La comuna del 68: “Se juega la libertad”

26 de Abril de 2024

La comuna del 68: “Se juega la libertad”

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El 22 de julio por la mañana inició el histórico movimiento estudiantil de 1968, el parteaguas más importante en la historia política nacional de nuestro país en toda la segunda parte del siglo XX

Todo comenzó con un partido de futbol en el parque de la Ciudadela, entre alumnos de la preparatoria particular Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), contra un equipo de alumnos de las escuelas vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y jóvenes del barrio (algunos les llamaban pandilleros) cuyo mote era “los ciudadelos” y “los arañas”.

LA VISIÓN sobre los jóvenes y lo que deberían ser se caricaturizó en varias páginas de la prensa nacional.

›El juego terminó en una trifulca con corretizas, golpes y agresiones contra alumnos de la Ochoterena. Al día siguiente, los preparatorianos devolvieron el justo pago a sus “camaradas”. Los politécnicos y jóvenes enquistados de la Ciudadela arremeterían contra los ochoterenos. 200 heridos se contabilizaron, luego de una gresca librada entre estudiantes y policías el 26 de julio de 1968. Para el lunes 21 de julio, a las 10:15 de la mañana, los estudiantes de la Vocacionales 2 y 5 buscaban la revancha y llegaron al edificio de la escuela Isaac Ochoterena y apedrearon su fachada de cantera. El relato recogido por el periódico El Universal refiere que los politécnicos azotaban el portón y exigían que sus rivales salieran para seguir con el pleito. La directora del plantel trató de calmarlos, pero salió lastimada y los alumnos de la Ochoterena salieron a defenderla. Diez minutos después, estos últimos recibían refuerzos desde la Preparatoria 4 de la UNAM.

NOTAS Y CARTONES referían la intromisión de “pandilleros” en los primeros enfrentamientos del movimiento estudiantil.

Cuando los alumnos del Politécnico regresaron a la Ciudadela, lo que para entonces habría sido el final del zafarrancho estudiantil dio comienzo a un punto de inflexión, pues aparecieron decenas de granaderos. Ante el azoro y luego el terror, los agentes comenzaron a perseguir, macanear y detener no sólo a estudiantes sino a quien se encontraba a su paso. Incluso se metieron a las Vocacionales 2 y 5, reprimiendo y golpeando en corredores, patios y salones a alumnos y profesores que en su mayoría no tenían nada que ver con la riña. 28 de julio es la fecha en la que se organizaron los primeros comités de lucha en cada escuela para llamar a una huelga general. Según cuenta Daniel Cazés en su Crónica 1968, los granaderos, “dueños de la situación”, irrumpieron en la Vocacional 5 golpeando a varios estudiantes y profesores. Un politécnico fue hospitalizado por conmoción y dos profesoras fueron vejadas. Transeúntes que pasaban por el lugar exigían a los granaderos que cesaran, pero contestaron con mayor violencia. Ambas escuelas fueron cerradas desde aquel día y reabiertas hasta el 26 de julio.

LAS ACUSACIONES hacia los estudiantes sobre su comportamiento recaía en el comunismo.

Aquí hay un paralelismo en los primeros acontecimientos entre fuerzas policiacas y estudiantes entre Francia y México, por lo menos en las primeras batallas. Mientras en el país galo todo comenzó en la periferia de París, en la Universidad de Nanterre, para después contagiar a la Sorbona y de allí marchar al Barrio Latino, donde construirían las históricas barricadas, la resistencia tenaz y el ataque frontal contra el viejo régimen de Charles de Gaulle y Georges Pompidou; igual en México los primeros choques violentos se escenificarían alrededor de la Ciudadela del 23 al 25 de julio, para pasar del 26 en adelante al Centro Histórico hacia el barrio universitario que se incendiaría de gases lacrimógenos, bombas molotov, gritos, disparos, piedras y autobuses como muros de contención en llamas.

Recuento de los daños

Para el jueves 25 de julio, la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) 
—una organización estudiantil creada y financiada por el gobierno priista desde 1956 al interior del IPN y que controlaba al estudiantado—, como había comenzado a sufrir un gran desprestigio un año atrás, en 1967, por impedir la huelga politécnica en solidaridad con la Escuela Nacional de Agricultura (Chapingo), trató de fortalecerse ante la comunidad convocando a una manifestación para el día siguiente, en protesta por la represión acometida por los granaderos. Ese viernes 26 de julio, por un lado la FNET dirigiendo y controlando la manifestación del Politécnico, y por el otro la Coordinadora Nacional de Estudiantes Democráticos CNED, órgano estudiantil del Partido Comunista Mexicano (PCM), que conmemoraba cada año el asalto al Cuartel Moncada y germen de la revolución cubana, salieron a las calles. Ambas manifestaciones contaban con los permisos del Departamento del Distrito Federal. Cuando la FNET después de realizar su recorrido “propositivo” hasta el Monumento a la Revolución y regresar al Casco de Santo Tomás, y finalizaron con más pena que gloria su marcha, sucedió lo impensable: buena parte de los manifestantes tomaron Avenida Juárez para encontrarse y solidarizarse con los del mitin del 26 de julio que estaban por terminar.

