México, ¿fortaleza o debilidad?

25 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

México, ¿fortaleza o debilidad?

luismcruz1

MÉXICO, D.F., 09MAYO2013.- Enrique Peña Nieto, Presidente de México, encabezó el último foro del “Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, México Prospero”, el cual fue llevado acabo ante la presencia de diversos secretarios de estado. En la imagen, saluda a Luis Videgaray, Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP). FOTO: EMILIANO RUVAL / CUARTOSCURO.COM

/

Misael Valtierra Ruvalcaba

No obstante la volatilidad e incertidumbre, nuestro país tiene una mejor posición que otras economías emergentes

1. México, ¿fortaleza o debilidad?

En estos días confusos, a cuatro meses de Iguala y de cara a las elecciones intermedias, es posible ver las cosas desde la lógica de un vaso medio lleno o uno medio vacío. En el primer caso, quienes están obligados a dar resultados habrán de optimizar lo que se hubiere logrado; en el segundo, quienes exigen esos resultados suben la vara y ningún ítem, por bueno que sea, llega a satisfacerles.

Bien pudiéramos ubicarnos en la lógica del vaso medio vacío y coincidir con algunos medios nacionales e internacionales que insisten en que el potencial de México ubicarse en el lugar que le corresponde en el mundo pudiera verse afectado por supuestas revelaciones de tráfico de influencias en el primer círculo del poder o una situación de violencia generalizada que, en realidad sucede sobre todo en Guerrero, entidad que fue malgobernada en colusión con el crimen organizado y en ella aconteció la barbarie de Iguala, que habrá de cumplir mañana cuatro meses sin una conclusión todavía satisfactoria a la desaparición de 43 normalistas que fueron llevados y dejados a su suerte aún no sabemos por quiénes.

No obstante, al menos jurídicamente es posible decir que las líneas de investigación apuntan a que los normalistas fueron capturados por orden de la pareja criminal del edil José Luis Abarca y su esposa, por policías municipales criminalizadas de Iguala y Cocula, entregados a la organización criminal de los Guerreros Unidos, trasladados a un basurero de Cocula donde fueron ultimados e incinerados, y esparcidas las cenizas en las aguas del cercano Río San Juan.

Para quienes ven el vaso medio vacío, México no tiene remedio, marcha derechito al abismo y tendríamos que deshacernos de todo para el advenimiento de un líder providencial, honesto y valiente como no existe otro en el mundo, que ya estaría en el dogout del nuevo partido Morena en pleno calentamiento para lo que se ofrezca. Dice The Economist, sarcástico y que ha vuelto a su habitual escepticismo, situado en la paradoja de alguien que necesita que al país le vaya mal para que a él le vaya bien, que no obstante sus problemas, México merece algo mejor que el advenimiento del señor López.

Otra alternativa para normar un criterio sería simplemente apelar como es usual en las evaluaciones, al examen de tercerías, es decir, de terceros expertos, sean individuos u organizaciones, para estar en mejores condiciones de formar una opinión o planear las decisiones venideras.

De ahí que ante la incertidumbre que está generando la volatilidad económica mundial en las expectativas de crecimiento y desempeño de nuestro país, distintos organismos internacionales y de mercado ratifican que, no obstante lo anterior, nuestro país tiene una mejor posición que otras economías emergentes; es decir, que está mucho mejor que otros. Hay que subrayar que son valuaciones de entidades que no tienen ninguna razón, que no sea la lógica del mercado, para emitir sus opiniones.

La revisión que hiciera la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es con mucho la más optimista, más no es insensata: dada la interconexión de nuestra economía con la de los Estados Unidos, es sostenible una expectativa de crecimiento para 2015 del 3.9%, en tanto que el vecino país del norte habría de crecer un 3%, una de las cifras históricamente más altas para una economía del primer mundo.

En similar ejercicio, el Fondo Monetario Internacional estima que el crecimiento en general en el mundo está desacelerando, no obstante para México es posible una cifra del 3.5%, que estaría en línea con lo que estima el Banco de México, entre 3.2 y 3.6%.

Es de destacarse el análisis que al respecto hace la agencia calificadora Standard & Poor’s (S&P), cuya ponderación es de un razonable optimismo sobre los efectos que la volatilidad mundial, la inseguridad o la corrupción tendrán en nuestra economía.

Para S&P, la situación de los mercados emergentes se complica debido a la apreciación del dólar frente a todas las monedas del mundo (es decir, no sólo el peso se ha depreciado, sino también el euro, el yen, el dólar canadiense, el yuan, etc). En los próximos meses, los mercados seguirán con gran volatilidad, lo que está siendo presionado además por la caída estrepitosa de los precios del petróleo, que aún los analistas no deciden si tendrá un efecto incentivador de la demanda de otros bienes de consumo o habrá de tener consecuencias en la desinversión en proyectos de valor agregado.

