El muro, un conflicto entre la Iglesia y el Estado

14 de Mayo de 2024

El muro, un conflicto entre la Iglesia y el Estado

En el Valle del Río Bravo, los planes para seguir con la construcción de la muralla fronteriza chocan con una máxima de la Primera Enmienda: la libertad de culto

MISSION , Texas. Por estos lares el padre Roy Snipes es mejor conocido como “el padre vaquero”. No es un mal apodo para un sacerdote de 73 años que llevaba puesta su sotana negra mientras paseaba con sus dos perros una tarde en La Lomita, templo histórico de adobe a las orillas del río Grande (o río Bravo del lado mexicano).

Sentado en una de las bancas de la iglesia de esta pequeña capilla, donde presentó sus votos hace casi 40 años, Snipes se quitó el sombrero Stetson y suspiró.

“Todo el mundo considera que esta es nuestra madre Iglesia. Es algo sagrado grabado en la memoria”, dice. “Pero quién sabe qué pueda pasar, se puede romper el encanto. Este sentimiento puede echarse a perder”.

›Esto se debe a que el gobierno está tratando de construir un muro en el condado de Hidalgo, lo cual podría poner en peligro el futuro de la capilla y su destino podría quedar en manos de los burócratas del gobierno que están en Washington.

La agencia de Aduanas y Protección de Fronteras concedió contratos este otoño para que se construyeran barreras fronterizas a lo largo de varios kilómetros en esta zona, incluyendo un muro de concreto y acero de casi 10 kilómetros que pasaría por un parque estatal cercano y el Centro Nacional de Mariposas. Al respecto, un vocero de la agencia federal dijo que este muro llegaría al sur hasta Conway Road en Mission, a 800 metros de La Lomita.

Pero las autoridades federales ya están revisando el área que rodea a la capilla y Snipes teme que quieran apoderarse de La Lomita y hacer que el muro llegue hasta un camino que pasa al norte de la capilla y que la rodea. Con esto, el templo quedaría fuera de la ciudad, entre la barricada y el Río Grande.

La Lomita ha sido y seguirá siendo un verdadero ‘santuario’ en toda la extensión de la palabra: un lugar que ofrece seguridad, respeto y acceso a la práctica del culto para todos”. Louis Studer. Gran Reverendo de La Oblata

Por ello, Snipes, quien todavía usa un teléfono plegable y pasa su tiempo libre paseando en su vieja lancha de motor, es pieza clave en la discusión nacional que en esta localidad provoca el enfrentamiento de dos de las fuerzas más influyentes de la región: la Iglesia católica y el aparato de inmigración de Estados Unidos.

Antes del Día de Acción de Gracias, las autoridades federales tomaron el control de 27 hectáreas que rodean la capilla, argumentado que necesitaban “posesión inmediata” de la tierra para hacer un estudio sobre su uso futuro, lo que implicaba, tal vez, tomarlo permanentemente para construir un muro.

“El tiempo es la esencia”, dijeron los abogados del gobierno en la presentación en la corte el 20 de noviembre. Pero Snipes y otros clérigos están ofreciendo resistencia en la corte.

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Esta es sólo otra de las batallas legales que presentan diversos grupos religiosos en la zona para contrarrestar los intentos del gobierno para reforzar la seguridad en la frontera. Un oratorio y una preparatoria católica local también se unieron para evitar que el gobierno realice estudios en la tierra dentro de sus propiedades.

La Iglesia considera que el gobierno no tiene autoridad necesaria para apropiarse de los terrenos, pero su argumento central se basa en la religión: un muro haría que la gente no pudiera entrar a la capilla a realizar sus prácticas religiosas, violando la libertad de culto religioso de la Primera Enmienda. Y si utilizan estas tierras para construir un muro iría en contra de los valores católicos.

“La Iglesia no está enojada con nadie, sólo quiere seguir siendo lo que es”, dice el obispo Daniel Flores, quien encabeza la diócesis católica de Brownsville. “Un muro no lleva un mal intrínseco, pero podría ser un desastre social”.

Snipes, quien conduce una camioneta con calcomanías con la leyenda “no hay muros entre amigos”, dice que su oposición al muro no es tanto por política, sino por religión.

“Nuestro mensaje es el de ‘acérquense, queremos que se sientan en casa’”, explica. “El dejar fuera a nuestros vecinos del sur a causa de un muro es algo tan sacrílego como el que se nos impida entrar a nuestro santuario sagrado”.

Las autoridades federales dijeron en la corte que quieren hacer “estudios, pruebas y otros tipos de trabajos de investigación” en los terrenos que rodean La Lomita, durante un período de 12 meses para hacer proyectos de caminos, enrejados, barreras vehiculares e instalación de cámaras para fortalecer la seguridad en la frontera.

Para justificar la posesión, citaron la orden ejecutiva del presidente Donald Trump de febrero de 1917 de “construir un muro” y también una orden del Congreso de 2006. Argumentaron también que no impediría que los practicantes realizaran su actividad religiosa dentro de la Iglesia.

