El mensaje a medios que dio el general secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, donde emplazó al Congreso para que dictaminaran sobre la empantanada Ley de Seguridad Interior por la incapacidad de las policías para hacer su trabajo, que fue una crítica directa al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, no cayó nada bien en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. La molestia con el general provocó dos acciones. La primera fue que el general de Brigada Alejandro Ramos, recientemente promovido a general de tres estrellas para que asumiera la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), ya no fue. Dicen los que saben que en 72 horas, la designación se cambió por la de Alonso Lira, quien es parte del grupo del consejero jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos, sobrino del procurador general, Raúl Cervantes. El otro es el cambio, sin sustituto aún, del titular de la Coordinación de Planeación, Desarrollo e Innovación Institucional, Óscar Eduardo Hernández Mandujano, quien está casado con una de las hijas del general Cienfuegos. Esa área, por si no lo tienen registrado, es la de inteligencia en la PGR.