El nuncio que se codeaba con políticos y empresarios mexicanos hace 20 años

17 de Mayo de 2024

El nuncio que se codeaba con políticos y empresarios mexicanos hace 20 años

Joseph Spiteri

Su conocimiento de la cultura política mexicana y su experiencia en lugares con alta corrupción política y violencia son algunas de las características por las que Joseph Spiteri fue elegido para este cargo en nuestro país

El actual distanciamiento entre el gobierno federal y la jerarquía católica mexicana obligó al papa Francisco a designar un nuncio apostólico con una sólida experiencia diplomática y conocedor de la cultura política mexicana; la responsabilidad recayó en el maltés Joseph Spiteri.

Este diplomático que ha estado en Sri Lanka, Costa de Marfil y Líbano, regresa a México como nuncio después de haber colaborado en la nunciatura apostólica con dos de sus antecesores, distintos: el italiano Girolamo Prigione y el español Justo Mullor.

A la edad de 38 años, el nuevo embajador de la Santa Sede fue el encargado de la nunciatura a la salida de Prigione en abril de 1997 y la llegada de Mullor ese mismo año.

Durante la etapa del polémico Girolamo Prgione —quien se codeaba con la clase política mexicana y empresarial—, Spiteri era de su confianza y lo acompañaba a las reuniones privadas que sostenía con estos. En esos tiempos sorprendía ver a un Cuauhtémoc Cárdenas en la misma mesa con el cardenal Norberto Rivera, Prigione y Spiteri.

Además, en la nunciatura realizaba análisis de la iglesia y su contexto, lo que implicaba conocer la situación política y social del país; de ahí su conocimiento del sistema político mexicano.

También vivió la división de la Conferencia del Episcopado Mexicano en la década de 1990, creada por Prigione con su grupo integrado por los cardenales Juan Sandoval Iñiguez, Norberto Rivera, el arzobispo Emilio Berlié, el obispo Onésimo Cepeda y Marcial Maciel, este último fundador de los Legionarios de Cristo.

El otro grupo lo conformaban la mayoría de los obispos que se oponían al dominio de Prigione de la CEM y eran lidereados por el cardenal Ernesto Corripio Ahumada y el arzobispo Segio Obeso, entre otros.

En su época presenció la situación polémica que enfrentó a estos grupos tras la renuncia del obispo Samuel Ruiz de la diócesis de San Cristóbal de las Casas y el hecho de que el papa Juan Pablo II no aceptara a su coadjutor el obispo Raúl Vera como su sucesor.

La historiadora Mónica Uribe lo ha definido “como un hombre culto, con un sentido del humor agradable, buen diplomático, que entendió muy bien a México. Hábil para dialogar, característica que le favorece porque en estos momentos la relación entre el gobierno federal y la jerarquía católica no está en sus mejores momentos”.

Panorama actual

Es así que después de más de 20 años de haberse alejado de México, regresa a un país con situaciones políticas diferentes, que ha vivido transiciones políticas del PRI al PAN y ahora con Morena, pero “su conocimiento de la cultura política mexicana es un factor que le favorece y no le deslumbrará el liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador como sucedió con su antecesor Franco Coppola”, explica Uribe.

En los sitios en los que ha sido representante pontificio, el maltés Joseph Spiteri de 63 años ha recibido elogios de las comunidades cristianas locales y discretos reconocimientos de las autoridades civiles, apunta Felipe Monroy director de la agencia católica VC Noticias.

“El nuncio Spiteri ha sabido establecer vínculos entre gobiernos, empresas y sectores ciudadanos para atender los desafíos de cada país, pero también ha denunciado con claridad los problemas de cada localidad, ya sea corrupción política, polarización electoral o violencia generalizada”, dijo.

Monroy destaca que “Spiteri llegó a Sri Lanka en 2009 en los estertores de la sangrienta guerra civil y étnica que libró el gobierno contra los Tigres de Liberación del Eelam Tamil durante décadas. A pesar de los riesgos, viajó a Colombo como representante de Benedicto XVI con una agenda muy clara de pacificación para reducir las agresiones entre minorías étnicas y religiosas que por desgracia, han continuado en las comunidades srilankeses”.

Después de esto, el papa Francisco lo envió a Costa de Marfil, país africano donde promovió la obra social de la Iglesia católica en la región. Durante cinco años ofreció mensajes para la paz y la cohesión en una nación traspasada por huelgas, motines y disturbios. En esa nación “no calló la compleja realidad política, y pidió a las autoridades civiles abrir el diálogo político con la oposición (de corte socialista) antes que privilegiar una mentalidad de clan”.

Felipe Monroy recordó que en 2018 algunos medios especializados en África Occidental interpretaron el traslado de Spiteri a la nunciatura en el Líbano como una acción para protegerlo, ya que había recibido varias amenazas de muerte, especialmente después de su discurso ante el presidente Alassane Outtara en los saludos de año nuevo.

En su mensaje lo “alentó a implementar reformas institucionales junto con la oposición hacia un gobierno que garantizara bienestar, seguridad, reconciliación y cohesión social” y expresó su deseo de ver erradicada la explotación infantil, la corrupción, las malas prácticas de la administración pública y la liberación de presos políticos.

A su retorno en este nuevo cargo, Joseph Spiteri encuentra a un México con altos niveles de polarización política, dominio del crimen organizado, corrupción, violencia política, pobreza y discriminación. Por eso es un desafío en lo que respecta al orden social, la paz y la libertad religiosa, concluye Felipe Monroy.

Pero cabe recordar que en su trayectoria diplomática, Spiteri ya se ha enfrentado a estas problemáticas, y este es uno de los motivos por los que el cardenal Pietro Parolín, secretario de Estado de la Santa Sede, impulsó su nombramiento como nuncio en México.

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