Un vocero de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) declinó hacer declaraciones a causa del actual litigio. Y John A. Smith III, asistente de la fiscalía de EU que representa al gobierno dijo que los rancheros locales y otros propietarios no han expresado oposición por actividades similares.

Pero la iglesia no quiere ni siquiera que las autoridades entren a la capilla.

“Esta es la pequeña batalla previa a la gran batalla”, dice Daniel Garza, abogado de Brownsville que representa a la diócesis. “La mayor parte de la gente no pelea la pequeña batalla, pero nosotros no queremos tener en nuestra propiedad nada que tenga que ver con el muro, y punto”.

“Resistencia y culto, al acceso de todos”

La Lomita se estableció a medio camino para los miembros de la Misión de la Oblata de María Inmaculada, una secta que se fundó en el siglo XIX que se atendía a las comunidades marginadas o remotas, explica el fraile Bob Wright, profesor de la Oblate School of Theology de San Antonio, quien ha estudiado la presencia de estos grupos en Texas.

Snipes llama a los miembros de la Oblata, quienes recorrían la zona a caballo, los “sacerdotes vaqueros”.

La capilla original quedó destruida a causa de una inundación y el edificio actual se erigió en 1899 y se convirtió el cuartel de la actividad misionera en el condado de Hidalgo. La ciudad de Mission recibió este nombre y su emblema por esta capilla.

“La misión se convirtió en un lugar de culto y de devoción de la localidad”, dice Wright. “Es un sitio histórico para toda la comunidad de Middle Valley, una de las comunidades más antiguas, y también para la comunidad religiosa”.

La importancia de este lugar ha dado lugar a que los líderes de la Oblata en Illinois se pronuncien fuertemente en contra del control federal de la capilla.

“Ha sido y seguirá siendo un verdadero ‘santuario’ en toda la extensión de la palabra: un lugar que ofrece seguridad, respeto y acceso a la práctica del culto para todos, y que ofrece paz y seguridad espiritual y para las personas”, expresó el Gran Reverendo Louis Studer, quien representa al grupo en las provincias.

Un sólo año de estudios e inspección podrían provocar una “daño importante” al parque que rodea a la capilla, a la que los fieles asisten regularmente a orar y en la que anualmente se realiza una misa con mariachis, dice Garza. La capilla también se utiliza para realiza bodas, confesiones y como retiro para los sacerdotes de la parroquia de Guadalupe. Lo que suceda después puede ser mucho peor.

“Estaría el muro, y una zona de seguridad de 50 metros básicamente pegada a la iglesia”, dice Garza. “Tendrían que tirar algunos de los hermosos árboles que siempre han estado allí. Pasaría de ser un camino arbolado a uno de grava”.

›El principal argumento legal de la iglesia en la corte se basa en el Acta de Restauración de la Libertad Religiosa, que según Garza requiere que las autoridades demuestren “un asunto convincente” para impedir que los católicos de la localidad puedan practicar su religión en La Lomita.

Snipes teme que, aunque las autoridades proporcionen un punto de acceso a la capilla si se construye cerca un muro, los parroquianos tendrían que identificarse con la Patrulla Fronteriza cada vez que quisieran llegar a ella.

“¿Qué va a pasar con los monaguillos que tienen los ojos y la piel oscura?”, dice. “¿Quién lleva a la iglesia sus papeles de identificación?”

Devoción y cariño

Entre los fieles más devotos de La Lomita está Andrea Chávez Garza de 82 años, quien visita diariamente la capilla a pesar de la artritis que desde su nacimiento le impide moverse libremente.

Antes del Día de Acción de Gracias, las autoridades tomaron el control de 27 hectáreas que rodean la capilla, porque necesitaban la “posesión inmediata” de la tierra.

Dentro de las blancas paredes de La Lomita, Chávez reza un rosario y recita las oraciones que aprendió de memoria desde que era una pequeña y su abuela la llevaba a rezar allí.

“Si no voy a la capilla, el día no está completo”, dice. “Así me enseñaron. ¿Van a destruir este espacio tan hermoso e histórico? Sobre mi cadáver”.

En ocasiones, quienes llegan a la capilla son personas que cruzaron la frontera.

Snipes refiere que el año pasado descubrió a tres migrantes centroamericanos escondidos en la capilla, donde permanecieron y a quienes ofreció sopa y pan.

Pude haber ignorado sus peticiones de ayuda, pero es parte de nuestra misión, dice, que el sacerdocio recobre la caridad y humildad y continuar la tradición de la oblata. Es la misma fuerza que lo hace oponerse al muro y, desde hace algunas semanas, oficiar una misa todos los viernes para pedir por la protección de la capilla.

“Estamos obsesionados buscando la corrección y no el cariño”, dice utilizando esta palabra en español. “Y el cariño es lo que la gente necesita”.

* Este artículo se publicó originalmente en The Texas Tribune y se tradujo del inglés. El texto original se puede consultar en: https://www.texastribune.org/2018/12/19/church-and-state-fight-mission-texas-border-wall/

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