A dieta de evidencias

18 de Mayo de 2024

A dieta de evidencias

dieta keto

Los regímenes alimenticios más conocidos, famosos o de moda no suelen estar basados en estudios confiables y, cuando más, están basados en ideas atractivas

Celebridades como Gwyneth Paltrow, Kim Kardashian y Lebron James han promovido las dietas “keto” como un régimen seguro y eficaz para perder peso; por otro, una investigadora llamada Leila Crosby asegura que “la dieta cetogénica típica es un desastre que promueve la enfermedad”... ¿A quién creerle?

La respuesta parece fácil si agregamos que Crosby integra el Comité de Médicos para una Medicina Responsable de Estados Unidos y que, junto con colegas de las universidades de Nueva York, Pennsylvania, Loma Linda y la George Washington, publicaron en 2021, en la revista Frontiers in Nutrition, un meta análisis sobre dietas cetogénicas calificado como el “más completo hasta la fecha”.

Aunque las credenciales de Crosby y colaboradores son más confiables que las de las personas con bata que aparecen en la serie de televisión The Goop Lab de Paltrow, también despiertan algunas dudas.

El Comité de Médicos para una Medicina Responsable (PCRM) declara ser “una organización sin fines de lucro que promueve la medicina preventiva, hace investigaciones clínicas y fomenta los estándares más altos de ética y eficacia en la educación y la investigación”; pero, como se puede comprobar en pcrm.org su principal interés es promover el veganismo.

Además, el conjunto de más de 130 revistas Frontiers han sido acusadas de tener prácticas editoriales poco éticas y engañosas, y una revisión por pares cuestionable.

PCRM puede tener buenas razones para promover el veganismo, como evitar la crueldad con los animales y beneficiar al medio ambiente, pero era difícil que su revisión de las dietas keto fuera favorable, ya que éstas promueven el consumo de alimentos de origen animal.

Frágil apariencia científica

dieta keto

Dietas como la paleo, la keto y la crudívora son reacciones al consumo de alimentos ultraprocesados y con alto contenido de azúcares, que son demostradamente dañinos para la salud a largo plazo, y en ese sentido son más sanas; sin embargo, se basan en argumentos evolucionistas y fisiológicos de apariencia científica pero que, en general, carecen de evidencia que demuestre su eficacia y sus mecanismos de funcionamiento.

La dieta paleolítica imita lo que comíamos los seres humanos antes del desarrollo de la agricultura, y explica su sanidad diciendo que los entre ocho y 12 mil años que han pasado desde entonces no son suficientes, evolutivamente hablando, para adaptarnos a cereales, leguminosas y lácteos; así que incluye alimentos como frutas, verduras, carnes sin grasas, pescado, huevos, frutos secos y semillas.

La dieta paleo es sana, pero su principal argumento no resiste ni la más pequeña investigación. Las plantas y animales que se cultivan tienen las mismas sustancias que sus ancestros silvestres de los que se alimentaban los humanos en el paleolítico, y se han detectado muchos de los genes que nos permiten digerirlas.

Por ejemplo, el gen para digerir la lactasa (el azúcar de la leche) lo tenemos todos los seres humanos, y aunque no se exprese en las personas adultas de las poblaciones americanas, sí lo hace en quienes tienen orígenes europeos o asiáticos. Claro que la cantidad de estos nutrientes ha aumentado, de ahí a eliminarlos por completo de la dieta hay un gran paso.

Sobre la dieta crudívora, que argumenta que el procedimiento artificial de cocinar los alimentos reduce drásticamente su calidad, baste decir que el fuego, y su utilidad culinaria, fue descubierto millones de años antes que la agricultura, y que los nutrientes que destruye son fácilmente adquiribles por las cosas que normalmente comemos crudas.

Se cuecen aparte

Las dietas cetogénicas, que son muy bajas en carbohidratos, modestas en proteínas y altas en grasas, “engañan” al cuerpo para que queme grasa, explica Vishwa Deep Dixit, de la Universidad de Yale, y “se cuecen aparte”, porque sí se han detectado sus mecanismos

de funcionamiento.

Cuando el nivel de glucosa se reduce por la baja ingesta de carbohidratos, el cuerpo actúa como si estuviera en estado de inanición y quema grasas en lugar de carbohidratos, además produce unas sustancias llamadas cuerpos cetónicos como combustible alterno para las células que no pueden metabolizar grasas.

0tros efectos positivos de estas dietas se relacionan con las células T gamma delta del sistema inmunitario, que protegen tejidos y reducen los riesgos de diabetes y de inflamación y que, cuando se queman cuerpos cetónicos, se expanden por todo el cuerpo.

Pero los experimentos del equipo de Dixit, cuyos resultados se publicaron en febrero de 2020 en Nature Metabolism, muestran que estas mismas células están involucradas en que, después de una semana, si los ratones continúan comiendo muchas grasas y pocos carbohidratos, empiezan a consumir más grasa de la que pueden quemar y desarrollan diabetes y obesidad.

Las dietas keto, de acuerdo con la revisión de Cosby, tiene otros efectos negativos como que son “especialmente inseguras” para mujeres embarazadas y pueden afectar el desarrollo neural del bebé, aceleran la insuficiencia renal, elevan los niveles de “colesterol malo” en algunos pacientes.

No se pueden trasladar directamente los resultados obtenidos con ratones a los seres humanos; pero en general tampoco se puede entre seres humanos: a algunos les funciona la dieta mediterránea y a otros les hace mal tanto aceite de oliva, unos pueden tomar leche y otros no, y la lista puede hacerse infinita.

Lo cierto es que cada quien tiene su dieta ideal y esta depende de sus genes y su estilo de vida y, ni modo, hay que buscarla con base en la evidencia.

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