Con todo, dice el director general de S&P en México, Víctor Manuel Herrera, México no se encuentra en tan mala situación, pues durante muchos años ha persistido en la estabilidad macroeconómica y apostado por el desempeño de la economía de los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, quien además cuenta con las mejores perspectivas en estos momentos, lo que habrá de jalar las exportaciones de manufacturas de nuestro país.

Si bien el tipo de cambio de la moneda genera problemas de inercias inflacionarias (al incrementarse los precios de bienes importados, alimentos muchos de éstos) por otro lado hace más competitivos los sectores de manufactura y exportación. Además, con la reducción de precios de algunos bienes públicos como los primeros resultados tangibles de las reformas estructurales, como son las llamadas de Larga Distancia (que pasaron de muy caras a cero), las tarifas residenciales y empresariales de energía eléctrica y la desaparición de los gasolinazos mensuales, por vez primera en 25 años la inflación en enero registra una disminución, según informa el INEGI.

[su_heading size="20"] 2. Petróleo y finanzas públicas [/su_heading]

En lo que se refiere a la caída del precio del petróleo, es innegable que tiene un efecto en la economía nacional, pero no es tan lesivo como lo fue en el pasado, pues los ingresos petroleros representan el 10% del PIB (hoy México es un país más manufacturero que petrolero). En donde se verá el mayor efecto de la reducción de ingresos petroleros es en las finanzas públicas, siendo aún el 32% de los ingresos, los cuales, no obstante, están bien soportados por las coberturas petroleras que oportunamente contrató nuestro país.

“A nivel macroeconómico, el petróleo es una exportación secundaria, porque somos un país manufacturero, así que México podría dejar de vender petróleo y no le afectaría en gran medida, pero sí pegaría al presupuesto federal porque todavía hay una gran dependencia de los precios del crudo. Sin embargo, hay un efecto positivo porque hoy la gasolina en México está más cara que en Estados Unidos, entonces, pasamos rápidamente de dar subsidios a la gasolina a pagar ahora un impuesto por su consumo y eso de alguna manera amortigua la caída del precio del petróleo y los ingresos que se pudieran ver afectados”, dice S&P.

Por otra parte, prosigue S&P, México ya tiene experiencia de precios bajos del petróleo y antaño lo que el gobierno federal ha hecho son recortes al gasto público, particularmente en obra pública, difiriendo inversiones en este segmento. En esta ocasión podría no diferirse, sino quizá concesionarse, como las obras de la supervía o el segundo piso; es decir, buscar alternativas para estas obras y no ser fondeadas por el gobierno. “Si el escenario fuera muy extremo, entonces podríamos ver un diferimiento en el gasto de obra pública para mantener el déficit público lo más pequeño posible”.

[su_heading size="20"]3. Volatilidad y reformas estructurales[/su_heading]

Respecto de la reforma hacendaria, S&P la considera más que oportuna. A pesar de que a nadie le gusta pagar más impuestos, la verdad –señala S&P—es que ha habido un aumento en la recaudación por parte del gobierno federal y este año se espera que continúe esa tendencia. “Quizá no fue la más idónea ni la mejor para estimular el consumo interno, pero sí ha tenido un impacto positivo en las finanzas públicas y vamos a ver este efecto crecer durante este año con las medidas que se implementarán a partir de enero. A largo plazo sí vamos a tener que trabajar como país en un esquema que fortalezca más las finanzas públicas, pero lo aprobado hace dos años dio algunos pasos positivos en cuanto a la recaudación”.

Respecto de modificaciones fiscales, S&P es clara: no se ve factible que se bajen los impuestos en el mediano plazo si no sube la contribución de los sectores que no están pagando. Habría reducciones sólo si la recaudación de impuestos por otras vías aumentara, porque México es todavía uno de los países calificados con una menor cantidad de contribución tributaria con respecto al PIB, de apenas 10%. Si bien podría subir a 11 ó 12%, aún está lejos de países comparables que recaudan el 18% del PIB.

Respecto de la reforma energética, que deberá implementarse en el contexto de un mercado de petróleo a la baja, S&P piensa que tendrá un efecto en algunos proyectos de mayor inversión, sobre todo en aquellos donde el precio de equilibrio es un precio mayor al que hoy se observa de 60 dólares el barril (en realidad llegó ya a 40 dólares el barril). En los proyectos caros (aguas profundas o recursos shale, de lutitas), ahí los inversionistas lo van a pensar dos veces. Sin embargo, la mayor parte de los campos de México incluidos en la “Ronda Uno” están en 20 dólares de costo por barril extraído, lo que los hace todavía muy rentables.

Es decir, hay proyectos que son caros y con un costo de producción muy alto que pueden verse afectados, pero por fortuna no son muchos en México en estos momentos.

