Reflexiones de un tuitero

26 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Reflexiones de un tuitero

js zolliker

Acabo de cumplir once años en Twitter y en otras redes sociales. Esto quiere decir que llevo en redes sociales, más tiempo que muchos de los jóvenes que tendrán la capacidad de votar y, quienes según algunos analistas, podrían definir las elecciones. Es decir, un elector joven, estaba escuchando “RBD” o viendo “Jimmy Neutrón” y “Phineas y Ferb”, cuando iniciamos a usar estas redes que hoy tanto nos definen. Y no estoy tan viejo, o eso espero.

Es complejo, sin duda, percatarse que muchos de los que van a votar, tenían diez, once o doce años mientras algunos estábamos moldeando a Twitter y Facebook como grandes herramientas de comunicación, de debate, que nos permitían crear una especie de idealística plaza pública que incluso nos permitió en México, inaugurar cierto activismo social, denuncias ciudadanas y a crear un puente que parecía generaba, por vez primera, real entendimiento y debate entre sociedad civil, políticos y servidores públicos.

Eran otros tiempos y sí, lo digo con bastante nostalgia. Porque además de conocer amigos entrañables y con quienes he formado una especie de familia, he sido testigo de cómo en una década, estas redes sociales fueron fundamentales para elegir al primer presidente afroamericano de los Estados Unidos de Norteamérica y un montón de grandes eventos, como una vertiginosa y nueva velocidad en la que se esparcen las noticias —y rumores— en el mundo actual.

En México, fuimos pioneros. Muchas de estas redes cobraron real importancia en nuestro país y de aquí se imitó el comportamiento social civil en otros países (mirar por ejemplo, “la primavera egipcia”). Pero en México, también alguien se dio cuenta que la mejor forma de terminar un buen debate en una plaza pública (en el sentido filosófico del término), es poniendo a gritones y vendedores ambulantes que constantemente interrumpan el diálogo e influyan —artificialmente— en las tendencias de la discusión.

De bots (cuentas artificiales que mal imitan el comportamiento humano), a trolls pagados (gente dedicada a publicar mensajes provocadores, irrelevantes, insultos, amenazas, o comentarios fuera del tema para inducir una respuesta emocional negativa de los usuarios), aquí hemos arruinado muchas de estas herramientas y plataformas, y nos lo aprendieron también, en otros lados (o si no, revisen artículos sobre bots, trolls y publicidad Rusa que se dice, influyeron en las recientes elecciones norteamericanas).

Las respuestas de las plataformas han sido lentas e insuficientes, a mi parecer. Comenzamos hace mucho tiempo, a denunciar una clara tendencia que elevaba el nivel de discurso de odio, amenazas e intimidación, principalmente para con mujeres de cierto nivel de influencia, y muchas, terminaron abandonando —o alejándose de— las plataformas, especialmente, aquellas que eran sumamente acosadas por sus tendencias políticas.

Esto es terrible, pues estas redes se han vuelto en su mayoría, plataformas donde no permitimos el disenso. Se han llenado de adjetivos y vaciado de argumentos y creo, que termina aislándonos hacia los que solo piensan como nosotros. Entonces, como bien lo describió Gabriela @Warkentin, hemos creado “burbujas de conversación, que se alimentan y se (auto) aplauden y eso, fragmenta el ecosistema comunicativo actual”, lo que a mi parecer, le da ventajas políticas a algunos, pero nos perjudican a la población común y corriente, porque gane quien gane en las urnas, nosotros tendremos que vernos a la cara, tratar de convivir y trabajar juntos, pasadas las elecciones. ¿Podremos aún como usuarios, salvar estos medios?