Las fotos presidenciales incómodas

8 de Mayo de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Las fotos presidenciales incómodas

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En la foto todos se ven sonrientes: el Presidente, el gobernador de Chiapas, un empresario local del sector turístico y, por supuesto, el cantante Julión Álvarez. El momento idílico, un paseo por el Cañón del Sumidero como parte de una gira de trabajo presidencial por Chiapas, ameritó que la imagen subiera al Facebook del presidente. Sólo un par de días después, como acto reflejo a las acusaciones del Departamento del Tesoro que involucran a Julión y a Rafa Márquez, fue convenientemente borrada de la galería de imágenes y redes sociales del titular del Ejecutivo. Nunca ocurrió. En redes sociales se reporta que también han desaparecido las fotos del Presidente con Emilio Lozoya, extitular de Pemex, acusado de recibir sobornos de Odebrech durante los primeros años de la administración. Nunca estuvo. ¿Por qué la necesidad urgente de borrar el rastro de los encuentros presidenciales con figuras caídas en desgracia? No se han probado las acusaciones. Nadie está en prisión y todos gozan de presunción de inocencia. Para la Presidencia, al parecer, son más que culpables. Supongo que tienen la información suficiente y necesaria para pensarlo, porque los susodichos han sido borrados de la historia oficial, siguiendo un patrón propio del estalinismo. Como van las cosas y en cuanto sigan filtrándose evidencias de la putrefacción gubernamental, Enrique Peña Nieto terminará por borrarse de sus propias fotos. Lo sorprendente de la sobre reacción presidencial, es que demuestra que en materia de comunicación e imagen nada han aprendido. Primero, porque al borrar fotos de actos que tuvieron lugar en el tiempo y en un espacio determinados, abren la puerta a más especulación y críticas sobre la relación del gobierno con los escándalos de corrupción. Explicación no pedida o foto borrada, acusación manifiesta. Segundo, porque advierte que nuestras autoridades tienen alguna culpa cuando tratan de eliminar de la faz de la tierra cualquier evidencia de encuentros peligrosos. Por cierto, los estrategas de la imagen presidencial no parecen entender que lo que sube a la red no desaparece con un clic. Foto borrada es igual a foto viral. Lo más delicado es que la Presidencia está dando la razón a quienes piensan que basta con aparecer en una foto con un impresentable para resultar su cómplice. Y una foto no prueba ni demuestra nada, sólo que fuiste fotografiado con una persona en un contexto determinado. Por alguna razón extraña, los estrategas presidenciales todavía creen que la imagen presidencial sufre más daño por una foto incómoda, que por la falta de rendición de cuentas, los conflictos de interés y las omisiones del gobierno ante la corrupción. Algo anda mal en sus prioridades. El problema no son las fotos, son sus actos, es la corrupción desbordada que ha fomentado o tolerado el peñanietismo, ese socavón moral y de Estado de derecho al que nos han arrojado sin ninguna vergüenza. ¿Les preocupa que la credibilidad presidencial siga en caída libre? Dejen de perder el tiempo borrando fotos y asuman un compromiso real con la implementación y el funcionamiento del Sistema Nacional Anticorrupción y el nuevo Sistema de Justicia Penal. Ahí está la solución. Déjense de tonterías y pongan un alto a la impunidad que cobija la corrupción, la inseguridad y la violencia que lastran al país.

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