mayor agresividad y formas más violentas de manifestarla.

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