Pontificar contra la corrupción

12 de Mayo de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

Pontificar contra la corrupción

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Si la manera de conceptualizar la corrupción en México imitará la noción que promueve el papa Francisco, la de nuestro país sería campeona global.

Aunque las proporciones de la corrupción mexicana respecto de otros países latinoamericanos y por supuesto de los miembros de las OCDE, son de gran consideración, la imagen del país por ello no necesariamente derrumba las posibilidades de que sea tractivo para la inversión extranjera.

De hecho, es un costo incluido.

Tampoco ocurre que el catolicismo convencional predominante la venza o represente la mínima amenaza para el fenómeno.

La corrupción permanece igualmente intocada por la multitud de normas dedicadas a ella.

La clave del atractivo mexicano para el capital global es su enorme abundancia de mano de obra joven, barata, relativamente bien calificada y dispuesta a laborar en cualquier área, a cualquier hora e incluso fuera de la ley…como contribuyente externo de la economía de consumo y de la su parte distribuidora.

El atractivo mexicano, ciertamente, no lo es su catolicismo ni el incumplimiento reiterado y escandaloso de las reglas. Es su permisividad y el control laboral en que desemboca la cautela de corporaciones sindicales y de millones necesitados de trabajo.

Hay una visión más completa nacida de la nueva disposición del pontífice Francisco de revisar lo que entendemos por corrupción y el llamado que hace a los obispos a ser pertinentes y tener una intervención social que adquiera relevancia por sus repercusiones sociales.

En contraste con los posicionamientos únicamente moralizantes de otros líderes, vale la pena reconocer, sorprende positivamente que la idea de corrupción censurable enarbolada por el papa Francisco incluya, tanto la noción de ilegalidad en la gestión de lo público y lo privado, como la idea de que la corrupción es causa de marginación de los jóvenes italianos cuya tasa de desempleo es de 43 por ciento.

Para el líder de la iglesia católica la corrupción es central en el empobrecimiento desvergonzado de familias, jubilados, trabajadores honestos, comunidades cristianas y de jóvenes. A éstos la corrupción, dice, ha privado “sistemáticamente de la esperanza de futuro” y, junto con los más necesitados y los débiles, los ha arrojado a la marginación.

El papa, literalmente, pontifica sobre la corrupción.

Es relevante que la incluya entre las causas del desempleo de los jóvenes y de la exclusión en general.

Busca refrescar el discurso de los académicos de la iglesia a quienes critica por representar de manera homogénea el discurso de la iglesia y de quienes lamenta la inercial ausencia de inclusión para otras voces en que lo espiritual y lo material pudieran estar enfrentados, encontrados, discutidos.

Ni la doctrina ni la mentalidad estrecha son suficientes para construir modificaciones importantes en la práctica de la corrupción, ni en México, el catolicismo o en la sociedad global en que predomina la necesidad de establecer reglas de aceleración para la circulación del capital…incluso por encima de la ley de los países y de la del dios católico.

Con todo, pontificar en El Vaticano contribuye a reavivar la necesaria acción de todas las trincheras contra el fenómeno que carcome las oportunidades al concentrar su usufructo ilegal y desproporcionado en unas cuantas manos.

Desde ese punto de vista vale la pena pontificar.

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