Con todo y los asesinatos políticos de la semana pasada en la capital del país, el problema más apremiante para el gobierno federal en este momento, porque muchos no creían que tuviera potencial de conflicto debido a que involucraba a un aliado del régimen, es el desbordamiento total de las exigencias y las acciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
La presidenta Sheinbaum se encuentra frente a un momento de definición que puede marcar el rumbo de su sexenio, justo como en los tiempos de Vicente Fox, cuando el hombre de Guanajuato se asustó porque los ejidatarios de San Mateo Atenco marcharon con machetes en las calles de la Ciudad de México para rechazar la expropiación de los terrenos donde desde entonces, se proyectaba la construcción del aeropuerto de Texcoco.
En apenas una semana, la disidencia del magisterio sindicalizado puso de cabeza la capital del país, aisló públicamente a la presidenta, arremetió contra los ciudadanos que viajan en avión al bloquear el funcionamiento del aeropuerto más importante del país y además agredió a las y los trabajadores de la información, reporteras y reporteros, que cubrían las acciones de protesta del grupo.
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El trato a la prensa refleja dos vertientes delicadas: 1. El movimiento, supuestamente democrático, de profesores disidentes no es tal. Sus integrantes tienen prohibido hablar con la prensa para exponer opiniones particulares, lo que hace dudar que incluso conozcan a fondo aquello por lo que protestan, bloquean calles y sabotean instalaciones estratégicas del país. 2. La CNTE decidió emprenderla contra los medios de comunicación. Tanto en El Zócalo como en el aeropuerto agredieron a usuarios y transeuntes, pero también a los trabajadores de la información. Compañeros de varios medios sufrieron esas agresiones que fueron mucho más allá de solo impedir el acceso en la cobertura de la conferencia presidencial matutina. En el caso de eje central, la reportera Tania Rosas fue retenida por la fuerza en una carpa del Zócalo capitalino, por una supuesta profesora integrante de la CNTE, que cuestionaba su pertenencia al gremio y, como si fuera autoridad, le exigía identificarse como periodista. Lo mismo, además de agresiones fisicas, oc urrió con otros reporteros que cumplían con su responsabilidad de imformar y que incluso buscaban darle voz a los integrantes de la Coordinadora para que expusieran la causa de sus acciones. Pero la consigna era no hablar sino agredir e intimidar.
La imagen de Claudia Sheinbaum sola, acompañada por un militar durante su conferencia de prensa matutina, es de lo más fuerte y negativo que se ha visto en los casi ocho meses transcurridos del sexenio. La escena fue responsabilidad entera de la CNTE, que decidió impedir el acceso de funcionarios y medios de comunicación al evento de difusión por excelencia de la 4T, porque marca la conducción y la línea del gobierno todos los días. Más allá de si llegó el momento de replantear la efectividad de la manera, que la tiene, porque ya se demostró que así como es útil puede convertirse en un flanco débil, pues secuestrarla implica proyectar la imagen de un gobierno secuestrado, la presidenta no puede, y seguramente no dejará pasar una afrenta como ese, pues fue un dardo directo al corazón de la confianza en su administración.
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Las cartas están sobre la mesa: el aliado de ayer con López Obrador, la CNTE, se ha convertido en el adversario de hoy con Claudia Sheinbaum.
@EnvilaFisher
