1.
A un año de las elecciones, la carrera presidencial norteamericana ha entrado en zona de incertidumbre por la posibilidad de un juicio político al inquilino de la Casa Blanca, derivado de las presiones a Ucrania para investigar e incriminar al hijo de Joe Biden, un fuerte aspirante demócrata, pretendiendo con ello allanar el camino de la reelección. La razón del impeachment está prácticamente acreditada, lo que aún no es claro es si los demócratas, que son mayoría en la Cámara de Representantes, lograrán que los republicanos los secunden en el Senado, donde son la mayoría. En todo caso, cuanto más grande la necesidad de Trump por desviar la atención del electorado, mayores los riesgos para la relación bilateral.
2.
La política hacia el vecino del sur ha sido hostil en los hechos y de halagos públicos en tanto prevalezcan los intereses estadounidenses. Es así que en materia de seguridad nacional, el presidente Trump ha reiterado la decisión de construir el muro en la frontera sur, que ya nadie le rebate política o diplomáticamente, dada la espiral de violencia en nuestro país y que los casos de Culiacán y la masacre de la familia LeBaron pusieron de relieve para motivar la posible declaración de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Si esto sucede, y es muy probable que suceda, las agencias estadounidenses podrían realizar operaciones y dar cacería o muerte a tales terroristas en territorio nacional, además de congelar activos y penalizar la relación de personas o empresas con sus organizaciones.
3.
En lo que se refiere a migración es en donde los halagos del presidente Trump a su homólogo mexicano se han desbordado. Por lo menos en 40 ocasiones ha destacado en público los buenos oficios mexicanos para dedicar 27 mil efectivos de la Guardia Nacional a contener las caravanas migrantes en la frontera sur y que los solicitantes de asilo esperen en territorio mexicano las resoluciones judiciales, lo que nos convierte de facto en un “tercer país seguro”, la práctica jurídica para evitar el otorgamiento de asilo a todo solicitante que logre llegar a territorio estadounidense. Con tal política migratoria dócil y alineada, los halagos de Trump son frecuentes.
4.
En cuanto al narcotráfico, Trump ha empezado a mostrar los dientes para exigir mayores compromisos de México en la materia. En la retórica de campaña ha dicho que una situación que provoca la muerte de 100 mil estadounidenses por drogas provenientes de nuestro país no será aceptable, lo que nutre parte de su propósito para declarar organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos como también para reforzar la frontera sur y proseguir la construcción del muro. En el discurso quedan las exigencias mexicanas de reciprocidad para contener el trasiego de armas y dólares que nutren la capacidad bélica de las organizaciones criminales, pues es sabido que donde hay demanda y poder de compra, siempre habrá proveedores de enervantes habilitados para satisfacerla.
5.
Respecto del Acuerdo Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, el proverbial T-MEC, todo y nada ha sido concedido. El acuerdo existe, también la decisión estratégica de sostener el bloque de libre comercio de América del Norte, pero su ratificación sigue siendo rehén de la situación política interior, pues los demócratas necesitan mayores concesiones en asuntos laborales y ambientales para reducir el logro de los republicanos al haber impuesto condiciones leoninas en manufacturas, reglas de origen,
patentes, cláusula de extinción y límites estacionales a productos agropecuarios. Es decir, seguimos lejos de Dios y a merced de los intereses de Trump. La situación de la economía nacional no deja espacio de maniobra; o nuestro país complace a Washington o el costo sería insostenible.