Sobre el futuro, dice S&P que al momento no hay alguna estimación que sepa por dónde estará el precio del petróleo en siete u ocho meses en la que se pueda confiar ciegamente. Hay quienes piensan que puede estar en los 40 dólares por barril (de hecho, ya lo está), pero si la OPEP ya dijo que puede caer a 20 dólares por barril, queda claro que no es posible ser muy dependiente de esos recursos. Por lo pronto, el mercado de futuros de Chicago prevé que en dos años, el precio del petróleo retornará a los 70 dólares el barril.

[su_heading size="20"]4. Coberturas y participaciones a Estados y Municipios[/su_heading]

Las coberturas petroleras cubren los ingresos del Gobierno Federal, pero no cubre la recaudación federal participable. Ante ello, S&P considera no apropiado que las entidades federativas estén presupuestando ingresos provenientes del precio del petróleo porque hay volatilidad y las finanzas públicas estatales están expuestas en un entorno volátil e incierto como el que se está viviendo.

Si este contexto se prolonga más, como sucedió en 2009, año en que la recaudación federal participable cayó y como consecuencia las participaciones de las entidades también, entonces sí van a requerir mayor disciplina financiera las entidades para enfrentar un escenario de menores recursos.

[su_heading size="20"]5. Calificación soberana para México[/su_heading]

Respecto de la calificación de riesgos para la deuda soberana de México, que es un indicador mundial sobre la estabilidad de un país para recibir inversiones extranjeras, S&P mantiene un enfoque prudencial y sostendrá la calificación BBB+ hasta en tanto verifique la implementación de las reformas estructurales.

Si se compara a México con Brasil, Rusia o La India, nuestro país está en una situación privilegiada. A veces no se percibe así porque se abordan los problemas del país día a día, pero México está en una situación más robusta, siendo países con la misma calificación (en realidad Rusia acaba de ser degradada a BBB-).

Lo que hemos dicho, señala S&P, es que pudiera darse un movimiento en el ciclo positivo, es decir, hacia arriba, de las calificaciones vía perspectiva o incluso de la nota BBB+ que actualmente le asigna a nuestro país (Moody’s subió la calificación a la serie A), si se hace una buena implementación expedita de las reformas. “Van por buen camino y aunque acontecimientos como la caída en el precio del petróleo pudiera llegar a tener un diferimiento en las inversiones importantes de la reforma energética, también estamos conscientes de que ese capital iba a tardar en llegar dos o tres años. Pero si entramos en un ciclo positivo en competitividad, y eso detona un cambio, podríamos mover la perspectiva hasta una calificación superior”.

Durante 70 años no se hicieron reformas tan profundas, dice S&P, tampoco sería realista decir que las cosas van a cambiar en seis meses. Tenemos que ver cómo se van dando estos cambios y cómo se implementan. Hay señales alentadoras, pero tenemos que darle tiempo al tiempo.

Sobre los problemas inmediatos en un año electoral, la encuesta de Banxico recurrentemente revela que la inseguridad es un obstáculo para el crecimiento económico. Sin embargo, dice S&P, la inseguridad siempre es una posibilidad, pero no ha visto algo que se haya materializado. Hay sectores que se han visto expuestos, como el turismo en Guerrero, pero todavía no se ve que haya una merma en la producción o en las manufacturas de exportación, que es el motor más importante de la economía mexicana.

A nivel regional la inseguridad sí tiene un impacto considerable, pero todavía no se ve un golpe en las cifras de la economía y lo más probable es que no se vaya a dar en un futuro inmediato. Pudiera haber una disminución de los flujos de inversión, pero más como un costo de oportunidad que se paga por tener un ambiente de inseguridad.

Sobre la corrupción y conflictos de interés que han lacerado la confianza, dice S&P, es algo que afecta la percepción sobre todo de un país como destino de inversiones. México ha sufrido este mal desde hace muchos años, es algo en lo que hay que trabajar para mejorar la transparencia, lo que dará lugar a situaciones en que se implementen nuevas reglas y leyes para evitar futuros conflictos.

Finalmente, dice S&P, aunque sí será un año difícil, estamos viendo que México puede crecer alrededor de 3%, que es mucho más de lo que avanzó en 2013 y 2014 y, comparado con otros mercados emergentes, la situación no es tan desventajosa para el país.

¿Está México postrado? No es creíble. Se le ve de pie, enfrentando problemas y obstáculos, que están siendo resueltos en libertad y democracia. Exijamos justicia, pero no la de los violentos o los imposibles. Hagamos de las elecciones un referéndum, si eso es lo que se quiere. Al final, los ciudadanos podremos decidir con nuestro voto qué queremos respaldar: proseguir en la ruta de la recuperación, volver sobre nuestros pasos o intentar algo distinto.