Han sido el tema de conversación durante muchos años. Siempre se ha hablado de lo complicado que es captar su atención, de sus formas poco convencionales de pensamiento, de la manera en que se desenvuelven en un ambiente de trabajo y de la visión tan diferente que tienen. Por todo esto y más, los Millennials han sido la generación a la que más atención se le ha prestado.
Pew Research, una de las casas de investigación más famosas del mundo, marcó a 1996 como el último año para categorizar a los millennials, dejando el rango final a los nacidos entre 1981 y 1996 (que hoy tienen entre 23 y 38 años) dentro de esta generación.
Para tener un mejor contexto es importante resaltar que cuando sucedieron los eventos del 9/11 en Estados Unidos, los miembros de esta generación tenían entre 5 y 20 años. Son prácticamente la última generación que llega a tener recuerdos o vivencias de este evento tan importante para la historia moderna.
Retrasar el matrimonio (o no casarse), evitar o prolongar el tiempo para tener hijos, endeudarse para cumplir sus objetivos como estudiar una carrera o abrir un negocio, son una serie de características importantes que los ha convertido en una de las generaciones más endeudadas. Debido a esto, los millennials están recurriendo a la nostalgia más que nunca y a pesar de deber dinero, siempre han representado un segmento importante para las marcas de lujo, con consumidores por debajo de los 40 años llegando a representar hasta el 35% de la clientela base de algunas casas de moda.
Quizá recurrir a la nostalgia sea un escape para olvidarse de sus problemas, pero en la moda, la arquitectura y el diseño esta tendencia creció y se transformó en un negocio multimillonario gracias a ellos.
Si bien esta generación se convertirá en la principal fuerza económica que mueva al mundo los próximos 20 años, la realidad es que sus hábitos de consumo, el gasto excesivo, las deudas acumuladas y la incapacidad de ahorrar los hace también una de las generaciones más pobres.
Poco a poco las marcas están dejando de lado a estos jóvenes maduros para empezar a sembrar raíces con la siguiente generación, en donde los primeros integrantes están justo llegando a una edad representativa o de mayoría de edad. Pero mientras tanto, los millennials viven un momento de incertidumbre económica en donde básicamente se han incrementado los costos de la educación, del cuidado de la salud, de la vivienda sea para comprar o rentar y de básicamente todo lo que consumen. Si a estos factores les sumamos sus deudas acumuladas, el futuro de esta generación no pinta muy bien.
Especialistas en Estados Unidos y algunos países de Europa confían que cuando las grandes mentes de esta generación comiencen a madurar en cargos importantes tanto en el gobierno como en el sector privado, el panorama va a cambiar y todo va a mejorar. Pero otros son un poco mas escépticos y plantean que pronto estaremos hundidos en una gran crisis por la falta de compromiso y los problemas que arrastran, lo que los impulsará a ser más egoístas y velar por ellos mismos antes que por los demás, algo que podría tener un efecto muy negativo para la economía mundial.
La realidad es que los Millennials se están haciendo viejos y aunque muy pronto dejarán de ser el foco de atención, no todo está perdido. Esta generación heredará las fortunas de sus padres, los Baby Boomers, uno de los grupos generacionales que ha dominado la economía a nivel mundial durante los últimos 50 años y que pronto le dejarán todo a sus hijos y familiares más jóvenes.
Así que mientras los Millennials arreglan sus problemas, es un gran momento para que las marcas replanteen sus objetivos y modifiquen sus estrategias para atender a la siguiente gran generación de jóvenes que al parecer, es todavía más complicada que la anterior. Bienvenidos al mundo del consumo y las finanzas, Generación Z.