EL 1 DE AGOSTO, Javier Barros Sierra, encabezó una marcha al sur de la Ciudad de México con funcionarios y profesores, miles de estudiantes de la UNAM y del IPN, y simpatizantes.

Al grito de “¡Zócalo, Zócalo!”, miles de jóvenes tanto de los disidentes de la FNET como de la CNED y público en general, avanzaron frente al Hemiciclo a Juárez, tomando la calle de Madero y llegando a la calle de Palma, donde fueron prácticamente encapsulados por los granaderos. Allí inició la primera gran batalla verdaderamente infernal que arrojó decenas de heridos, detenidos y los primeros muertos. El Centro Histórico y gran parte del Barrio Universitario se transformó en un escenario dantesco entre gritos, corretizas, toletes, cachiporras, gases lacrimógenos, piedras, vidrios y hasta los primeros autobuses públicos tomados y puestos como adoquines incendiados. Muchos jóvenes se refugiaron en comercios que luego bajaron sus cortinas, y otros más en la preparatoria de San Ildefonso, que les abren sus gigantescas puertas barrocas. La mañana del sábado 27 de julio, el recuento de los daños fue estremecedor: cientos de detenidos, más de 200 heridos, desaparecidos y los primeros muertos que parecen contabilizarse entre cuatro y ocho jóvenes. Y por la noche comenzó una cacería por parte de la Dirección Federal de Seguridad contra miembros del Comité del Partido Comunista Mexicano y trabajadores de los talleres de su órgano editorial La Voz de México. Para justificar las detenciones, al día siguiente el gobierno difundió la versión de que el partido, que entonces no contaba con registro y por tanto era ilegal, estaba detrás de todo el torbellino estudiantil para “desestabilizar al país”.

Estudiantes universitarios se reúnen previo a la marcha encabezada por Javier Barros Sierra, rector de la máxima casa de estudios.

Antes, ese mismo sábado, como medida de protesta contra la represión que dirigieron entonces los altos mandos policiacos como Frías, Cueto y Mendiola, encargados de la policía y de los cuerpos de granaderos, cientos de estudiantes tomaron las preparatorias 1, 2 y 3. Paralelamente la Escuela de Economía y otras más del Politécnico, desconocieron a la FNET por declararse contra lo que comenzó a denominarse, el movimiento estudiantil.

El actual movimiento estudiantil es síntoma de problemas sociales y políticos que nuestra nación, en su conjunto, no ha resuelto todavía”.
Javier Barros Sierra, rectorde la Universidad Nacional Autónoma de México de 1966 a 1970.

A partir del 28 de julio se organizaron los primeros comités de lucha en cada una de las escuelas. Sus primeros objetivos fueron llamar a una huelga general, liberación inmediata de los estudiantes detenidos, la desaparición del cuerpo de granaderos e indemnización económica a los padres de familia que perdieron a sus hijos. Los enfrentamientos entre estudiantes y granaderos culminaron la mañana del lunes 29 de julio con el derribo de uno de los portones del edificio de San Ildefonso, episodio conocido como El Bazukazo, y la ocupación del Ejército en varias preparatorias y vocacionales. Esa tarde-noche del lunes 29 de julio, en la Escuela Superior de Economía se reunieron representantes del IPN, UNAM, Nacional de Maestros, Normal Superior y Chapingo, designados por las asambleas y comités de lucha para redactar un primer pliego petitorio, convirtiéndose en la base política, jurídica y social del histórico Consejo Nacional de Huelga:

EL LUNES 29 DE JULIO representantes del IPN, UNAM, la Nacional de Maestros, Normal Superior y Chapingo redactaron un primer pliego petitorio dirigido al gobierno federal.

Desaparición de la FNET, el muro y la porra universitaria. Expulsión de estudiantes de los citados grupos reaccionarios, así como los pertenecientes al PRI. Indemnización del gobierno federal a los estudiantes heridos y a familiares de los muertos. Excarcelación de todos los estudiantes detenidos. Desaparición del cuerpo de granaderos y demás grupos de represión. Derogación del artículo 145 del Código Penal. A la mañana siguiente, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, convocó a un mitin en la explanada de Ciudad Universitaria y ordenó izar la bandera a media asta. El jueves 1 de agosto, encabezó la marcha histórica que partió de Rectoría por avenida Insurgentes hasta el cruce con Félix Cuevas y regresó a Ciudad Universitaria. Sus palabras dimensionarían el momento por el que se transitaba:

“No sólo está hoy en juego el futuro de la Universidad y el Politécnico, sino el destino de los más importantes imperativos del país en su tarea para que el hombre viva en libertad”.

*Historiador Fuentes: El Universal, Excélsior, El Heraldo de México, El Día y el libro Crónica 1968.