Camino a Marte, remake fallido

26 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Camino a Marte, remake fallido

alejandro aleman

Emilia (Tessa Ia) es una adolescente desahuciada que no está dispuesta a pasar sus últimos días en un hospital. Con la ayuda de su novia, Violeta (Camila Sodi), escapa del hospital en Tijuana para ir a la playa de Balandra, en Baja California Sur. En el camino se encuentran con un extraño individuo (Luis Gerardo Méndez) quien al parecer es mudo y porta un casco de motocicleta (que asemeja más un casco de astronauta) además de mostrar algunas heridas en el rostro.

Finalmente, el tipo habla y les revela su identidad: se trata de un extraterrestre (sic) que ha llegado con la misión de destruir la Tierra. Las dos amigas, divertidas con los disparates del tipo, deciden acompañar al “extraterrestre” a la playa y además le ponen un nombre: Mark.

Dejando a un lado el hecho de que resulta francamente increíble que dos adolescentes suban a su carro a un completo desconocido y en medio de una carretera donde no pasa ni un alma, el centro de Camino a Marte se ubica alrededor de las frases new age/llegadoras/cursis de Mark, que le quedan como anillo al dedo a la impresionable Emilia, quien justo va en franco escape de su terrible realidad.

Estamos frente a un remake (aunque en los créditos nunca se menciona) de Hombre Mirando al Sudeste (Subiela, 1986), cinta argentina en la que un paciente psiquiátrico aseguraba a sus doctores ser un extraterrestre. Incluso Hollywood mismo hizo su propio remake en 2001 con el hoy borrado de la faz de la Tierra, Kevin Spacey, en la cinta llamada K-Pax. A diferencia de aquellos dos filmes que jugaban con la incredulidad del público haciendo dudar si aquel personaje realmente era un marciano, aquí no nos queda duda ni por un minuto: Luis Gerardo Méndez no puede ser de Marte, si acaso, a lo mucho, será de la Condesa.

Tanto Tessa como Sodi se instalan en el planeta de la sobreactuación, mientras que Luis Gerardo Méndez intenta (aunque no mucho ni todo el tiempo) salvar el barco mediante un trabajo que al menos se aprecia comprometido con el personaje, asumiendo las consecuencias e implicaciones del mismo.

Más entregada a la cursilería que a la resolución de la trama (¿es o no es un extraterrestre?), la cinta se alarga innecesariamente en digresiones cargadas de melcocha, chabacanería y música de Zoé. Habrá a quienes les agrade, pero desde esta tribuna preferimos, en todo caso, ver la película original o en su defecto hacer algo más productivo, por ejemplo, revisar los preparativos para la cena de Navidad.