Zona Cero | “Jesús no se hubiera echado para atrás”

7 de Mayo de 2024

Zona Cero | “Jesús no se hubiera echado para atrás”

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Ilustración: ejecentral

Sacerdotes de la Ciudad de México aprenden técnicas de protección y manejo del miedo para dar asistencia espiritual a los enfermos de Covid-19

Cuando el sacerdote Adrián Lozano se acercó para absolver de sus pecados a un paciente de coronavirus en un hospital de Ciudad de México, al enfermo le sobrevino un ataque de tos. Y al cura una pregunta crucial: ¿retroceder o consolar?

Mientras el paciente se ponía una máscara de oxígeno para seguir respirando, Lozano ahondaba en su reflexión: ¿Qué hubiera hecho Jesús?”. Hoy sigue visitando a los enfermos de Covid-19 junto con otros dos sacerdotes.

“Me dije: ‘Si me hago para atrás, protegiéndome, le voy a aumentar su soledad, su sensación de rechazo’”, cuenta el religioso de 53 años frente a un crucifijo y una imagen de la Virgen. “Jesús no se hubiera echado para atrás”, sentencia.

En la misma iglesia, el padre Andrés López, de 35 años, hace una demostración del protocolo que sigue en el hospital: se cambia la sotana negra por un overol blanco, bata, guantes, máscara y gafas para asistir espiritualmente a los contagiados.

Lozano, López y el padre Roberto Funes, de 49 años, visitan una vez por semana a pacientes de Covid-19 en el Hospital General de México, lo que les ha exigido aprender técnicas de protección y manejar el miedo.

Acogen así el llamado del papa Francisco, quien ha pedido a los sacerdotes visitar a estos enfermos.

Asistencia. El apoyo de sacerdotes resulta esperanzador cuando los familiares no pueden estar cerca delos pacientes.

Lloran de emoción

El trabajo de asistir a un infectado en sus últimos momentos o dar la absolución es complejo por el riesgo de contagio, pero también vital en un país con más de 100 millones de católicos.

“Llega un gran consuelo, varios pacientes empiezan a llorar de la emoción de que son visitados”, dice Lozano, quien afirma terminar tan cansado como si hubiera corrido un maratón.

Los presbíteros administran el sacramento de la reconciliación o perdón de los pecados, pero no la extremaunción, pues no pueden ungir a los pacientes por razones sanitarias.

Varios hospitales les negaron el acceso por el alto riesgo de infección de la enfermedad, que hasta el domingo dejaba en México más de siete mil muertos y más de 68 mil contagios.

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