Tiburón, 
el satanizado amigo de la humanidad

26 de Abril de 2024

Tiburón, 
el satanizado amigo de la humanidad

Su historia inició hace unos 450 millones de años, tres grandes extinciones masivas no pudieron con ellos; pero, según reportes recientes, los tiburones ahora están bajo amenaza, y la salud de los mares
del planeta depende de ellos

Elizabeth Velázquez

losintangibles.com

Desde el estreno de la película Jaws de Steven Spielberg hace 44 años, la imagen de los tiburones quedó asociada en el imaginario colectivo con la de un devorador de personas que acecha en los océanos. El simple hecho de poner la famosa banda sonora en cualquier playa puede provocar temor entre los bañistas, al menos así lo probó una broma realizada por un programa de televisión canadiense hace unos años.

La realidad no podría ser más distinta, de los 130 incidentes registrados durante el 2018 en el Archivo Internacional de Ataques de Tiburones de la Universidad de Florida, sólo cinco resultaron fatales. Es decir que los escualos causan menos muertes que animales menos temidos, como perros y mosquitos.

De hecho, los tiburones están mucho más amenazados por los humanos, de lo que nosotros estamos por ellos. Un informe publicado por la revista académica Marine Policy calcula que se pescan 100 millones de tiburones anualmente; aunque la cifra podría ser mayor, ya que una gran parte de los animales pescados no se incluyen en los reportes oficiales porque sus cuerpos son arrojados de vuelta al mar sin ser contabilizados.

La existencia de más de 450 millones de años de estas criaturas está en peligro debido a la explotación pesquera excesiva provocada por la comercialización de sus aletas, un negocio tan lucrativo, que medio kilogramo puede llegar a costar hasta 200 dólares. El mayor mercado para esta parte del cuerpo de los escualos está en China, sobre todo en Hong Kong, donde la sopa de aleta de tiburón se sirve en bodas y otras fiestas para dar prestigio al anfitrión.

A pesar de los esfuerzos del gobierno chino para desalentar el consumo de este producto, la disminución ha sido poca en comparación con los números de explotación en la pesca, y es que a pesar de que este país tiene el principal mercado de aletas de tiburón, la gran mayoría no son para consumo interno, sino que se exportan a 145 países que aún permiten su comercialización.

A diferencia de las aletas, la carne de tiburón es poco valiosa en comparación con otras especies que ocupan menos espacio en las bodegas; entre eso y las legislaciones que limitan el número de especímenes que pueden ser pescados, o bien aquellas que prohíben la mutilación, han llevado a los pescadores a amputar a los animales mientras están aún vivos, y luego arrojarlos al mar.

El destino después de la mutilación es una muerte lenta y dolorosa. Sin sus aletas, los tiburones no pueden nadar y comienzan a hundirse en el mar, en donde morirán desangrados, ahogados o devorados por otros depredadores.

El panorama para la conservación es desalentador, la mayoría de las especies que se pescan por sus aletas son de reproducción lenta; es decir, tardan más de una década en alcanzar la madurez y tener crías. Esta tasa de crecimiento se ve totalmente rebasada por el ritmo al que están siendo pescados, lo que ha provocado que en los últimos 50 años algunas poblaciones de tiburones hayan disminuido hasta en 90 por ciento.

El equilibro de los océanos depende de sus aletas

Pero ¿realmente son tan importantes los tiburones? Bueno, el equilibrio del 70% de la superficie de nuestro planeta (es decir, de los océanos) depende de estos enormes peces. Al ser los mayores predadores de los mares, forman parte vital dentro de la cadena alimenticia de los ecosistemas al mantener las poblaciones de otras especies en las proporciones adecuadas. Además, mantienen controlados a otros depredadores que pudieran acabar con ese entorno.

Un ejemplo claro se ha visto en los arrecifes de coral, donde la disminución de tiburones ha tenido un impacto directo al permitir el aumento de peces que se alimentan de las especies que mantienen controladas a las macroalgas, mismas que resultan una amenaza para la supervivencia de este ecosistema.

Otra aportación de los tiburones al equilibrio marino es que ayudan a la salud de las poblaciones de peces, ya que se alimentan de los miembros menos aptos, más viejos o enfermos. Esta selección permite que las mejores reservas genéticas de una población se hereden, lo que se traduce en especímenes más fuertes y menos propensos a enfermedades.

Los tiburones traen beneficios directos incluso para los seres humano y su extinción significaría un grave riesgo para la economía; por ejemplo, aunque antes se pensaba que al matarlos se eliminaba competencia directa para los pescadores, actualmente se sabe que la drástica desaparición de estos animales ha provocado la disminución de peces con gran importancia comercial como el atún.

La pesca, depredación insaciable

El doctor Ramón Bonfil, científico mexicano experto en tiburones, publicó hace unas semanas junto a un grupo internacional de investigadores, un estudio en la revista Nature donde se evaluó el riesgo que los tiburones tienen respecto a la pesca. El informe reunió y analizó los datos de ubicación satelital de mil 804 escualos durante 15 años.

