En nuestra predisposición informada a advertir en el PRI básica y solamente, de un lado, a un segmento de la elite que se impone con cinismo y, del otro, a una base militante y aspirante a candidaturas o empleos servilmente subordinada, es probable que dejemos de reconocer otros elementos.
Entre ellos, la naturaleza sintomática y orgánica del comportamiento priista indisociable de la incompetencia, la corrupción y la impunidad.
Esa es la indicación aportada por los datos duros revelados por los investigadores de Brasil y México donde se detallan los números y momentos de las operaciones mediante las cuales Odebrecht le “propinó” a Emilio Lozoya Austin, exdirector general de PEMEX -e integrante del círculo cercano del presidente Enrique Peña Nieto incluso antes de la campaña en que fue el responsable de la vinculación internacional- la módica suma de 10 millones de dólares para ganar una licitación en sociedad con una empresa hidalguense recomendada previamente por el propio Lozoya.
La PGR y su titular, Raúl Cervantes, Andrade, según la información publicada por la prensa brasileña y mexicana, conocen cuando menos desde febrero los documentos y testimonios que en detalle han sido publicados sobre esas transferencias.
Lozoya Austin ha salido a indicar que no se le prueba nada. En su dicho ha omitido referirse al detalle de las operaciones bancarias publicadas en primera plana en México al menos por el diario Reforma.
De un nuevo plumazo la algarabía matraquera de la 22 Asamblea Nacional del PRI se apaga y su terminación coincide con el reavivamiento del nuevo episodio del largo melodrama y la extensa tragicomedia priista y mexicana de la corrupción y la impunidad.
Si en esa asamblea hubo insinuación de que el tema educativo podría ser privilegiado para construir la campaña del 2018, con Aurelio Nuño en la candidatura, o José Antonio Meade en la multiplicación de los abrazos, la realidad antididáctica de la corrupta mochada recupera su espacio.
Las experiencias compartidas como la de Yucatán con el secretario de Educación de esa entidad, Víctor Caballero Durán, empeñado en tratar de demostrar, según lo publicado en El Universal, que es el aprendizaje colectivo y social el nuevo gran tema por haber permitido evolución registrada en materia económica y de seguridad en esa entidad, el intento constructivo de él y algunos otros pasa a segundo plano por la fuerza, primero, del PRI en su negativa de modernidad y, segundo, por el impacto del tema Odebrecht y Lozoya Austin.
Del PRI la mayoría de la población considera que hay pocas cosas que aprender, a considerar por ser el partido con el reporte de mayores negativos.
Estimando que pese a ello se hizo aparente y formal ganador del la gubernatura en el Estado de México, ya no sabemos si debemos por nuestra cuenta ciudadana aprender a cuidarnos del PRI ante la probabilidad de que gane en 2018 o de nosotros mismos por no saber entender la manera de asegurar con votos la victoria de las opciones democráticas y las alternativas progresistas ante esa fuerza del cinismo y la subordinación que observamos, de nuevo, entre el sábado y el lunes con el caso Odebrecht.
Para empezar la semana.
confianzafundada.mx