Divide y ¿vencerás?

25 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Divide y ¿vencerás?

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El registro de Andrés Manuel López Obrador como precandidato de Morena a la Presidencia de la República, coincidiendo con el Día de la Virgen de Guadalupe, y la posterior firma de su alianza con el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social han provocado un fuerte debate político y se han traducido en todo tipo de críticas en redes sociales, acompañadas de las consiguientes justificaciones entre sus aliados y seguidores.

De lo que no cabe duda es que ante la ventaja que le otorgan la mayoría de las encuestas, López Obrador ha optado por un pragmatismo capaz de acercarlo a actores políticos y sociales en todas las zonas del espectro ideológico. El líder de Morena entiende que el PRD gracias a que el Frente le garantiza las posiciones necesarias para sobrevivir, ha renunciado a competir por la izquierda, y esto le permite enfocarse a conquistar votos entre la clase media indignada y los sectores más conservadores de nuestra sociedad.

No se puede reclamar la tendencia al pragmatismo, en sentido estricto sigue la mejor estrategia posible para vencer a sus rivales y limitar el impacto de un posible acuerdo entre todos los partidos para frenarlo. Lo que es difícil aceptar, es el discurso y posiciones excluyentes que López Obrador ha hecho suyas en ese giro al pragmatismo.

Primero comenzó descalificando a sus rivales como “pirurris”, “peleles” o “títeres” que desconocen el país y, por su puesto, representan a la mafia del poder. Dejemos de lado la ausencia de la autocrítica elemental que se desprende de revisar el currículum e historial de muchos de sus colaboradores y fieles, muchos de los cuales han sido parte de las mafias del poder en turno y ahora son redimidos después de su apoyo a Morena. Lo preocupante es esa tendencia a señalar con el dedo a los otros, quienes no lo apoyan, y su tendencia a promover divisiones en un país ya profundamente dividido.

Más perturbadora resulta la justificación de la firma de la alianza con Encuentro Social. López Obrador señaló que “no sólo es por un candidato o programa de gobierno, sino que incluye valores culturales, morales y espirituales” porque, además de promover el bienestar material de los mexicanos, quiere “buscar el bienestar del alma, no sólo de pan vive el hombre”.

¿De qué valores y bienestar del alma habla? ¿Piensa en una sociedad plural y tolerante, la que las personas pueden elegir su forma de vida sin ser discriminados por sus preferencias? No, para salvar el alma de los mexicanos y en el camino reforzar los “valores culturales, morales y espirituales” de su movimiento político, López Obrador ha decidido hacer suya toda una agenda contraria a los derechos de la mujer y que abiertamente promueve la exclusión de minorías a nombre de la familia. Al diablo con la inclusión si eso garantiza votos conservadores.

Vivimos una de las crisis políticas y sociales más graves de nuestra historia moderna. La violencia e inseguridad no encuentran límites, la rapiña de recursos públicos está desbordada, las instituciones han sido deliberadamente debilitadas y nuestras autoridades carecen de credibilidad. Todo haría pensar que impulsar el cambio pasa hoy por defender la democracia y los valores del pluralismo. Nada más peligroso que jugar a agudizar las divisiones y fracturas sociales con tal de ganar votos. En el México del siglo XXI, dividir no es vencer.