Con esta información se elaboraron mapas que permitieron ver la distribución de 11 especies de tiburones e identificar las áreas donde estos animales pasan la mayor parte de su tiempo, debido principalmente a las ventajas ecológicas que estas zonas ofrecen. De la misma forma se elaboraron mapas con los datos obtenidos del seguimiento satelital de flotas pesqueras industrializadas.

La comparación de ambos mapas permitió detectar que las embarcaciones de pesca comercial coinciden mensualmente con el área de focalización de los tiburones en un 24%. Esta cifra varía según la especie, ya que para tiburones de importancia comercial como el mako de aleta corta, la coincidencia es de 64% en las aguas del Océano Atlántico Norte.

En el caso de las especies en peligro de extinción protegidas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como son el gran tiburón blanco o el tiburón sarda, el porcentaje es muy alto. El primero tiene un 65% de coincidencia con flotas pesqueras del Océano Índico Suroeste, mientras que el segundo se distribuye casi en un 76% de las áreas comerciales del Atlántico Norte y el Pacífico Sur.

Lamentablemente las legislaciones internacionales y los grupos de conservación no han podido combatir la mala imagen que tienen los tiburones, por lo que su protección enfrenta grandes obstáculos que se ven potencializados por la pesca industrial.

De la veneración al borde de la extinción

En los entierros del Templo Mayor se han descubierto más de 70 ofrendas con espadartes de tiburón sierra (la parte frontal de estos animales que asemeja a un serrucho). Estos peces, que pueden alcanzar hasta los seis metros de largo, proliferaban en las costas del Golfo de México hasta hace 60 años, cuando su pesca indiscriminada redujo tanto su población que se creían extintos.

Océanos Vivientes, asociación civil fundada en 2015 por el doctor Ramón Bonfil, dedica la mayor parte de sus recursos a la recuperación del tiburón sierra. A través del Proyecto Pristis, los voluntarios recorren las aguas del país en busca de este mítico animal ayudados de una tecnología conocida como ADN ambiental.

Esta técnica permite encontrar, mediante una muestra de agua, el material genético de todos los animales, plantas y organismos que habitan ese ecosistema. Esta evidencia les ha permitido saber que, hasta el momento, existen tiburones sierra en Campeche y Veracruz. Aunque no han tenido avistamientos recientes, hace tres años encontraron un ejemplar joven que fue puesto en cautiverio para su exhibición en el acuario de dicho estado.

En México existen varias regulaciones que protegen a los tiburones y su manejo comercial, por ejemplo, la norma 029 de Conapesca regula la pesca responsable de tiburones, la norma 059 de Semarnat clasifica a tres especies de escualos como prohibidas, y la Carta Nacional Pesquera fija el número de especímenes que pueden ser pescados sin causar sobreexplotación.

Sin embargo, para el doctor Bonfil estas acciones quedan sólo en el papel, ya que no existe un trabajo de fondo en la revisión y monitoreo de las poblaciones de tiburones en nuestras aguas. Los pocos datos que se tienen son consecuencia de estudios internacionales que llegan a examinar las especies de nuestros mares.

Sumado a la falta de interés por el monitoreo, existen pocas sanciones reales para quienes incumplan las normas. En Baja California Sur hay al menos cinco casos documentados de pesca de tiburones blancos en los que nadie ha sido sancionado de forma penal o administrativa.

El doctor Bonfil advierte que se necesita un gran esfuerzo para conocer el estado verdadero de las poblaciones de tiburones en nuestro país, así como promover la educación ambiental y familiarización de los pescadores con estos animales, para evitar su explotación y posible extinción.

CITES, la esperanza

La Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas (CITES, por sus siglas en inglés) es un acuerdo mundial que fija las condiciones de mercado de animales y plantas en peligro de extinción. Para dicho fin, se crean listas de especies dentro de tres “apéndices” que restringen en mayor o menor medida su comercialización. Cada año, expertos, gobiernos y ONG se reúnen para discutir, ampliar o modificar estas listas.

Una de las más altas prioridades de la reunión de este año, es incluir a 18 especies de tiburones y rayas en el apéndice II de protección, que, aunque no es una prohibición total, sí exige a los gobiernos demostrar que las poblaciones de estos animales no están siendo sobreexplotadas antes de poder comercializar con ellos.

La medida podría impactar de forma directa en especies que se han visto amenazadas por la pesca excesiva. Tal es el caso del tiburón mako de aleta corta, propuesto por México, que ocupa un lugar prioritario para conseguir esta protección, ya que su población se ha visto disminuida en casi el 80% en los últimos 10 años.

Existen aún muchas acciones que pueden tomarse para resguardar y proteger a todas las especies de tiburones. Para el doctor Bonfil la clave está en la explotación responsable, la educación ambiental constante, la creación de zonas marítimas protegidas y el cumplimiento estricto de las legislaciones nacionales e internacionales.

EL DATO | Un sólo tiburón coralino vivo puede producir 250 mil dólares gracias al turismo y el buceo. Muerto vale sólo 50.