La recomposición partidista

14 de Mayo de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

La recomposición partidista

Le Clercq

Entre las cosas que nos deja la campaña electoral, flota en el ambiente político la transformación del régimen tal como lo conocemos. La alta probabilidad de un triunfo de Morena ha llevado a algunos analistas a plantear si no estamos viviendo el fin de la transición política iniciada a mitad de los noventa, la recomposición del sistema de partidos y el comienzo de una etapa marcada por mucha incertidumbre.

Parece inevitable la transformación de nuestro sistema de partidos. Las proyecciones de Consulta Mitofsky advierten el impacto de la elección presidencial en el peso que tendrá cada partido en la conformación de la Cámara de Diputados a partir de septiembre próximo. Mientras que el PRI se mueve en un rango de 54-72 y el PAN de 94-116 diputados, Morena se proyecta como la primera fuerza política con un mínimo de 115 diputados y de hasta 142 en el mejor escenario.

Pero eso no es todo, si bien el PRD logrará sobrevivir al embate de AMLO gracias a su alianza con el PAN, todo hace pensar que se convertirá en una fuerza política marginal sin gubernaturas y con 49 diputados en el mejor de los casos, considerando que no sufra más fugas hacia Morena. Mientras que el PVEM y Nueva Alianza pagan cara su alianza con un PRI desprestigiado, MC, PES y PT viven un cuento de hadas y desde cualquier perspectiva estarán sobre representados en el Congreso.

Se perfila también una crisis poselectoral profunda en los tres partidos que tradicionalmente habían determinado las prioridades de la agenda política nacional. Si bien el PRD evita ser arrasado por el crecimiento de Morena, el probable triunfo de López Obrador implica el riesgo de desvanecerse gradualmente si sus liderazgos ven más conveniente alinearse al proyecto del presidente que mantenerse como una oposición sin fuerza política real.

En el caso del PRI, atestiguamos una derrota histórica que debilitará significativamente su presencia en el Congreso y los gobiernos estatales. Su dirigencia nacional será fuertemente cuestionada y difícilmente podrá evitar una avalancha de críticas ante la forma en que se ha conducido la campaña, en especial desde los grupos políticos marginados por el peñanietismo. La pregunta es si el PRI puede evitar que sus liderazgos más clientelares busquen acomodo con el nuevo gobierno y si tendrá la capacidad de rearticularse con una presencia mínima en el Congreso.

Para el PAN se avecinan nubes de tormenta. Si bien la lógica dice que puede ser una fuerza política capaz de articular un programa opositor a López Obrador, todo hace pensar que sus liderazgos estarán más bien volcados a la disputa de las migajas de la derrota, las críticas a la creación del Frente y el ajuste de cuentas con el círculo de Anaya. Será complicado que este partido pueda ofrecer una visión política fresca cuando estarán muy ocupados en replantear su visión como partido y resolver su crisis interna.

De mantenerse la tendencia, pasaremos de un pluralismo moderado determinado por el equilibrio entre tres partidos grandes, hacia un sistema de partidos más difuso con Morena como actor predominante y en el que partidos muy pequeños, sobre representados gracias a sus alianzas electorales, serán clave en cualquier negociación legislativa. Más que una mejor representación de los intereses ciudadanos, se perfilan nuevas formas de clientelismo y cooptación política. Paradójicamente, la derrota histórica de la partitocracia tradicional no nos lleva a pensar que tendremos una democracia de mejor calidad, contrapesos más efectivos y rendición de cuentas.

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