Pez chico, pez grande

26 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Pez chico, pez grande

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Le han encomendado una labor de la mayor importancia. Por eso, casi no duerme. La verdad es que está obsesionado con el tema. Cuando logra cerrar los ojos, comienza a soñar con las posibilidades. Generalmente es mascullar mentalmente una y otra vez, los elementos que ya conoce. Pero en raras ocasiones, le salta una nueva idea en el inconsciente y se despierta con taquicardia y a tientas, encuentra en el buró del hotel en turno, la pequeña libreta negra y el corriente bolígrafo que le permiten apuntar, o garabatear, algunas incoherencias y una que otra brillante idea que le podrían ayudarán a cumplir su misión. La más transcendental de su vida profesional hasta ahora, está seguro.

La encomienda vino desde el orden más alto. Se lo estaba esperando cuando vio que el mero mero, le negó el saludo en público. Recibió la llamada a medio día, un domingo. Su jefe, fue directo al grano: tengo una tarea muy importante y solo te la puedo confiar a ti. Te estará esperando un avión en un par de horas.

Siempre tiene una maleta lista porque en cualquier momento puede recibir una instrucción similar, trátese de un pez chico o un pez grande. Solo resintió no poder convivir con sus hijos y tener que tolerar el rostro casi contento y autocomplaciente de su ex esposa y esa mirada suya de “ya sabía que de nuevo les quedarías mal”, le revolvió el estómago.

No tiene opción. Pertenece a un grupo de inteligencia (de esos que hacen el trabajo sucio) y sabe que no puede negarse, o de lo contrario, podría convertirse en víctima.

En esta ocasión, debe capturar a como de lugar, al gobernador saliente. Suena muchísimo más fácil de lo que es en realidad. Ustedes no saben hasta donde llegan los tentáculos de un criminal que tiene recursos ilimitados del Estado. Precisamente porque las voces se corren rápido, voló en avión privado, para que ningún empleado de línea aérea le fuera de soplón al jefe de seguridad de ése Estado (eso suelen hacer muchas personas de mostradores de aeropuerto a cambio de dinero o favores) y le mandaran una comitiva armada para “recibirlo como se merecen”.

Se hospedará en varias habitaciones de hoteles y moteles de bajo perfil. Siempre pagando en efectivo y mostrando identificaciones falsas. Reunirá información, recabará testimonios, tomará fotografías, consultará fraudes, desvíos, asesinatos de periodistas, y lo irá reportando semanalmente a la Secretaría para que sigan el caminito del dinero. Todo, sale a flote al seguir el dinero. No hay huella más cargada que la de los millones de pesos, suele decir.

Debe tener cuidado de que no lo descubran, de no levantar sospechas, o puede terminar en una de tantas fosas clandestinas que hay en esa región del sureste. Pero a la vez, deberá mantenerse cerca de los chismes palaciegos con algunos contactos asignados, algunos espías a sueldo, conocer túneles, verificar rentas de helicopteros, préstamos de yates o jets y un largo etcétera, para que el futuro indiciado, no haga artimañas o pida licencia a sus incondicionales en el congreso local antes de entregar el poder, y se largue del territorio nacional para siempre. Quién sabe qué les habrá hecho a los jefes que lo quieren preso o muerto cuando antes, me hacían ayudarle...